En la fría mañana del 24 de febrero de 2022, los peores pronósticos se hacían realidad con la invasión ilegal de Rusia a territorio ucraniano. La vida de millones de personas cambiaba a partir de entonces, entre ellos la de la familia Bobrakov.
Oleksandr, ‘Sasha’, nacido en 1983, y su mujer Yaroslava (1985) tenían una situación confortable en Kropivnitski, pequeña ciudad situada en la ribera del río Inhul. Allí dirigían un negocio de limpieza con diez años de experiencia, hasta que un día “tuvimos que huir de la guerra, las bombas y las sirenas”.
“Éramos muy felices en Ucrania”, manifiesta Sasha. Su mujer trabajaba como guía turística y “jamás habíamos pensado en vivir en otro lugar, nuestro futuro estaba en Ucrania, pero sobrevino el drama”. Era el momento de elegir destino.
Preparativos
Una semana después, cuando la línea enemiga se acercaba, la pareja -padres de Pavlo (8) y Danylo (3)- tuvieron que decidir en apenas cuatro horas qué hacer con su vida, “porque teníamos miedo de quedarnos bloqueados”.
La primera idea fue quedarse cerca de la frontera con Rumania, para regresar lo antes posible, “porque la guerra iba a ser cuestión de semanas”. Pero no fue así y debieron buscar soluciones, véase desplazarse a Georgia, donde conservaban amigos, aunque la descartaron por la cercanía política de ese país con Rusia.
Se reunieron con la primera mujer de ‘Sasha’ y su hija mayor, Karolina (diecisiete años), en Chernivtsi, en el sur de Ucrania. Esta circunstancia, la de tener tres hijos, le permitió abandonar el país, debido a que el gobierno ucraniano obliga a los que tienen menos hijos a defender su territorio.
Confiesa que eran sumamente felices en Ucrania y que jamás habían pensado en residir en otro país
La huida
La pareja recordaba unas plácidas vacaciones en Barcelona, donde conocieron España, y ya no tuvieron dudas: cargaron el coche y averiguaron la mejor ruta. La más rápida era por Polonia, pero los colapsos eran interminables, de días, “la desesperación se había apoderado de todos nosotros”.
Otra opción era abandonar Ucrania vía Moldavia, atravesando seguidamente Rumania, y tras cuatro larguísimas jornadas llegaron a España, el 12 de marzo de 2022. Mediante una web de ayuda consiguieron una casa de acogida entre València y Alicante, en la localidad de Agres. Ya instalados, y superando el shock vivido, pensaron de inmediato en dedicarse a su negocio de limpieza, “un servicio que todos necesitan”.
Piensa que Putin es el malo de la película y que la guerra se alargará porque es un asunto geopolítico
Su propio negocio
Oleksandr empezó trabajando en la obra y la hostelería, para darse cuenta de que lo suyo es la limpieza. Pidieron ayuda a sus familiares de Ucrania, principalmente a sus padres, quienes les enviaron por autobús sus máquinas de limpieza y consiguieron los primeros clientes, gracias al boca a boca y las redes sociales.
“Los ciudadanos de Agres nos dieron mucho apoyo, con numerosas contrataciones”, indica con una sonrisa. Sasha, al que todavía le cuesta expresarse en castellano -prefiere hacerlo en inglés-, sabe cómo mejorar el negocio, “como ya logré en Ucrania doce años atrás”.
Confiesa que su español ha mejorado, pero “es complicado porque me paso todo el día trabajando, pese a ser más sencillo que el alemán, por ejemplo”. Sí lo hablan perfectamente los pequeños, “que son esponjas y lo aprenden rápidamente en la escuela”.
En Agres (Alicante) abrieron su propio negocio de limpieza, instalándose posteriormente en València
De Agres a València
Recientemente la familia Bobrakov se ha instalado en València, una ciudad más grande, mucho más cara, “pero con muchas más oportunidades para trabajar”. Se sienten, no obstante, sumamente agradecidos por el trato recibido en Agres, “algo que nunca olvidarán”.
En València ciudad han disfrutado por primera vez de las Fallas, “increíbles”, y aprecian tanto la comida como el caluroso clima, además de la amabilidad de la gente. “Estamos muy felices en València”, expresa, y piensan sobre todo en el presente, en la vida que tienen en España, “porque no sabemos cuánto más va a durar la guerra”. Dentro de lo malo, agrega, “somos muy afortunados por cómo nos han ayudado”.
Volver o no
‘Sasha’ y su mujer, obviamente, desconocen cómo evolucionará la guerra y “hacemos los máximos esfuerzos por integrarnos perfectamente al modo de vida de España”.
“El conflicto no acabará pronto, nos lo remarcan nuestra gente de Ucrania; es un asunto geopolítico”, expone con tristeza. Pensaban que serían pocos meses y se ha alargado ya a más de dos años. Cuestionado por el presidente ruso, Vladímir Putin, se limita a decir que es el malo de la película, “nunca sabemos qué va a hacer”.
No intuyen, a día de hoy, si regresarán o no a Ucrania, “ni la situación en la que nos encontraremos”. Su hija mayor reside ahora cerca de Nueva York, pero sus padres siguen allí, son mayores y “necesitan mi ayuda”.