Entrevista > Jorge Amat / Creador de contenidos (València, 15-febrero-2001)
Jorge Amat fue dejando durante muchos años todos los estudios que empezaba, hasta que completó un ciclo de marketing. A continuación, después de diferentes trabajos -en almacenes y como monitor de niños- e iniciarse mediante vídeos graciosos en las redes sociales, decidió aventurarse en el extranjero, “escogiendo casi por azar Australia”.
En la Antípodas, en la ciudad de Perth -en el sudoeste del país-, aprendió infinidad de aspectos, especialmente a madurar y a saber los diferentes comportamientos de otros lugares (latinos, asiáticos, aborígenes…). “Durante la experiencia, muy recomendable, mejoré mi inglés, que era ridículo, y seguí potenciando mis videos”, primero de la propia Australia, que no agradaron.
Lo hicieron, y de forma inmediata, los focalizados en València y nuestras peculiaridades, como las palabras o expresiones que únicamente se emplean aquí o situaciones cotidianas ya vividas con los amigos. Ahora, de regreso a la ‘terreta’, tiene como reto “vivir de esto”, tras darse cuenta que sus videos gustan por la singularidad de los contenidos.
¿Siempre fuiste el gracioso del grupo?
Sí, aunque en mi grupo todos lo somos. Tenemos la peculiaridad de retroalimentarnos unos a otros, de las tonterías que hacemos todo el día. Es un espectáculo vernos (ríe).
¿Cuándo empiezas a hacer contenidos?
Poco antes de irme a Australia, en octubre de 2023. Quise hacerme una base de seguidores, para aumentarlos allí.
«Realmente no conocimos a muchos australianos; había muchos latinos, asiáticos…»
¿Por qué Australia?
Fue un poco aleatorio. Estaba a punto de finalizar el ciclo de marketing, no sabía qué hacer el año siguiente y pensé en irme al extranjero. Mi idea era hacerlo yo solo, pero se acoplaron dos de mis mejores amigos: Pere López y Juanma Iranzo.
¿Cuál fue el primer impacto en tierras ‘aussie’?
Después de dos días de viaje, en el taxi nos dimos cuenta realmente dónde estábamos, al oír al taxista hablar en inglés, con ese acento australiano, extremadamente cerrado. Me decía “¿dónde me he metido?”.
En nuestro primer apartamento, el más barato posible, había numerosos aborígenes.
¿Os adaptasteis rápido?
Con los aborígenes era muy complicado comunicarse y era un choque demasiado turbio, porque a ellos no les hacía mucha gracia nuestra presencia.
Australia es como una montaña rusa constante, en un mismo día; a veces quieres irte y a las dos horas estás extremadamente contento. Todo lo que sucede en ese país es multiplicado por mil: estados de ánimo, amistades, relaciones…
«Al hacer vídeos en Australia sobre cosas de València me acercaba un poco más a mi ciudad»
Te habrán sucedido muchas anécdotas.
Miles, como ver a un aborigen por la ventana que nos gritaba y amenazaba con un hacha. Ese siempre nos miraba mal y nos decía cosas, pero nunca así, al estilo vikingo. Al final no pasó nada, pese a que ese tipo de personas van todo el día bebidos y drogados.
Me picó también un insecto -no llegué a ver cuál es-, se me puso la piel roja y estuve todo un día con la paranoia de qué me va a pasar (precisamente la jornada antes de regresar) y comprobé de primera mano lo agresivos que pueden ser los canguros, especialmente los llamados rojos.
¿Cómo es la gente australiana?
Realmente nos mezclamos poco con australianos, porque el país está lleno de personas que no son de allí. Se trata de una zona muy multicultural, sobre todo asiáticos, latinos, gente de Bután…
¿Recomiendas la experiencia?
Por supuesto. Ha sido dura, pero para aprender siempre hay que sufrir. Aprendí mucho inglés, dándome cuenta que para mejorarlo primero tenía que eliminar el acento. Me centré entonces en qué decir y no cómo decirlo.
«En los vídeos hago como de enfadado, pero realmente interpreto más el papel de indignado»
Allí reemprendes tu faceta en las redes.
Primero empecé a hacer vídeos sobre Australia y eran un desastre, no tenían apenas visualizaciones. Gustaban mucho más los que había hecho en València, sobre tonterías.
Opté por hablar de otra cosa, en concreto de València, de cómo hablamos, de frases o expresiones muy típicas de nuestra tierra que no tienen ningún significado fuera, como ‘espolsar-se’, ‘comboi’ o estar ‘destemplat’. ¡Ese tipo de cosas me flipan! Aparte, los vídeos me acercaban a mi ciudad; me siento muy valenciano.
¿De qué forma haces los vídeos?
Al principio era todo mucho más improvisado, pues pensaba el vídeo y lo grababa. Seguidamente, al subir de seguidores, empecé a hacerlos a diario, a veces tres.
Los que más me han costado hacer han sido unas cinco horas, entre prepararlo, escribirme un guion -porque son más informativos-, ensayarlo y las tomas. Otros, en cambio, me cuestan mucho menos: los grabo en cinco minutos y los edito en veinte.
Juegas también con los gestos, tus ojos…
Es algo innato en mí, exagerado en los videos, como si estuviera enfadado. Pero realmente estoy más indignado.