Entrevista > Saül Gómez-Soler / Compositor (Ontinyent, 26-mayo-1982)
Saül Gómez-Soler, poseedor de una amplia trayectoria musical, nos sorprende como una persona tan inquieta como humilde, importándole “poco” ser nominado para decenas de galardones en todo el planeta. Sí le satisface enormemente que se escuche su música en infinidad de lugares.
Es plenamente consciente, además, que uno de los aspectos que le permite vivir de su talento es la diversificación de estilos, “opción que me posibilita asumir distintos trabajos”. Asimismo, respecto a sus referentes musicales, no duda en señalar a Andrés Valero, Stephen Melillo y Roque Baños.
Funciona mucho por encargo, principalmente desde casa, evitando viajar en exceso -como hacía años atrás- para estar cerca de sus hijas y su mujer, Marta Bordera. Cuenta también con una academia online de composición que combina con sus propias creaciones.
¿La música te gusta desde pequeño?
No soy músico vocacional. Se dice que uno a veces nace músico, pero conmigo no sucedió. Sí estudiaba de niño en el conservatorio, pero fue en tercero de BUP, con dieciséis años, cuando decidí dedicarme a la música profesionalmente.
Durante la juventud crecí influenciado por el grupo de dolçainers de Ontinyent y la música siempre me agradó. De hecho, ahora se cumplen veinticinco años de mi primera marcha cristiana, titulada ‘Diafebus’.
Tu envidiable trayectoria es sinónimo de muchísimo trabajo.
También de sacrificio y esfuerzo. Los músicos no podemos dejar de estudiar y formarnos nunca, incluso sacando muy buenas notas.
Hoy en día igual: me levanto todos los días a las cinco, para componer hasta casi las ocho. Despierto a mis dos hijas pequeñas -de cuatro y dos años-, las llevo al colegio y vuelvo a trabajar.
«Los músicos no dejamos de estudiar y formarnos nunca, siendo una labor muy sacrificada»
¿Cuál es tu modo de componer, de inspirarte?
Me considero un compositor muy ecléctico, haciendo todo tipo de música: audiovisual, festera, sinfónica (banda y orquesta), realizo orquestaciones para música de cine…
Soy muy versátil, un todoterreno, capaz de tocar cualquier estética, siendo la única forma de encarar esta profesión. La inspiración no existe, todo es cuestión de trabajo. A veces una idea mala te conduce a una buena, que precisa ser elaborada y trabajada.
¿Dispones de un propio sello editorial?
Mis composiciones sinfónicas son de Molenaar, una de las editoriales musicales más importantes a nivel mundial. Eso me permite sonar en países que no podría llegar por mí mismo.
Otro tipo de música, como la festera, me la edito por mi propia cuenta y la cuelgo directamente.
Todo ello implica una enorme autodisciplina.
Soy muy alemán en ese sentido. Trabajo tanto que ni escucho la música que hago, eso es muy egocéntrico escucharse por placer a uno mismo.
«Soy muy ecléctico, hago todo tipo de música: audiovisual, sinfónica, festera, orquesta…»
¿En qué estás trabajando ahora?
Acabo de finalizar un proyecto curioso, para Dàmaris Gelabert, una cantante catalana de música para pequeños.
También he comenzado un concierto para clarinete y orquesta de vientos que estrenaremos en Nueva York.
¿Qué significa que tu música se oiga en todo el mundo?
Es muy bonito, un regalo, por supuesto. En ocasiones recibo mails de gente muy lejana que está escuchando mi música. Son piezas que he elaborado en mi estudio, durante muchas horas, con momentos de suma frustración…
Dinos las obras de las que más orgulloso estás.
Posiblemente mis dos sinfonías, mis trabajos compositivos más potentes. Duran cerca de treinta minutos y son el fruto de muchos meses, siempre intensivos.
¿Pasas muchas semanas fuera de casa?
Intento que cada vez sea menos, sobre todo a raíz del nacimiento de mis dos hijas. Prefiero estar en casa, tengo encargos hasta 2027 y no quiero hipotecar más mi tiempo sin ellas, porque momento que me pierdo, no regresa. Cuando sean más mayores la perspectiva será diferente.
«Intento viajar menos, estar con mis hijas y trabajar desde casa; tengo encargos hasta 2027»
Háblanos de tu implicación en la música festera, en Alcoy, por ejemplo.
Soy compositor porque he crecido enamorado de la música festera, y moriré componiéndola. La he disfrutado toda la vida, me encanta y allí donde voy a dirigir intento hacer un bis de música festera. Es algo de lo que debemos sentirnos muy orgullosos.
Bernardo Adam Ferrero, un compositor muy importante al que adoraba especialmente, decía que “si Mozart hubiera nacido en Ontinyent, habría hecho marchas moras, seguro”.
¿Acudirás a las Fiestas de Sant Jordi?
Sí, ya estuve en el estreno de la marcha que compuse para Kiko Cano, alférez moro, en el Teatro Calderón.
Ese grupo de amigos, de la filà Abencerrajes, son muy especiales y me han hecho sentir siempre como uno más de ellos. Mi relación con ellos ha ido mucho más allá que un simple encargo y continuará.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
En breve compondré la música para la capitanía mora alcoyana de 2025, para Indalecio Carbonell.