Entrevista > Álvaro Gago / Director de cine (Vigo, 21-junio-1986)
El cine español, sobre todo el independiente, tuvo muy mala imagen durante décadas, en parte justificada por las malas propuestas que llegaban a nuestras salas. El paso del tiempo, la llegada de talento -y también mayores subvenciones- varió esta tendencia, evidente en películas como ‘Carmina o revienta’ (2012), ‘La llamada’ (2017) o ‘Alcarràs’ (2022).
Uno de estos exponentes es el director gallego, Álvaro Gago, quien exhibe en la Sala de Cineastas de nuestro municipio su obra ‘Matria’, estrenada el pasado año y con éxito tanto en el Festival de Málaga -Biznaga de Oro a la interpretación de María Vázquez- como en la última edición de los Premios Goya, con dos nominaciones.
Se encuentra ya trabajando en el germen de su nuevo proyecto, del que nuevamente será guionista y director. La película se titula, provisionalmente, ‘Portoalegre’, y se rodará en el litoral lucense en 2026 o 2027. “Estamos aún en la fase de desarrollo y sabemos que se trata de un proceso largo”, confiesa.
¿La pasión por el cine te viene de pequeño?
Desde niño he tenido un espíritu curioso y las películas siempre estuvieron presentes en mi vida, al principio a cuentagotas. Mi padre es también bastante cinéfilo y en casa veíamos mucho cine mudo, desde Charles Chaplin hasta Harold Lloyd.
Sin embargo, mi verdadera conexión con el cine y la creación colectiva se inició años más tarde, cuando me fui a Chicago con veintidós años.
«En casa veía mucho cine mudo, aunque mi auténtica conexión creativa arrancó en Chicago»
¿Fuiste a Estados Unidos becado?
Así es, y allí, casi por casualidad, estuve un año estudiando teatro. Recuerdo la primera clase a la que asistí, estaban todos descalzos sobre el escenario; fue maravilloso, hallándome con una comunidad de personas que me permitieron comenzar un proceso creativo. Fue 2008, el año que ganó Barack Obama las elecciones.
¿Ese día estabas allí?
¡Sí! Bajé al ‘downtown’ y la ciudad estaba llena, con millones de personas celebrando y cantando, pues Obama es originario de Chicago. Había una emoción y unas vibraciones muy especiales en el ambiente.
¿Te marchaste entonces a Londres?
Quise estar un poco más cerca de casa. En la capital británica investigué el cine con más profundidad: primero me matriculé en un pequeño curso en los Ealing Studios, donde Alexander Mackendrick había rodado la magnífica ‘The man in the white suit’ (‘El hombre del traje blanco’, de 1951). Poco a poco fui encontrando mi hueco.
«Mi estilo a la hora de filmar es moldeable, capaz de adaptarme a lo que tengo delante»
¿Qué más aprendiste en ese periplo?
Idiomas y a sobrevivir un poco solo, fuera del cascarón familiar, en el que estaba muy cómodo en Galicia. Me vi más desamparado, en un lugar donde no conocía a nadie y todo estaba por definir; aprendí a escucharme más a mí mismo y a entrever cuestiones que tienen que ver con mi identidad. En definitiva, a buscarme.
¿Cuál es tu estilo como director?
Moldeable, capaz de adaptarme a lo que tengo delante. Intento escuchar por qué tengo ese deseo de filmar algo en concreto, cuál es ese espacio, quiénes son esas personas. No me gusta imponer desde fuera un estilo particular.
A veces improviso, si tengo alguna sugerencia que me agrada -de la directora de fotografía, por ejemplo-, pero esa improvisación solo es posible si está trabajada mucho tiempo antes.
Hablemos de ‘Matria’, que primero fue un corto.
Sí, rodamos un corto en 2017, aunque lo había empezado a escribir estando en Londres, precisamente. Las películas que hice siempre fueron una excusa para regresar a mi tierra, porque se trata de un film plenamente gallego.
Mi zona, obviamente, es la que mejor conozco, incluyendo elementos muy universales de la naturaleza humana.
«’Matria’ es una película muy gallega, en la que incluyo elementos de la naturaleza humana»
¿Cuándo decides que tiene más recorrido, hacia un largometraje?
Tuve la sensación, rodando el último plano del cortometraje, que no podía dejar a esa heroína anónima en ese círculo en el que la abandonamos. Pensamos en la posibilidad de un nuevo horizonte, que sería difícil, pero existía y había que explorarlo.
Creo que la película es lo suficientemente abierta para no dirigir a todos los espectadores hacia un único mensaje y, por el contrario, sí dé pie al diálogo.
¿Para que el espectador siga pensando?
Para que se produzca un intercambio, porque toda expresión artística debería ser mucho más que ver una película u obra de teatro. Eso es lo realmente enriquecedor y a lo que tendría que aspirar.
¿María Vázquez siempre fue la primera elección?
Desde el principio. Ya la conocía de un trabajo anterior, ‘Trote’, del director Xacio Baño, donde realicé el montaje. Además, había colaborado también con su hijo, Martín Duplá, en el corto ‘16 de decembro’. Estar con ella en ‘Matria’ fue sencillamente increíble.