Entrevista > Patricia Campos / Futbolista y piloto de avión (Onda, Castellón, 12-marzo-1977)
Patricia Campos es una mujer que, para que la tomaran en serio, ha tenido que demostrar continuamente que era mejor que los hombres. Se trata, de hecho, de una especie de examen que sigue superando a día de hoy, jugando al fútbol, pilotando aviones o como comentarista de radio.
En definitiva, es una mujer valiente, un espejo donde mirarse y aprender. “Si no luchas en esta vida estás perdido”, indica, y razón no le falta. Son muchos los retos que ha cumplido, véase escribir ‘Tierra, mar y aire’, “para contar la realidad machista del ejército”, o colaborar con la ONG ‘Goals from freedom’, impartiendo clases de fútbol en Uganda y València.
Entre sus proyectos más inmediatos, el libro ‘Dones estimar-se a plena llum’, sobre lesbianismo -presentado recientemente-, y preparar para el siguiente año ‘Mzungu’ (persona blanca en ugandés), la adaptación a novela gráfica de su anterior obra. “Querría acabar también la escuela en el país centroafricano”, avanza con una sonrisa.
¿De pequeña ya te gustaba ‘jugar’ a cosas de chicos?
¡Claro! Nací con una pelota en los pies. Siempre he jugado al fútbol y lo sigo haciendo, tres veces a la semana: lunes, miércoles y viernes. Es mi pasión, ocupo la posición de media punta y soy muy guerrera en el campo.
«Me agradaban cosas muy masculinizadas, y en esa época, los ochenta y noventa, era raro»
Has tenido que luchar mucho.
Sí, porque me gustaban aspectos que eran fuera de lo común. He tenido que currármelo mucho, también tocando la trompeta. Ninguna chica utilizaba ese instrumento y mi madre tuvo que luchar muchísimo para que me la dieran, en lugar de la flauta o el clarinete. Me agradaban cosas más masculinizadas -como ser piloto-, y en esa época, en los ochenta y noventa, era raro.
¿Comenzaste a jugar en Onda?
En la calle, con mis hermanos, porque en el pueblo no había equipos mixtos. Fui autodidacta y después me trasladé a Castellón para jugar con las Panteras y seguidamente al Villarreal, donde creamos el conjunto desde cero. Después hice las oposiciones de piloto y marché.
Recuerdo que mi ídolo era Michael Laudrup, por su elegancia y técnica, y posteriormente Lionel Messi. Precisamente, ahora narro en directo los partidos del Inter de Miami en la plataforma ‘Flashscore’.
¿Lo dejaste para ser piloto de la Armada española?
Exacto. España tiene tres ejércitos -tierra, mar y aire- y mi deseo era el de ser piloto de portaaviones. Primero superé la oposición para piloto de helicóptero y a partir de ahí, tras saber que buscaban para reactores, me ofrecí voluntaria.
La carrera de piloto es muy dura, porque es todo ciencias, con asignaturas sumamente complicadas, como metrología. Debes igualmente saber los problemas mecánicos que puede tener el avión, por si hay una avería.
«De las mujeres ugandesas aprendí que, aunque no tengan de nada, intentan vivir alegres»
¿Sigues pilotando?
Así es, pero mi vida profesional como piloto finalizó cuando dejé el ejército, en 2016. Ahora vuelo por placer -alquilando una avioneta-, porque es mi otra gran pasión. Sientes la velocidad, el viento, las turbulencias…
¿Cuándo te inicias como entrenadora?
Me fui a Estados Unidos, primero a California y después a Hawái, donde entrené a un equipo profesional. Allí me di cuenta, estando cerca del césped, que realmente lo que me gusta es jugar y analizar los equipos, ahora como comentarista. Entrenar está bien y lo hago de una forma voluntaria, tanto en València como en Uganda.
¿Por medio de ‘Goals for freedom’?
Sí, una preciosa ONG centrada en las víctimas de violencia machista, personas inmigrantes y enfermos mentales. Entreno a esas mujeres, de un modo poco competitivo, aunque les echo una mano y también disfruto.
«Por supuesto que sigue habiendo machismo; la clave es educar a las próximas generaciones»
¿Cómo te introduces en esta ONG?
Estuve en Uganda en 2015 y aprecié pronto la necesidad alimentaria y escolar que hay en el país. Pensé en inculcarles mi pasión por el fútbol, que en Europa nos vieran, y monté entonces varios equipos: femenino, niños y mujeres con SIDA.
Vi cómo el fútbol les hacía felices -incluso sin tener nada- y quise implantar este sistema en València. Hablé con el ayuntamiento, que nos prestó el campo de la Petxina, junto al antiguo margen del Turia, para que pudiéramos jugar tres veces por semana.
¿Qué aprendiste de las mujeres ugandesas?
Muchísimas cosas. Lo luchadoras y buenas personas que son, porque no tienen agua, medicamentos, ni saben leer, pero intentan vivir con alegría y son un ejemplo. Cada vez que voy allí disfruto, aprendiendo de cómo ellos ven la vida, tan diferente a nosotros.
¿Continúa habiendo machismo en nuestra sociedad?
Por supuesto, ¡nos matan por ser mujeres!, y hay machismo en todos los ámbitos: periodismo, en el mundo del cine, del deporte… La clave es cambiar la educación para que nuestros hijos no lo sean.