Entrevista > Lluís Liñana / Periodista (València, 25-agosto-1993)
¿Quién le iba a decir a Lluís Liñana, cuando estudiaba en la facultad, que acabaría presentando ‘Valencians al món’? Por eso el joven periodista se siente enormemente afortunado de ser integrante del que considera el mejor trabajo del mundo.
La vida, además, no deja de sonreírle y en apenas unos meses será padre de una niña, “lo que supondrá todo un reto profesional”, al pasar diez días al mes fuera de nuestras fronteras. “Viajar es una de mis pasiones, incluso de pequeño, cuando con seis años me compraron un atlas”, confiesa.
Entre los lugares que más le han fascinado, Filipinas, Río de Janeiro (Brasil) y Nueva Orleans (Estados Unidos). En este último país, concretamente en la ciudad de Saint Louis, vivió momentos complicados, al desconocer que el centro de la urbe es extremadamente peligroso y “nadie camina por allí”.
¿Siempre quisiste comunicar?
Sí. Ese drama que tiene mucha gente al hacer la selectividad yo no lo tenía. Sabía que quería hacer periodismo y, de hecho, en las opciones únicamente puse esa y Comunicación Audiovisual.
¿Cuál fue tu primer contacto con la realidad periodística?
Hice unas prácticas en Televisión del Mediterráneo, actualmente la 8 Mediterráneo. Tengamos en cuenta que cuando acabé la carrera, en 2015, Canal 9 había cerrado; decidí entonces desplazarme a Madrid a completar un máster.
Seguidamente pasé a Deportes Cuatro, sin aparecer en cámara -únicamente mi voz-, y Telecinco, ofreciéndome para cubrir el proceso de intento de independencia que se estaba produciendo en Cataluña.
«‘Valencians al món’ es, sin duda, el programa que más me gusta de todos los que he hecho»
¿Cómo entras a formar parte de ‘Valencians al món’?
Siempre digo que ese programa ha sido como una bendición para mí; es el que más me gusta, con diferencia, de todos los que he hecho en televisión.
Poco antes de que me llamaran, tenía tan poco trabajo que me fui a Budapest (Hungría) para coordinar programas de teletienda. Cuando me propusieron hacer ‘Valencians al món’ ni me lo pensé.
Te consideras, por lo tanto, sumamente afortunado.
Tengo el mejor trabajo del mundo, sin caer en la propaganda. Viajar me gusta y somos unos privilegiados, sobre todo en un momento que el mundo está tan convulso.
Sin duda, poder conocer lugares tan diferentes de la mano de personas que viven allí, pero que son de la ‘terreta’ y te hacen de guía, es todo un lujo. El día que pasas con esos valencianos es un regalo.
¿Tendrá algún aspecto negativo?
Así es. Te pierdes muchas cosas de la familia y amigos. Además, a finales de agosto voy a ser padre de una niña y va a ser un reto personal. En este sentido, desde la productora nos dan numerosas facilidades y se adaptan muy bien a los nuevos tiempos, como el teletrabajo o la autonomía que tenemos.
«Conocer lugares tan bellos y diferentes, de la mano de los que viven allí, es todo un lujo»
¿Qué se aprende de viajar, de otras culturas?
Desde un prisma más personal, viajar es una maravilla, porque ya de pequeño era un apasionado de la geografía y las banderas del planeta. Con seis años, por ejemplo, me regalaron un atlas.
Ahora me interesa especialmente la demografía de los países, los conflictos bélicos, cómo cambian las fronteras o un sinfín de curiosidades orográficas. Por supuesto, no es lo mismo ver un documental en la televisión que viajar a la Guayana Francesa -un país desconocido- y descubrirlo por ti mismo.
¿De qué forma grabáis el programa?
Viajamos ocho días si es Europa y diez o más si es a otra parte del mundo. Solemos cuadrar con cada uno de los cinco o seis valencianos una jornada completa y luego hacemos la edición, nosotros mismos.
En los países más desarrollados, tipo Canadá o Estados Unidos, se extrañan de que el equipo seamos solo dos personas, el cámara y yo. No paramos; somos los creadores de un programa de una hora y debemos estar abiertos a cambiar el guion en cualquier momento, a improvisar.
«En la grabación estamos atentos a cambiar el guion en cualquier momento, a improvisar»
Anécdotas os habrán pasado muchas.
Miedo hemos pasado en Saint Louis, por desconocimiento. Estábamos grabando el programa de la Ruta 66 y la ciudad del estado de Misuri -una potencia antaño- está ahora muy afectada por el fentanilo.
Vas por el ‘downtown’ y no hay nada; parece una ciudad fantasma, llena de rascacielos. Tuve la mala idea de comentarle al cámara un lugar para cenar, a cinco minutos caminando, y nos pudieron haber atracado en varias ocasiones.
¿Otros lugares que te han sorprendido positivamente?
Como países me han gustado mucho Filipinas y la Guayana Francesa. Como ciudades, Río, que estuvimos en carnavales y fue una pasada; y Nueva Orleans, la que más me gusta de Estados Unidos. Acabo de venir de Miami, y también me ha agradado, aunque es carísimo.