Algunos se temieron lo peor, otros en cambio lo mejor (era la época), pero a todos les impactó. En la sesión plenaria de la Comissió Gestora de las Fogueres de Sant Joan (hoy Federació) celebrada el 9 de junio de 1971, Tomás Valcárcel acabaría amenazando: “las belleas, o llevan el traje de novia alicantina, o no llevan ninguno”. Y no había más que hablar.
Notemos hoy que en aquel pleno faltaba un grupo de voces esencial: las propias belleas, que tendrían alguna opinión sobre la indumentaria diseñada por quien, aunque aquí pueda parecer lo contrario, estaba llamado a renovar los festejos alicantinos desde sus mismas entrañas. Aunque, eso sí, como ya decíamos, eran otros tiempos, y la figura de la Bellea poseería su propio suceder.
Aperturismos varios
En pleno franquismo (1939-1975), Valcárcel, participante en las fiestas desde pequeño, gracias al taller de bordados de su madre, supo apuntarse hábilmente al hueco de posible frescor (derivó en el ‘aperturismo’) que abría el desarrollismo, plan gubernamental (1959-1973) destinado a crear una clase media, que a su vez generase unos servicios utilizables ante una posible y masificada llegada de turistas, lo que aconteció.
Tomás Valcárcel fue delegado artístico de las Hogueras (1940-1946, 1948-1955 y 1961-1979), presidente de la Gestora, hoy Federació (1961-1979), y presidente honorífico ‘perpetuo’ hasta su fallecimiento, así que vivió ante sí la evolución del cargo femenino. Y a su manera, la potenció. Como ocurre, por ejemplo, con las Falleras Mayores valencianas, las mujeres pasaron muy pronto, en general, de reinas de las fiestas florero a adoptar papeles más activos.
«Era un gran respeto el que te tenían» R. Serna
La insignia a Franco
Pero las épocas son las que son, ya decíamos. Y si ya se tiene, desde antes de la Guerra Civil (1936-1939), la concepción de una Bellea del Foc como embajadora alicantina, en cada época se aplicará según coyuntura (factores y circunstancias que se presentan en un momento determinado). A Remedios Serna, elegida Bellea del Foc en 1973 por Mercado Central, le tocó momento peculiar.
Tuvo que ir a Madrid a ponerle la insignia de las Fogueres a Francisco Franco (1892-1975). Se le ocurrió recurrir, en vez de a los manidos e incluso oficiales claveles, a las flores de azahar. Aunque al siempre vigilante Tomás Valcárcel le pareció muy bien, incorporándolo a la vestimenta, la misma que él creó inspirándose en el traje regional jijonenco o grabados de artistas como Gustave Doré (1832-1883).
José Ferrándiz Torremocha propuso el nombre de ‘Miss Foguera’
Cuestión de nombre
Valcárcel promovía el protagonismo femenino con celo. Remedios Serna se lo contaba a este reportero: “era un gran respeto el que te tenían. Te llevaban en coche oficial y te trataban como a una reina. Ibas acompañada por el alcalde, el gobernador, el presidente de la Diputación”. Bueno para un cargo que creaban en 1932 (la fiesta arranca en 1928) los periodistas Mario Guillén Salaya (fallecido en 1935) y José Ferrándiz Torremocha (1888-1965).
El segundo, receptor de la idea del primero, fue letrista de los pasodobles dedicado a la fiesta y a la Bellea del Foc. También inventor de un nombre inicial, Miss Foguera, que no prosperó. Sí lo de Belleza (en castellano), Bellesa (en valenciano normativo, desde 2013) y Bellea (en valenciano alicantino, denominación actualmente reivindicada). La primera Bellea fue, es sabido, Amparito Quereda (1916-2002), oficialmente de Benalúa, posiblemente de Magritas Club.
«El divorcio es cosa muy moderna y acertada» P. Santos
Con iniciativa
Paquita Santos, de Carrer Sant Vicent, elegida en 1934 con catorce años (fallecía casi a punto de ser homenajeada, en septiembre de 2012), muestra, bien que en la hoy idealizada o demonizada Segunda República (1931-1939), hasta qué punto la Bellea del Foc poseía iniciativa. La perdió justo tras la contienda, pero poco a poco, y sobre todo con Valcárcel, la recuperaría, hasta la actualidad, con Belleas con formación intelectual y hasta conocimiento de idiomas.
En el ‘Libro de oro’, primer llibret oficial, aunque de iniciativa privada, en cuanto al tema del divorcio, aprobado en 1932, Paquita Santos sentenciaba: “el divorcio es una cosa muy moderna y acertada, sobre todo para las mujeres; pues ahora no tendremos por qué aguantar a los maridos irrespetuosos, falsos, y que muchas veces hacen llevar a su compañera una vida imposible”.
Ganando potestad
La joven, en la entrevista, firmada por un tal Ráltyco, preguntada por posibles amores, respondía: “estoy muy bien como estoy, y muy satisfecha; no me hable de eso ahora, pues nunca tuve novio; por eso no se me ha ocurrido aún estudiar al sexo fuerte. No obstante, si yo formase un hogar, tendría que ser con todas las garantías para conseguir la más completa felicidad. Además, hombres completos, buenos y de su casa, entran pocos en una libra”.
Las reivindicaciones acompañaban también, pues, a un cargo que con el tiempo ha ido ganando potestad y prestancia. Paquita Santos, por cierto, si bien no fue la primera nombrada por elección, sí lo fue -se asegura- en un plebiscito totalmente democrático. Esto volvió incluso en pleno franquismo y se potenció con la democracia. Las Belleas del Foc quizá nunca quisieron quedarse en ojos de miel y boquitas de fresa.