Este próximo 8 de septiembre se cumplirá el décimo aniversario de la muerte en Altea del artista alemán Eberhard Schlotter, un hombre que conoció el amor en medio del horror del frente del Este en plena II Guerra Mundial; que se codeó, entre otros, con Camilo José Cela (con quien colaboró en una edición muy especial de ‘El Quijote’) y que se convirtió en uno de los pioneros de aquella Altea que, a mitad del siglo pasado, comenzaba su transformación de pueblo pesquero y agricultor en rincón bohemio y artístico, amén de potencia turística.
El nombre de Eberhard Schlotter ha quedado ya intrínsecamente ligado al de Altea, más incluso que con su localidad natal, Hildesheim, en pleno valle del Innerste. De hecho, llegó a la Villa Blanca el 25 de agosto de 1954 y, con el tiempo, acabaría instalando aquí su fundación.
Con los nazis en contra
Schlotter nació en 1921 en aquella Alemania de entreguerras, en la que ya se estaba fraguando el caldo de cultivo que desembocaría en el Tercer Reich y en uno de los mayores desastres de la historia de la humanidad. Criado en una familia de artistas, desde muy pequeño sintió la llamada del arte y ya en 1934, con sólo trece años, consiguió publicar su primer dibujo en un periódico de la Baja Sajonia.
Tras formarse en la Academia de Bellas Artes de Múnich, a la que llegó tras haber protagonizado sus primeras exposiciones, se convirtió en el artista más joven en participar en la Gran Exposición de Arte Alemán de esa ciudad en el año 1941, ya en plena guerra (y cuando todavía parecía que el bando alemán iba a dominar a los Aliados).
Pero su presencia allí le enfrentó con los gerifaltes del Partido Nazi, convirtiéndose en objetivo de investigación por parte de la temible Gestapo, por asegurar que, aunque las obras que ensalzaban al Führer no eran malas, él las podía hacer mejor.
La exposición está formada por fondos de la Fundación Eberhard Schlotter y obras procedentes de colecciones privadas
El amor en la guerra
Como tantos otros jóvenes de su generación que compartieron su mismo destino con mayor o menor entusiasmo, Schlotter fue movilizado y enviado al frente del Este con sólo veinte años. Allí, tras casi cuatro de servicio, fue gravemente herido, una circunstancia que acabó convirtiéndose en un momento crucial en su vida, ya que en el hospital al que fue trasladado conoció a su mujer, que trabajaba allí como enfermera y con la que se casó apenas unos meses después.
Tras volver al frente, fue hecho prisionero en 1945, ya en los momentos finales de la contienda, por los americanos, iniciando entonces un periplo por distintos campos de prisioneros y siendo liberado varios meses después para volver a instalarse en Múnich, y continuar con sus estudios de arte.
El artista nacido en la Alemania de entreguerras llegó a Altea en el año 1954, instalando aquí su residencia
Relación ininterrumpida
Desde su llegada a Altea hace ahora siete décadas, la relación entre la Villa Blanca y el artista alemán se mantuvo ininterrumpida y se ha prolongado, incluso, más allá de su fallecimiento. De hecho, fue aquí, en Altea, donde desarrolló la mayor parte de su obra, ayudando de manera decisiva a que el municipio se convirtiera, a lo largo de la segunda mitad del pasado siglo, en un centro de gran ebullición artística.
Además, desde entonces han sido muchas las exposiciones que ha protagonizado o que, todavía en vida, organizó en la Villa Blanca, permitiendo así que por los espacios expositivos de la localidad pasaran algunas de las personalidades más importantes y renombradas del universo artístico del mundo.
Conoció a su mujer tras ser gravemente herido en el frente del Este durante la II Guerra Mundial
Fundación en Altea
Casi cuatro décadas después de llegar por primera vez a Altea y de establecer en la Villa Blanca su residencia, en 1995 se constituyó la fundación que lleva su nombre y que desde el primer momento contó con el apoyo no sólo del consistorio local, sino también de la Universidad Miguel Hernández (cuya facultad de Bellas Artes está en Altea), la Diputación Provincial, el Consorcio de Museos de la Generalitat Valenciana y varias entidades privadas, como la local Caixaltea.
Una fundación que, como recogen sus estatutos, nació con el objetivo principal de promover la exposición, el desarrollo y el conocimiento de las artes plásticas, a través de la exposición permanente de la obra artística e intelectual del profesor Eberhard Schlotter.
Exposición renovada
Ahora, coincidiendo con el décimo aniversario de su muerte y cuando se está cerca de cumplir los setenta años de su llegada a Altea, la Fundación Eberhard Schlotter ha preparado una nueva exposición conmemorativa de esas efemérides, en donde la mayor parte de las obras expuestas pertenecen a los fondos de la propia fundación, pero en la que también hay otras procedentes de colecciones privadas como el fondo de la familiar Schlotter, de la familia Planelles y de la familia Orozco.
La muestra, que está comisariada por la hija del artista, Sibillie Schlotter, se ha organizado bajo el título ’70 años en Altea’ y podrá ser visitada hasta el próximo día 1 de agosto en la Casa Toni el Fuster.