Faltaban todavía un par de años para que George Lucas lanzara la primera entrega (episodio IV) de la saga ‘Star Wars’ con sus, para la época, impresionantes efectos especiales y aquellos icónicos sables de luz o, como se las conoce de manera más extendida, espadas láser. No habían entrado en nuestras vidas Darth Vader, Luke Skywalker, Han Solo, la Princesa Leia y demás; pero en Benidorm, siempre tan a la vanguardia de todo, se instaló el que sería el primer rayo láser de España.
La actual capital turística de la Costa Blanca sigue siendo una ciudad avanzada a su tiempo en muchos aspectos, pero cualquier comparación con aquellos años 60 y 70 del siglo pasado es odiosa. En aquella época, Benidorm no sólo era la locomotora del turismo internacional de España, sino la puerta por la que entraban a raudales los aires de libertad, que ya se respiraban a pleno pulmón en una Europa que hacía tiempo que había dejado atrás la austeridad de los años posteriores a la II Guerra Mundial.
Un platillo volante en la Tierra
Era aquella la época en la que la literatura y el cine, especialmente el de serie B, había puesto de moda el fenómeno de los platillos volantes. En un contexto de Guerra Fría, además, el secretismo con el que las dos grandes potencias desarrollaban su industria militar había dado alas a todo tipo de teorías de la conspiración entre las que destaca, por su universalidad, la relativa a lo que sucedía intramuros del Área 51, en pleno desierto de Nevada (EE.UU.).
Benidorm no se iba a quedar atrás en eso y en 1969, sólo un año después de que Julio Iglesias consiguiera su histórica victoria en el Festival Internacional de la Canción, abría sus puertas una discoteca, bautizada como CAP 3000, cuya fachada, ya icónica de la ciudad como los rascacielos que llegarían años después, imitaba a un platillo volante. El primero que se pudo visitar, sin miedo a la abducción, en la Tierra.
En su escenario actuaron figuras de primer nivel internacional, como el mismísimo James Brown
Mucho más que una ‘discothèque’
La sala se hizo rápidamente con un nombre propio en la escena musical europea y en ella llegaron a actuar, por ejemplo, Led Zeppelin (aunque no existe documento gráfico de ese concierto y hay quien dice que nunca se celebró), James Brown o The Fundations (aquellos que en los 90 se volvieron a poner de moda con su ‘Build me up buttercup’ recuperado por un anuncio de una empresa de telefonía).
La idea fundacional de CAP 3000 fue de dos primos franceses, Jean Claude y Joan Pierre, y un socio español originario de Pego y que respondía al nombre de Celestino. Lo revolucionario del local no era sólo su original forma de OVNI, sino, sobre todo, su apuesta por ofrecer algo muy distinto al concepto ‘discothèque’ del momento. Espacios al aire libre, piscina, actuaciones en directo y la figura del DJ como gran polo de atracción… un DJ cuya cabina era ¡un helicóptero americano que se encontraba a la espera de desguace en la base de Torrejón!
Este local dio protagonismo a sus DJ, cuya cabina instaló en un helicóptero militar americano traído desde la base de Torrejón
El primer rayo láser de España
Al contrario de lo que pasaría algunas décadas después, cuando toda la zona de discotecas que acabaría rodeando a CAP 3000 (que para entonces ya había cambiado de nombre en más de una ocasión) entraría en franca depresión hasta convertirse en el fantasma de locales abandonados y en ruina que es hoy en día, la noche benidormense llevaba a los propietarios a tratar de mejorar y superarse temporada tras temporada.
Así, en la campaña de 1975-1976 (la primera entrega de la saga ‘Star Wars’ no se estrenaría en España hasta el 7 de noviembre de 1977), CAP 3000 revolucionó e iluminó la noche de Benidorm instalando el que sería el primer rayo láser de España.
Un año antes del estreno de la primera entrega de la saga ‘Star Wars’ Benidorm ya tenía el primer rayo láser de España
Flotar en el espacio
Fue un haz de luz verde que funcionaba en combinación con una red de máquinas de humo estratégicamente repartidas por el local. De esta manera, antes de atravesar al atónito público con ese rayo, los encargados del local inundaban el mismo con humo para que, una vez enchufado el láser, su haz de luz fuera claramente visible a través del aire.
Trazando todo tipo de formas por encima de las cabezas de los alucinados y entregados ‘bailongos’ en la pista, unido todo ello a ese concepto todavía rompedor de una discoteca con forma de OVNI en el que el DJ tocaba desde un helicóptero; los que allí se congregaban tenían toda la sensación de estar, literalmente, flotando en el espacio exterior.
Gary Glitter en moto
Eran noches de locuras impensables hoy en día. Los días de vino y rosas del turismo nacional se hacían carne en la noche de Benidorm, un lugar en el que se daban cita las mayores estrellas internacionales del momento y para los que aquel local ejercía de imán.
Un buen ejemplo de ello fue la histórica actuación de Gary Glitter, que llegó al escenario subido en una moto de gran cilindrada porque, como se cuenta hoy en día en la ciudad a medio camino entre la leyenda urbana y la realidad, no era raro que los porteros permitieran a los propietarios de esos vehículos entrar con ellos a la pista… todo por el espectáculo.