Ximo Solano / Actor, director y productor
Ximo Solano (Benicarló, Castellón, 9-septiembre-1967) es mucho más que un hombre de teatro, capaz de actuar, dirigir, cantar, producir y gestionar. En la actualidad vive a caballo entre París y València -trabajando en ambas ciudades-, aunque es habitual verle en los escenarios de medio mundo: “acabo de regresar de Los Ángeles, donde he hecho ópera”, nos dice sonriente.
Así es Ximo, que se considera mucho más que un actor, “por todo lo que debo hacer previamente”. Sobre las tablas se siente liberado, y son miles las anécdotas que le han sucedido, la mayoría graciosas, como mezclar textos de diferentes obras.
Nos confiesa, además, las funciones que más le han marcado: la del debut, “mi primera gran aparición”, en ‘Los gatos’, de Agustín López Arcos; la primera estrenada en el Teatre Micalet, ‘Nápoles millonaria’ de Eduardo de Filippo, “que representó cumplir un sueño”; y ‘Hamlet canalla’, de Manuel Molins.
«Pasé tres años en Madrid y regresé para fundar, con dos compañeros, el Teatro Micalet»
¿Desde cuándo estás vinculado al teatro?
Estaba estudiando tercero de Biología y lo abandoné para ser actor. No sabía la razón, pero aún sigo trabajando en esto, así que no estaría muy equivocado. De una jornada a otra me apunté en la Escuela de Arte Dramático -el día que se cerraban las pruebas- y seguidamente tuve la suerte de comenzar a enlazar obras.
También me incorporé al doblaje, que en aquella época arrancaba y necesitaban voces en valenciano. Me trasladé seguidamente a Madrid a hacer un espectáculo, estando tres temporadas de gira con el Centro Dramático Nacional, y regresé a València porque junto a Joan Peris y Pilar Almería quise fundar el Teatro Micalet, que este año cumple tres décadas de vida.
¿En quién te fijabas entonces?
Venía de Benicarló y no entré en el arte dramático con referentes, sino que los fui ganando en los siguientes años. Varios procedían del Teatre Lliure de Barcelona, el Piccolo de Milán o todo lo que se hacía en París: me enganché al deseo de hacer las mismas cosas.
¿Por qué has tocado tantos ámbitos?
Posiblemente debido a que soy una persona extremadamente inquieta y hacer solo una cosa, en general, me aburre. Necesito ir cambiando y cuando tienes un teatro debes hacer infinidad de cosas, desde montar gradas, a la música y el vestuario, aparte de actuar a partir de las 7 de la tarde. Nunca me ha gustado considerarme únicamente actor; me apasiona el teatro, el cine y mil cosas más.
«Cuando diriges un teatro debes tocar infinitos aspectos, circunstancia que me encanta»
¿Es una vida complicada?
Hacer crecer cualquier proyecto artístico lo es, especialmente en una ciudad como València. Te lo debes creer mucho, pero vengo de una generación que lanzó propuestas que han aguantado hasta nuestros días.
A nosotros lo que nos ancló fue nuestro propio teatro, el tener la posibilidad de abrir todos los días y hacer grandes espectáculos. Nos dio el coraje para no dejar de producir y trabajar, aunque yo me fui hace muchos años.
A París.
Hace catorce años, en busca de nuevos retos. Se convocaron unas pruebas para una obra de Shakespeare en el teatro de Le Ville y las hice, pese a mi escaso nivel de francés. Me quedé en la capital gala y acabé teniendo tanto proyectos como una compañía, ‘Compagnie Mia’.
¿Trabajar en Francia es otro nivel?
El mismo. Lo que cambia es el respeto -mayor- por el artista actor y todos los que hacen teatro. Eso también lo he apreciado en Argentina, Estados Unidos, Alemania o Italia, pero no en España, donde nunca llegas a ser un artista de primera, sino un titiritero.
«Marché a París en busca de nuevos retos y allí he acabado poseyendo mi propia compañía»
¿Qué tipo de director eres?
Con el tiempo me he vuelto menos exigente, porque el arte de la dirección es el de la renuncia: tienes sueños en casa e intentas verlos plasmados sobre un escenario, y muchas veces es imposible, porque cada uno tiene vivencias e ideas propias que se deben respetar.
Debes abrir los ojos y dejarte sorprender. Creo mucho en la energía que pasa sobre el escenario, más que en aquello que realmente sucede. Me gusta cuando, no se sabe por qué, me llega una corriente que te hace llorar, sentir, más que la exactitud y la técnica absoluta.
También compones música y produces.
Sí, he hecho música tanto en París como en València, mientras la producción -que igualmente me fascina- viene porque nadie fue capaz de producir aquello que soñaba.
¿Cuál es lo último que has hecho?
‘Fidelio’ la única ópera de Ludwig van Beethoven, interpretada con los Angeles Philarmonic Orchestra, dirigida por el prestigioso Gustavo Dudamel, de origen venezolano, con el que me une una gran amistad.