Si pasear por el centro de València es sinónimo de descubrir un sinfín de monumentos históricos -como el Palau de la Generalitat o las Torres de Serrano-, un acierto todavía mayor es escuchar la música que brota del violín de Renata Garro, una joven de Uberlandia, ciudad próxima a Belo Horizonte (Brasil).
“Me doy cuenta que hago feliz a la gente cuando toco en la calle”, expresa. Su gran talento musical procede de su padre, Dimas, profesor de conservatorio y excelente trompetista. “Le veía tocar y a los siete años me inicié en la flauta dulce y el piano, aunque éste lo dejé por la maestra, me insultaba”, asegura.
La flauta, por su parte, sí le fascinaba, hasta que conoció el violín, “instrumento que me enamoró”, comenta en un más que correcto castellano. A los nueve años cambió, también porque veía a muchas mujeres tocarlo, “es muy femenino”; seguidamente se apuntó a clases y a un grado de música en la universidad.
Primer viaje a España
En 2019 realizó junto a su familia su primer viaje a España, concretamente a la pequeña localidad de Llanera de Ranes, donde Dimas trabajaba en una tienda de música “arreglando instrumentos”. Pero al llegar aquí Renata había perdido el interés por el violín, “no sé por qué, estaba cansada de él”.
Vivir en un pueblo diminuto y sin coche tampoco ayudaba, confiesa. Apenas unos meses después, durante el confinamiento, tocaba en la terraza con su padre, “yo el violín y él la guitarra, haciendo incluso vídeos”. Pero disgustada por la situación comenzó a hacer un curso de maquillaje, “nada que ver con la música”.
Procede de Uberlandia (Brasil), donde opina que no se valora a los músicos como en València
Ida y vuelta
La pandemia les obligó a regresar a casa, a Brasil, donde cursó a distancia un posgrado de musicoterapia y conoció igualmente a Guillerme, su actual compañero de vida. “Hacía fiestas y eventos, y ahora es DJ, formando ambos un grupo musical”, apunta Renata.
Un año y medio más tarde, sin tantas complicaciones covid, decidieron volver a València aunque más cerca de la ciudad, “donde hay muchas más oportunidades”. Sin embargo, en la calle toca ella sola, “Guillerme me ayuda en todo y es el primero en aplaudir”.
Queremos saber qué representa para ella la música, y sorprende al señalar que “me tranquiliza, me calma, porque cuando interpreto canciones es cómo un viaje, me transporto a otro lugar, flotando”. Por eso toca con sentimiento, con emoción.
Hacer feliz a la gente
Renata sostiene que en Brasil no se valora tanto a los músicos como en València, “donde hay pueblos pequeños con bandas desde hace muchísimos años”. La pareja pensaba qué hacer y fue Guillerme el que insistió que debía tocar en la calle, “para ver qué sucedía”.
La primera vez fue en la Malvarrosa, “super nerviosa, me daba mucha vergüenza”. Había escaso público, al ser invierno, pero no tardaron en reunirse alrededor de la violinista. “Varios me dieron dinero ¡sin ser ése mi propósito!”, dice sonriente.
“La mejor sensación es darte cuenta que hago feliz a los demás. Mi objetivo es ayudar mediante la música” argumenta. Decidieron actuar en la calle, con los permisos adecuados, en lugares emblemáticos como frente a la Lonja de la Seda, “mi rincón preferido, siempre repleto de gente”.
Toca frente a edificios emblemáticos y temas como ‘Bella ciao’, o ‘Imagine’ de John Lennon
La música es internacional
Garro considera España “ya mi segunda casa” y remarca que la música es internacional, sin necesidad de traducciones e idiomas. Por eso gusta tanto a turistas nacionales como foráneos, interpretando temas como ‘Bella ciao’, tan de moda gracias a ‘La casa de papel’ -serie que le encantó, la vio en Brasil-, o ‘Imagine’, de John Lennon.
Anécdotas tampoco le faltan, véase la de un chico emocionado que le dio diez euros al hacer sonar ‘Let it be’, de ‘The Beatles’, “una canción que le recordaba a su padre, recientemente fallecido”, u otro que le regaló una camiseta “para que tuviera algo suyo, pues él se llevaba mi música en el corazón”.
Todo lo que le ha sucedido en València “me ha convertido en mejor persona, sin duda: no tenía ni idea que iba a tocar en la calle, a conocer a tanta gente maravillosa o que me iban a surgir tantos nuevos trabajos”.
Muchos proyectos
En la calle se promociona por medio de un cartel enorme que indica su número y contacto en las redes sociales. Son muchos los que solicitan sus servicios en bodas, conciertos y todo tipo de eventos, “donde me gusta ser más seria, más profesional todavía”.
Proyectos tiene muchos, como viajar por toda Europa mediante su música y completar el máster de musicoterapia. “Las prácticas las hago en el MUA, con chicos con autismo”, asevera eufórica.