Luis María Vieito / Escritor
Luis María Vieito (La Coruña, 22-marzo-1965) es uno de esos miles de españoles que, por desgracia, han tenido que emigrar por cuestiones laborales. Lo hizo a Alemania, a la tranquila ciudad de Hamelin -próxima a Hannover- donde ha podido incentivar sus cualidades literarias, esas que le inculcó de pequeño su padre.
A finales de abril presentó ‘La última alferza’, su puesta de largo como escritor después de pequeñas incursiones (‘En pocas palabras’ y ‘Pájaros en el alambre’). Se trata de una novela apasionante en la que mezcla historia, ficción, ajedrez y, por supuesto, su Novelda del alma, donde se desarrolla gran parte de la aventura.
De hecho, nos apunta que sus progenitores se conocieron “siendo mi padre el director administrativo de la prisión de Novelda”. Tras el cierre de la institución marcharon a La Coruña, donde nació, pero a los seis años regresaron a tierras alicantinas: “me siento noveldero por los cuatro costados, pese a amar Galicia”.
¿Cuándo comienza tu pasión por los libros?
A los cuatros años, que mi padre comienza a comprarme libros sin parar. Me había enseñado a leer, y después de iniciarme con cómics de ‘Mortadelo y Filemón’ y demás leí las novelas que me había regalado.
Falleció teniendo yo siete años y mi biblioteca superaba los doscientos ejemplares. Esa pérdida fue muy dolorosa, porque además se ocupó mucho de mí. Me instruyó mucha cultura: a escribir, a sumar, restar, las capitales de Europa y hay un vacío ahí.
Quien remató mi afición por la literatura fue una profesora de 3º de EGB, Isabel Hernández. Me mostró las pausas, qué es una coma, un punto, a leer con ritmo, a entender lo que leo, a buscar el significado de las palabras…
¿Qué es ‘La última alferza’?
Novela que gira en torno a la última alferza, pieza de ajedrez de la época musulmana que fue sustituida en 1492 por la dama, parece ser -porque hay muchas teorías- en honor a Isabel La Católica. La monarca, por su parte, mandó quemar todas las alferzas que había en los reinos cristianos excepto una, que bajo el sello real se concedía al mejor ajedrecista.
Siglos después, en plena Segunda Guerra Mundial, los nazis anhelaban esa alferza y entrenaron a un ajedrecista alemán, de origen estonio, para que ganara al campeón del mundo, Alexander Alekhine, y obtuviera así la preciada pieza, para el Tercer Reich.
«Entre mi padre y una profesora de EGB me inculcaron la pasión por los libros y la cultura»
Continúa, por favor.
Este ajedrecista pidió que le entrenase Akiba Rubinstein, gran maestro de principios del siglo XX. Nadie sabe por qué, pero Akiba estaba en Novelda, moribundo, lo llevaron a la enfermería de la prisión, le salvaron la vida y por las noches le comienza a contar al alcaide todo lo ocurrido durante esa preparación y qué pasó con esa alferza.
¿Podría recordar a ‘El Ocho’?
No tiene nada que ver, básicamente porque la recomendable novela de Katherine Nevile está basada en algo que es imposible que haya ocurrido -ambientado en la Revolución Francesa-, mientras ‘La última alferza’ sí podría haber pasado.
Ambas se mueven entorno al ajedrez, deporte del que soy un gran aficionado. Aprendí a jugar de la mano de mi Víctor Vieito, que vivía en Vigo y que sin llegar a ser profesional fue un destacado ajedrecista.
¿Cuál es tu metodología?
Primero confesar que la historia ha estado unos trece-catorce años en mi cabeza. Sabía lo que quería contar, pero me faltaba la chispa, que se produjo en una conferencia celebrada en Alcoy sobre la alferza.
Estructuro un capítulo, con los personajes, qué quiero contar y mentalmente me voy a vivir allí: hablo con ellos, pienso en todos ellos y observo cómo sucede, me veo a mí misma en la escena. Seguidamente lo escribo -los fines de semana- y corrijo, una y otra vez.
«Al escribir tengo claro lo que quiero exponer, pero luego los personajes van a su mundo»
¿Dónde aprendiste esa singular técnica?
De un neurólogo, y tengo claro que la escena está madura cuando me dejo de ver, porque ya la aprecio como si fuera una cámara. Sé que ya está lista y me pongo a redactar, primero a mano, porque si es directamente al ordenador no me sale nada, es artificial.
Me gusta un estilo sencillo, sin que se note la mano del autor. Cuando comienzo tengo claro lo que voy a escribir, aunque luego los personajes van a su mundo.
¿Tienes en mente tu siguiente reto?
Sí, una novela centrada en alguien -ahora con Alzheimer- que ha vivido momentos claves entre los sesenta y los ochenta, véase el Movimiento Hippie. Piensa que el mundo es una utopía y asume, al final de su vida, que todo fueron desilusiones.