Entrevista > Carles Candela / Director de cine (Crevillent, 26-enero-1974)
Carles Candela tiene ahora la ventaja de poder hacer el cine documental que más le agrada, “el que me apetece”, lejos de encargos o compromisos profesionales. De hecho, uno de los puntos que más le apasiona es observar su relación con el entorno, con lo cotidiano.
“Me gusta el cine que mire la realidad”, insiste, la mirada que persigue irremediablemente. “Observo aquello que me intriga, me afecta y me interesa de lo que me rodea”, explica el autor del documental sobre Antonio Maenza, titulado ‘Materialista, idealista, cinematógrafo, magnetófono, buen chico y sádico’.
Después de rodar un interesante documental sobre la trashumancia, ‘El último regreso’, “movilizando a 1.700 ovejas entre Jaén y Cuenca”, está en el último tramo de ‘Bleda y Rosa, pensar una imagen’, centrado en la labor de dos fotógrafos, “desde que piensan un concepto hasta que llega a la mente del espectador”.
¿Cinéfilo desde cuándo?
Mi primer contacto con las películas procede de la infancia, cuando con ocho o nueve años iba con los amigos al cine del pueblo a ver lo que ponían. También me gustaban los ciclos que hacían en televisión de Harold Lloyd, Buster Keaton, los hermanos Marx o Jerry Lewis.
Recuerdo la doble sesión, tan habitual entonces. Teníamos una película que llamábamos ‘de hablar’ -a veces de autor- y otra ‘de risa’ o aventuras, pero acudíamos al cine sobre todo como lugar de encuentro con los amigos, muchas veces sin hacer caso a la pantalla.
¿Ya te fijabas en todo?
De pequeño no. Más tarde sí, cuando empecé a estudiar imagen y sonido. Al principio mi interés giraba alrededor del sonido, la música, la radio… Según fui formándome me daba cuenta de la enorme capacidad de sugestión que posee la combinación de imagen y sonido.
Comencé viendo los clásicos americanos de los años treinta a sesenta, y fui interesándome por propuestas que rompían con las formas narrativas convencionales.
«Cada vez pienso más las películas desde el poder sugestivo del sonido y su combinación con la imagen»
¿Te cambió el concepto?
Sí, aprecié que el lenguaje cinematográfico avanzaba a través de formas personales. No dejó de interesarme el cine clásico, por supuesto, pero descubrí que había autores que rompían con lo convencional: Howard Hawks, Orson Welles o John Ford.
Y de ahí a la nueva ola francesa o el neorrealismo italiano, el cine llamado ‘de autor’, el que se hacía en España -en los márgenes de la dictadura- con Pere Portabella, Joaquín Jordá y, más adelante, José Luis Guerín, Víctor Erice, Pedro Costa o Albert Serra.
¿En qué tipo de director te convertiste?
En uno que busca constantemente, a través de su mirada, relacionarse con aquello que le afecta; intento aprender día a día, porque siempre que abordo un trabajo quiero conocerme y lo que me rodea. Los procesos de investigación de mis películas, que no han sido muchas, son los que me han hecho crecer humana y creativamente.
«Todo nuevo trabajo es un reto, en el que trato de entender mi relación con el mundo que me rodea»
¿Quién fue Antonio Maenza Blasco?
Principalmente un cineasta y artista marginal de finales de los sesenta e inicios de los setenta que comenzó diversos proyectos, sin el interés de acabar ninguno, únicamente con la idea de experimentar y vivir el proceso creativo.
Aragonés de nacimiento, desarrolló sus primeros trabajos en Zaragoza -alrededor del mundo universitario-, antes de venir a València y desplazarse seguidamente a Barcelona. En la Ciudad Condal Portabella le produjo una película que nunca se acabó de completar.
¿Tienes previsto realizar una película de ficción?
No me interesa, en el sentido que para mí hacer ficción no es subir un escalón; lo que cambia son las formas de narrar algo. Estoy a gusto haciendo lo que me apetece en cada momento.
Por ejemplo, tengo en mi cabeza una historia que me contó mi padre y que implicaba a mis abuelos, en los años posteriores a la Guerra Civil. Lo que me interesa, repito, es conocer la realidad que me rodea y a mí mismo, sin importarme el formato.
«La frontera entre ficción y documental es muy débil; prefiero hacer lo que me apetece sin pensar en etiquetas»
¿Normalmente trabajas por encargos?
Anteriormente sí, porque en el mundo del cine me inicié como montador, realizando encargos para series de televisión o películas. He trabajado muchos años como profesor de audiovisuales y ahora busco proyectos que me satisfagan, me interesen.
¿Es fácil hacer cine en España?
¡En absoluto! Los presupuestos son mínimos; el proyecto que estoy desarrollando -alrededor de los artistas Bleda y Rosa- comenzó hace cuatro años y lo estoy realizando, en parte, porque gané una ayuda a un guion documental y otra a desarrollo.
Tres años después hemos conseguido otra producción que nos permitirá acabarlo, siempre con un equipo reducido, cercano y comprometido.