Entrevista > Ramón Bascuñana / Escritor (Alicante, 12-diciembre-1963)
Ramón Bascuñana nació poeta, como bien sabe, aunque optó por no publicar todo lo que brotaba de su corazón -mucho ya escrito- hasta pasados los treinta años. Comenzó primero ganando diversos concursos, uno de ellos el prestigioso Miguel Hernández, circunstancia que le animó. Entre sus obras más relevantes, ‘Los días del tiempo’ (2002), “con el que gané el Premio Hispanoamericano Juan Ramón Jiménez”; ‘La piel del alma’ (2006) -pese a su poca visibilidad- y ‘Anotaciones a pie de página’ (2023), publicado en la editorial Pretextos.
“Si los poemas son válidos, no envejecen”, sostiene. Recientemente ha sorprendido a más de uno con ‘Voz en over’, un poemario que habla “de mi vida”, pero desde una perspectiva cinéfila, participando además en la última edición de la Sala de Cineasta.
De hecho, muy pocos conocen la pasión de Ramón por el cine, especialmente el de antes, “el de ahora no me interesa”. Varias de sus películas favoritas son ‘El crepúsculo de los dioses’ o ‘La carta’, con una maravillosa Betty Davis, “la mejor actriz de siempre”.
¿Cuándo descubriste tu amor por la literatura?
Bastante pronto, porque llevo escribiendo desde que era un adolescente. Sin embargo, publicar mis poemas y cuentos sí lo retrasé más, pues consideraba que lo que escribía tenía escaso valor.
Tampoco tenía altas pretensiones literarias y lo que hacía básicamente era plasmar cómo veía el mundo. Siendo un bicho raro, pensaba ¿qué hacemos aquí? ¿cuáles son los sentidos de todo? Tenía más dudas que certezas.
«Retrasé publicar mis poemas o cuentos porque consideraba que tenían muy poco valor»
¿Cómo fue a partir de entonces?
Muy rápido. Lo había intentado en alguna editorial y me rechazaron, hasta que comencé por los concursos. Gané varios, entre ellos el Miguel Hernández (1998), y me fui animando.
Contaba con mucha obra inédita, la que guardaba en el cajón, que fui presentando en certámenes. El único inconveniente fue que, al publicar diversos poemarios seguidos, a veces se solapaban.
¿Cuáles eran tus poetas preferidos?
Provengo de una educación sentimental poética, de autores como Joan Margarit, Luis Alberto de Cuenca, Vicente Núñez, Luis Antonio de Villena o José María Álvarez. Los fui leyendo durante mi adolescencia, en los setenta y ochenta, ampliando posteriormente mi biblioteca a poetas como Concha García, Aurora Luque o, más recientemente, Natalia Litvinova.
¿Tu estilo literario cómo es?
Escribo un tipo de poesía clara, sin grandes dificultades técnicas, para que todos los lectores puedan acceder a ella en una primera lectura. No obstante, para nada son simples, porque siempre tienen dos o tres lecturas, y se detectan nuevos matices en cada revisión.
Además, algunas de ellas tienen ciertos puntos de ironía y matices, que gustarán más o menos según el nivel cultural del lector. No lo entenderá igual un niño de quince años que un adulto de cuarenta.
«Los poemas que escribo albergan ciertos puntos de ironía, que gustarán o no según el grado del lector»
Así amplías el número de lectores.
Realmente nunca he escrito para que la gente me lea, sino para mí. No trabajo pensando que voy a tener un público; lo hago porque me gusta a mí, que me revele como persona. Básicamente persigo que me representen y, si además gustan, mejor que mejor.
¿Qué es ‘Voz en over’?
Es un concepto que me he inventado, haciendo referencia al conocido ‘voz en off’, aunque el nombre del poemario lo he tenido que cambiar varias veces para no copiar uno que acababan de publicar.
El libro habla de cine y la mayoría de los títulos son de películas que me fascinaron. De igual modo, tres poemas se refieren a términos cinematográficos.
«Nunca he escrito para que la gente me lea, sino para mí, que me revele como persona»
¿Tanto te gusta el cine?
¡Por supuesto! Es una de mis grandes pasiones, aparte de la literatura. En ‘Voz en over’ quise apoyarme en aspectos del séptimo arte, como la rebeldía juvenil que empleo al escribir sobre ‘Rebelde sin causa’ (1955), protagonizada por James Dean.
Otros films que me cautivan son ‘La condesa descalza’ (1954), de Joseph L. Mankiewicz, o ‘El crepúsculo de los dioses’ (1950), de Billy Wilder, obra maestra. Por supuesto, los cuatro grandes del cine italiano: Luchino Visconti -magistral en ‘La tierra tiembla’ (1948) o ‘El gatopardo’ (1963)-; Michelangelo Antonioni, Pier Paolo Pasolini y Federico Fellini, inolvidable en ‘Ocho y medio’ (1963), sin olvidarme de ‘La carta’ (1940), de William Wyler, con Betty Davis, mi actriz favorita.
¿Cómo fue la presentación en la Sala de Cineastas?
¡Fue estupenda! Tuvo lugar el 4 de julio y sinceramente no esperaba que Carlos Escolano, su director, me hiciera unas preguntas tan interesantes sobre el poemario. Lo disfruté muchísimo.
Y ahora, ¿qué estás escribiendo?
Estoy en un periodo de pausa, porque recientemente perdí a mis padres, en un espacio muy corto de tiempo entre ambos, y necesito unos meses para recuperarme. Lo próximo que escriba será sobre la orfandad.