Los guardeses se sinceraban con el reportero, tras preguntar este si era muy antigua la finca: “Buuuuf, si la inauguró Pilar Polo de Franco y hasta estuvo Alfonso XIII aquí”. Dejando aparte el posible anacronismo, gazapo o ‘blooper’ (María del Carmen Polo, 1900-1988; el monarca, 1886-1941), lo cierto es que la leyenda que atribuye una pernoctación real en la hacienda Lo Reiet o Raiet, o Los Reyechs, nos introduce un tema peculiar: ¿dónde veranean las monarquías?
Si es cierto que Alfonso XIII vino a estas propiedades de la pedanía alicantina de Bacarot, tras inaugurar el llamado Portón del Rey, y que pasó el agosto de 1920 contemplando el Mediterráneo desde la terraza del caserón, décadas después la Escuela Taller y Casas de Oficios 9 d’Octubre, de la Generalitat, entonces anotemos ya una de las residencias veraniegas. Casas, palacios, castillos. En busca del frescor, claro.
Cuestiones feudales
El asunto también abre debate sobre la conservación de los lugares. La anterior finca no estaba en sus mejores momentos durante la visita periodística, vaya por delante. Aunque a veces las cosas pintan mejor y se conservan. Al fin y al cabo, ¿dónde duerme un rey? Obviamente, en lugares defendibles, donde pueda aposentarse su séquito (hoy, guardas de seguridad y servicio). Grandes.
Es igual el trasfondo ahora que antes, pero cambia la puesta en escena. En tiempos del feudalismo (estructuras poblacionales de tipo piramidal basadas en el vasallaje), especialmente activo durante la Edad Media (siglos V al XV), época de la que al fin y al cabo es hijo, tocaba castillo. Pero no uno cualquiera. Recordemos los distintos tipos de castillo reseñados por el investigador francés André Bazzana.
Duermen en lugares defendibles, donde pueda aposentarse su séquito
Por categorías
Para él existen siete categorías de ellos: ciudadela sobre una población fortificada, castillo de itinerario (en puntos de paso obligado), cuartel (fortín de vigilancia), fortaleza asociada a un hábitat rural permanente, refugio temporal, torre de alquería y torre vigía o atalaya. Pues bien, en una estructura piramidal, a muchos nobles como mucho les llegaba para torre de vigilancia. Y eso no era propio de un señor de señores.
El monarca se alojará en lo más espacioso, a ser posible. Para cuando, con la Edad Moderna (desde el XV hasta el XVIII), nos volvimos urbanos, por entonces proliferaron los palacios, al cabo, castillos insertos en los meollos poblacionales. Según la Real Academia Española (RAE), un palacio es una “casa solariega de una familia noble” o una “casa suntuosa, destinada a habitación de grandes personajes, o para las juntas de corporaciones elevadas”. Pero hay una primera acepción.
Un palacio era una casa destinada para residencia de los reyes
La familia Borja
También es una “casa destinada para residencia de los reyes”. Con tales mimbres, reparemos, para empezar, en una población de la Comunitat Valenciana especialmente agraciada con lo de historias e intrahistorias políticas. En concreto, Gandía (La Safor). Se encuentra bien conectada, posee costa, donde desemboca un río, el Serpis. ¿Qué más se puede pedir? Las crónicas afirman incluso que aquí descansaron reyes.
Perteneciente a la familia Borja (o Borgia, tras su incursión política en tierras vaticanas), antes a la familia Bellvis, de construcción iniciada en el siglo XIV, puro gótico valenciano, realmente no consta listado regio. Pero no deja de tener muchos enteros para ello, si bien tras la muerte del último Borja quedó abandonado hasta que en 1890 lo recuperaba la Compañía de Jesús.
En el Palacio del Real de Valencia descansaron desde árabes hasta borbones
Demolidos o conservados
Sí que consta que el Palacio del Real de Valencia fue residencia vacacional, tanto para Abd al-Aziz ibn Abi Ámir (1005-1061), rey de la Taifa de Balansiya (València), para quien se construyó, como para monarcas de la Corona de Aragón, austrias y borbones. Por desgracia, hoy no existe ya: al final, lo demolieron en 1808, en la Guerra de la Independencia (1808-1814), para impedir que los franceses se hicieran fuertes allí.
Al menos, y es una forma de conservarlo, el palacio Salvetti, el edificio, sobrevive, en Alicante capital, a costa de haberse convertido en un apartahotel, aparthotel o apartotel de diez habitaciones. Construido en 1887 para la familia Salvetti (el abuelo, Víctor, 1791-1859, era banquero y cónsul de Holanda; el hijo Arturo, 1845-1918, heredó los negocios; y el nieto Víctor, 1869-1945, fue cónsul de Italia). ¿Y quién pernoctó allí? Alfonso XIII.
Visitante y prisioneros
En febrero de 1911 recalaba entonces el rey viajero por la ciudad alicantina, para inaugurar el Club de Regatas, cuya colocación de la primera piedra había presidido, en 1909. El monarca llegó, vio, se enamoró del lugar y le proporcionó salón de armas. Ya no eran tiempos de mandoble y tentetieso, pero no menos convulsa fue su época, con destierro incluido.
El listado no acaba aquí, ni siquiera para el correntón Alfonso XIII, en la Comunitat Valenciana, pero se hace difuso. Salvo que contemos las estancias de tanto prisionero en el castillo, en su origen fortaleza íbera, de Xàtiva (La Costera), entre infantes, nobles y comendadores, como periodo vacacional. Aunque quizá no estarían de acuerdo los respectivos. Pero incluso en este caso se cumplieron las condiciones al principio reseñadas. Defendibles. Y grandes.