Benejúzar es un pueblo pequeño, en el que los vecinos se conocen y todo se sabe, por eso todavía están presentes los sucesos que relata la serie documental ‘La mano en el fuego’, porque el crimen se cometió en 2005 pero el origen se remonta al 17 de octubre de 1998.
Ese día, sábado, Verónica Rodríguez -de trece años-, recién levantada se fue a comprar el pan, “pero no tardes”, le espetó su madre, Mari Carmen García. “A la vuelta quise ir a ver a mi perro y Pincelito, un vecino, estaba por allí, a lo suyo, mirando los palomos”.
“No desconfié de él, pero de pronto noté que me tapaban la boca y tenía un cuchillo en el cuello”, explica Verónica, antes de confesar en los diferentes capítulos cómo “me retuvo un tiempo y me violó”.
Antonio Cosme, detenido
Cuando Pincelito la dejó marchar, con amenazas para que callara, la joven corrió a su casa gritando “¡que me ha violado el Pincelito!”. Verónica matiza que “no recuerdo mucho de esa mañana, sí que mi madre se puso histérica, mientras le intentaba decir que, al menos, estoy viva”.
Los familiares se desplazaron inmediatamente a casa de Antonio Cosme, de 63 años y albañil de profesión, muy popular en la localidad, donde todos le apodaban ‘Pincelito’. Éste no estaba, había huido corriendo, pero la Guardia Civil no tardó en detenerle.
En el pueblo había incredulidad, “no pensaban que pudiera haber pasado, y menos esa persona”; la mayoría se posicionó con él, en contra de Verónica a la que tildaron de haberse inventado la historia. “Llegué a oír que iba provocándole, cuando no tenía ni pecho”, dice triste.
Mari Carmen García quemó en 2005 a la persona que había violado en 1998 a su hija menor
¿Qué va a pasar ahora?
En las semanas siguientes todos se preguntaban qué iba a suceder en Benejúzar, tras probarse la violación de la niña. La propia Verónica quiso regresar al colegio cuatro días después, “porque necesitaba seguir con mi vida” y notó cómo la cuestionaban, “criticándome”.
¿Pero cómo se libró Verónica de Pincelito? Ella misma lo detalla: “recordaba el caso de las niñas de Alcàsser y tuve que emplear la inteligencia, porque era imposible mediante la fuerza: le perjuré que no se lo contaría a mis padres, que sus nietas tenían mi edad y que, por favor, me dejara ir…”.
“A raíz de lo que pasó, mi vida cambió y tuve que mudarme, para empezar de cero en Los Montesinos”, matiza. “También mi madre, que antes era muy risueña y le encantaba ir a la romería: después de la violación se volvió un ser muy solitario: pasó a ser la loca del pueblo, y yo, la puta”.
Los vecinos del municipio jamás apoyaron a la madre, que era forastera, a la que llamaban loca
Prisión y posterior permiso
El juicio condenó a Antonio Cosme a diez años de prisión, pese a las diferentes manifestaciones que hubo en el pueblo a su favor. “Nadie entendió la acusación”, aseguran diversos testigos, mientras otros muchos sí se definían en contra de Mari Carmen.
Ahora, muchos años después, Mari Carmen remarca que “le creyeron a él, porque era del municipio, a diferencia de nosotros, que habíamos llegado de fuera y éramos forasteros”. Nunca se sintió arropada, sino todo lo contrario, estuvo muy sola enfrente del violador de su hija. “Eso me hundió psicológicamente”.
En 2005 Cosme regresó a Benejúzar en un permiso penitenciario y el destino hizo que se cruzara con Mari Carmen. “¿Cómo está tu hija?”, le preguntó y la mujer de inmediato entró en un colapso mental.
García, con graves problemas mentales, pasó cuatro años y medio en la prisión de Fontcalent
¡Para que no me olvides!
La madre, en tratamiento psicológico desde que se produjera el delito en 1998, temía que aquel hombre cumpliera con su palabra y matara a su hija, tal y como había amenazado aquel fatídico sábado para que callara.
Fue a una gasolinera, compró cierta cantidad de gasolina y, sin dudar, entró en el bar en el que se encontraba desayunando Antonio Cosme. Le roció una botella llena de combustible y le prendió fuego con un fósforo, gritándole con rabia acumulada “¡para que no me olvides!”.
Tras la agresión, que acabó con la vida de Pincelito, Mari Carmen huyó, en tanto su hija se presentaba en las dependencias de la Guardia Civil. Esa misma noche, en las inmediaciones del puerto de Alicante, fue detenida.
Liberación
Este segundo suceso llamó poderosamente la atención de numerosos medios de comunicación del país, que sí se posicionaron a favor de Mari Carmen. Se pidió incluso su indulto, aduciendo evidentes problemas psicológicos, aunque finalmente entró en la prisión de Fontcalent en mayo de 2014.
“Ella no es ninguna asesina: lo hizo porque tuvo una explosión mental, porque no estaba bien, y lo quemó”, sostiene Verónica, quien siempre entendió la reacción de su madre, en libertad desde 2018.