El afamado militar romano, Marco Claudio Marcelo (270-208 a.C.), glorioso vencedor de los galos, en el 222 a.C., lo que le valió su primer consulado, se las prometía muy felices al asediar la ciudad griega de Siracusa (de la antigua Grecia, porque se encuentra al sudeste de Sicilia), “la más grande de las ciudades griegas y la más bella de todas las ciudades” para el filósofo y político Cicerón (106-43 a.C.).
Pero en su primera campaña (214 a.C.) el ejército de Roma se vio sorprendido por una devastadora invención de los siracusanos. Lo llamaron ‘el rayo de Arquímedes’, por su creador, el físico y matemático de igual nombre (287-212 a.C.), o espejo ustorio (de ‘ustor’, ‘ustōris’, ‘el que quema’). Un reflectante cóncavo que concentraba los rayos del sol, para destruir. Un sueño humano: domeñar y usar la energía del astro rey, como las células solares.
Un ciclo energético
El ciclo de la energía solar se enseña, o enseñaba, desde las escuelas. De manera muy esquemática: el sol sirve para la fotosíntesis de las plantas, comidas por los herbívoros, devorados por carnívoros y omnívoros, que mueren y forman parte del humus o sustrato del suelo, que a su vez sirve para que germinen y crezcan las plantas. ¿Pero poder usar personalmente ese potencial?
Hornos solares, centrales eléctricas termosolares… Toda una batería de inventos destinados a canalizar la energía de la estrella más cercana que tenemos. Como los paneles solares. ¿Cuántos? Según el ‘Informe de situación de las energías renovables en la Comunitat Valenciana’, de la Asociación Valenciana de Empresas del Sector de la Energía (Avaesen), les corresponden a estas tierras 76.666 instalaciones. En total, 921,5 megavatios (un megavatio son un millón de vatios).
Hay en la Comunitat Valenciana unas 76.666 instalaciones
Tabletas de silicio
¿Qué es un panel solar? La definición oficial es un “dispositivo que capta la energía de la radiación solar”, pero esto resulta muy de cajón. Puede tratarse de un panel destinado a acumular esta, un ‘colector solar’. Suelen utilizarse para calentar el agua, por ejemplo. Emplean un sistema de espejos, como el bueno de Arquímedes, aunque, eso sí, con intenciones menos aviesas y más domésticas.
Sin embargo, podemos encontrarnos ante algo un tanto más complejo, un panel fotovoltaico, lo que llamamos de hecho panel solar. Como un panal donde cada celdilla es una tableta de silicio o arseniuro de galio, que sirve para que se dé el llamado efecto fotovoltaico. Simplificando mucho de nuevo, la transformación de la energía solar en electricidad. Es más sencillo de lo que parece.
Nuestra estrella emite unos 173.000 teravatios diarios
Fotones y electrones
Así es el asunto: el sol emite energía. Según los cálculos científicos, unos 173.000 teravatios diarios. Un teravatio equivale a un billón de vatios (1.000.000.000.000 vatios), aproximadamente lo que consumiría una ciudad como Nueva York durante unos noventa días (tres meses). La célula solar capta esta energía, que está compuesta, como luz que es, de unas partículas llamadas fotones (a la vez ondas y partículas), que golpean estas tabletas.
El repiqueteo, por definirlo en facilona metáfora, libera electrones (partículas elementales, de carga negativa, que forman parte de los átomos) que se transforman en corriente eléctrica. Todo esto lo comenzaba en 1839 el físico parisino Alexandre-Edmond Becquerel (1820-1891), hijo del gran estudioso de la electricidad Antoine César Becquerel (1788-1878) y padre de Henri Becquerel (1852-1908), descubridor de la radiactividad y Premio Nobel de Física en 1903.
La provincia de Alicante lidera en la Comunitat Valenciana
Viaje a Marte
Lo más mediático fue lo de las sondas marcianas lanzadas por Estados Unidos en los sesenta del pasado siglo. Los exitosos y gemelos artilugios bautizados como ‘Mariner’ 6 y 7, que despegaron desde la Tierra, respectivamente, el 25 de febrero y el 27 de marzo de 1969. Aparte de la propulsión por monopropelentes (un solo componente) de hidracina (formado por dos átomos de nitrógeno y cuatro de hidrógeno), había otro recurso.
En concreto, cada uno de los ingenios desplegaban cuatro paneles solares (con unos 7,7 metros cuadrados de superficie total) con 17.472 células fotovoltaicas. La imagen de aquella especie de velas solares (en el fondo, puede decirse que tales eran) se iba a convertir en icónica para parte de los inventos mecánicos que partieron hacia el espacio exterior.
Las ventajas
¿Pero esto cómo se traduce en nuestro día a día? En dinero. Si bien necesitan de una inversión inicial, en general requieren poco mantenimiento y poseen una vida útil de hasta unos treinta años, bien cuidadas. Una placa estándar, ya puestos, produce unos 250 vatios (una casa normalita puede consumir de media unos cuatro o cinco kilovatios, o sea, 4.000 o 5.000 vatios). Pero obviamente en pleno verano la producción eléctrica puede alzarse más arriba.
Según el informe de Avaesen antes citado, la provincia de Alicante lidera el asunto (en datos referidos a 2023, recordémoslo), en el ámbito de la Comunitat Valenciana, con 34.997 instalaciones, frente a las 34.343 de València y las 7.336 de Castellón. Y bueno, se trata de energía limpia. Renovable. Al menos mientras haya sol, que todavía durará más que nuestro planeta, unos cinco mil millones de años.