El castillo de Benissanó dispone de un pasado muy potente. Y por suerte, se mantiene en unas condiciones notables. A ello hay que sumar que ahora es de titularidad pública, tras pasar por manos particulares e incluso por entidades bancarias. El imponente castillo, que vigila todo el valle del Camp del Túria, ha sido durante mucho tiempo conocido sólo por los vecinos de esta comarca, que algunos reivindican como la cuarta provincia de la Comunitat.
Pero ni el Camp del Túria es la cuarta provincia de la Comunitat ni su hermoso castillo era conocido por valencianos y turistas allende de Llíria, Benaguacil, La Pobla de Vallbona y alrededores. Sin embargo, ha bastado que una ‘influencer’ aludiera al castillo de este pequeño municipio para que las visitas se hayan multiplicado. “Es una locura, esto nunca había pasado”, confiesa a este periódico la empleada del ‘ticketing’ que da acceso al mismo.
“Es una locura, esto nunca había pasado”, confiesan a este periódico empleados del castillo
Los guías, desbordados
Una mañana de fin de semana el plan gastronómico-cultural parece evidente. Acudir al castillo de Benissanó, conocer las leyendas de la fortaleza, disfrutar del campo que baña el río Turia, y reservar una mesa en cualquiera de los atractivos restaurantes de la comarca o del propio municipio.
De pronto, la entrada al castillo evidencia una larga cola que alcanza hasta el propio núcleo urbano. “Los fines de semana se han convertido en una avalancha de gente desde aquel ‘post’ de la ‘influencer’. Por seguridad, no podemos dejar entrar con normalidad a todos a la vez”, señalan.
Lo mismo sucede una vez accedes al castillo. El guía turístico se ve obligado a dar una charla previa en el patio de armas, para advertir que el recorrido debe hacerse segmentado y que la gente tenga paciencia. “Hemos pasado de grupos de veinte personas a más de cincuenta. Me sabe mal por si no todo el mundo puede escuchar mis explicaciones, pero desde lo de la chica ésa de Instagram las visitas se han disparado. No estábamos habituados a esto”, indica Borja, profesor de historia entre semana, y uno de los guías del castillo.
Para rogar paciencia a la multitud, el guía turístico da una charla previa en el patio de armas
El municipio
Benissanó es un pueblo pequeñito. Para muchos es “ese pueblecito que hay entre La Pobla y Llíria”. La carretera que une, precisamente, esos dos municipios, es la que divide en dos el pueblo, dejando a un lado el castillo y la parte histórica de Benissanó. El resto son algunas calles tranquilas y de escaso comercio local. En tiempos el pueblo era conocido por los amantes de la gastronomía por uno de sus restaurantes, con fama de elaborar la mejor paella de la provincia.
Pertenece a la segunda corona del área metropolitana de València y su censo apenas registra los 2.400 habitantes. La principal actividad económica es la agricultura. En el regadío, gracias a la ampliación de la distribución de las aguas del río Turia, se cosechan cítricos, cebollas (como en la vecina Pobla de Vallbona), cereales y hortalizas. Tras unas década de dominio del PP, las últimas legislaturas viene gobernando el PSPV (su alcaldesa, Amparo Navarro, va por el tercer mandato al frente del consistorio).
Luis de Cavanilles
Benissanó surgió en el siglo XII a partir de edificaciones que rodeaban un «castillejo» de origen musulmán. Durante la época de la Reconquista se realizaron donaciones de tierras recogidas en el ‘Llibre del Repartiment’. En él figura la donación en noviembre de 1249 de la alquería de Benizanó a D. Pedro Íñiguez de Di Castello, posteriormente pasó a ser considerado como pueblo con señorío. Oficialmente Benissanó fue reconocida como una jurisdicción propia por Jaume I.
A finales del siglo XV, Isabel Gallach, esposa del gobernador de València Luis de Cavanilles y Vilarrasa, adquirió el señorío de Benissanó, que heredó en 1503 su hijo y nuevo gobernador, Luis de Cavanilles, primer señor de Benissanó. En esta fortaleza que aún se conserva y que los turistas pueden visitar, se refugió el gobernador en el verano de 1519 de la peste que aconteció en València, y en 1520 y hasta octubre de 1521, de los radicales agermanados.
Benissanó forma parte de la segunda corona del área metropolitana de València
Desde las almenas
Lo primero que el visitante puede hacer, mientras espera su turno en caso de haberse apuntado a la visita guiada, es dar una vuelta por el foso y los alrededores de la fortaleza. Así nada más traspasar la muralla del castillo un camino conduce hacia la derecha a dos niveles. Uno donde se extiende el foso propiamente dicho, ahora zona medio ajardinada, y el otro, un nivel más elevado.
Este segundo nivel da acceso a las almenas desde donde se defendía la fortaleza. Según el recorrido de este pasillo de almenas se puede contemplar distintos puntos de interés visual. Por un lado el casco antiguo de Benissanó. Por otro, la ladera que lleva de Llíria a Olocau. Hacia el oeste, la antigua Edeta, capital de la comarca. Y un poco más al sur, al fondo, se extiende Benaguacil.
Antigua alquería árabe
Esta imponente fortaleza en el corazón del Camp del Túria se mantiene en un estado de conservación espectacular, siendo uno de los castillos mejor conservados de la Comunitat Valenciana. Tal y como explica Borja, uno de los guías de Benissanó, “fue edificado en la segunda mitad del siglo XV sobre el solar de una antigua alquería árabe denominada Benixanut, gracias a los deseos de la familia Cavanilles y Villarrasa, señores de Benissanó”.
Se puede considerar esta edificación como un castillo-palacio, donde se conjugan la fortaleza y la residencial señorial. En su aspecto primitivo, el castillo contaba con un puente levadizo y foso; el remate de la torre central era triangular y puntiagudo, pero estos elementos fueron eliminados en reformas posteriores.
Hay que señalar que antiguamente salían tres murallas. En cada una de ellas había cuatro torres colocadas a la misma distancia y tres portales (Bétera, Llíria y València), éstos aún mantienen su estado original.
En el ‘Llibre del Repartiment’ figura la donación de la alquería de Benizanó a D. Pedro Íñiguez
Amplia entrada principal
En el patio de armas se percibe con claridad un pozo, aún conservado, para la extracción de agua y resistencia de asedio. En esta zona también se enganchaba algunos caballos que no querían pasarse al interior de la muralla. Los guías utilizan este espacio para dar la primera charla introductoria, haciendo un recorrido desde Al-Ándalus hasta el presente del castillo, por todas las etapas históricas que ha vivido Benissanó.
Nada más dejar atrás el patio, se accede a un gran vestíbulo distribuidor. Por el centro, la escalinata que da acceso a las estancias nobles. Por el otro lado, las dependencias de los trabajadores del castillo (el servicio) y las bodegas. Esta zona se decidió ampliar con el paso de los siglos.
Por el otro extremo se extiende una larga estancia en la que se ha instalado una maqueta del castillo, y en cuyas paredes hay algunos dibujos de origen que abren distintas posibilidades sobre su uso en el pasado. Una de ellas apunta a que los presos de baja condición eran retenidos en este habitación estirada y acabada en ‘L’.
Espectacular vidriera
Una vez se deja la planta baja se accede por la escalinata a la sala noble, en la que hay que destacar las puertas blasonadas, la chimenea, una vidriera y los azulejos, que fueron incorporados a finales del siglo XIX en la reforma realizada bajo los designios de Luis Beltrán Escrivá de Romaní. Una larga inscripción en latín recorre el perímetro alto de la que sin duda es la estancia más hermosa de la fortaleza.
Se trata de un friso con los escudos de los Cavanilles Villarrasa, alternando con una inscripción que dice: «La supervía de vos matará amos a dos», la cual hace alusión a una leyenda modificada con el paso del tiempo, y que tiene relación con la estancia del rey Francisco I y las hijas de la familia valenciana del castillo.
Varias armaduras completas, además, se distribuyen por la misma y por los pasillos contiguos que dan a la habitación donde residía el rey Francisco I de Francia, cuando estuvo prisionero durante dieciocho días en nombre de Carlos I de España.
Hay que destacar las puertas blasonadas, la chimenea, una vidriera y los preciosos azulejos
La familia Cavanilles
“Fue Don Jerónimo de Cavanilles quién trasladó al rey prisionero Francisco I de Francia al castillo de Benissanó, por petición directa del Emperador Carlos V, después de la derrota en la batalla de Pavía en 1525, conformando uno de los pasajes históricos acontecidos en el municipio que más se conocen y se recuerdan”, indican los guías de la fortaleza valenciana.
Ejerció también los cargos de Virrey y Capitán General de la Virreina Doña Germana de Foix desde 1538 hasta 1549. Se casó con Doña Leonor de Borja, emparentando con esta familia de Papas.
Respecto a los adornos y los detalles de particular belleza visual, cabe destacar sus azulejos, de un gran valor histórico. Por una parte se hallan los procedentes de la fábrica de Cárcer de finales del siglo XIV, y por la otra, están los llamados ’cerámica azul’ de Manises, fechada a finales del siglo XV. También, decoran el techo de algunas paredes los típicos ‘socarrats’ o ‘cremats’ valencianos.
Recreación histórica
Anualmente y con la celebración de la adquisición del Castillo a titularidad municipal, que se celebra el durante el primer o segundo fin de semana de febrero, Benissanó recrea la entrada del rey cautivo Francisco I. Se trata de una jornada espectacular con decenas de figurantes vestidos con trajes y portando armamento de la época. Representantes de la administración local se unen a un acto de carácter lúdico-cultural de enorme éxito año tras año.
Sonidos de tambores, relinche de caballos, olor a pólvora escupida por los mosquetones y arcabuces, más de un centenar de participantes, entre actores, recreadores y jinetes, además de varios cañones y una escuadra de caballería, dan vida cada año a este hecho histórico, desde la calle Mayor hasta las puertas del Castillo de Benissanó.
Francisco I de Francia estuvo prisionero dieciocho días en nombre de Carlos I de España
Fue embargado
En 1987 fue adquirido por D. Vidal Valle con el objetivo de convertirlo en un museo de arte contemporáneo que nunca se realizó. A Vidal Valle, Caja Madrid le embargó el castillo en 1994. En 1996 sale a subasta y entre la Generalitat Valenciana y el Ayuntamiento de Benissanó lo compraron por valor de 90 millones de pesetas, siendo alcalde Serafín Castellano y presidente de la Generalitat Eduardo Zaplana, pasando a ser propiedad pública municipal.
Fue declarado Monumento Nacional, bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español. Actualmente, además de realizar visitas guiadas para particulares, también ofrece visitas escolares y alquiler de sus estancia para celebrar eventos.