Entrevista > Diana de Arias / Emprendedora social (Dénia, 31-agosto-1990)
La vida de Diana de Arias cambió durante las Navidades de 2013. “Estudiaba Diseño Gráfico en València y precisamente ese curso estaba de Erasmus en Roma”, apunta. Vino a visitar a sus padres a Dénia y, poco antes de regresar, empezó a sentirse mal: fuertes migrañas, dificultades para tragar, desequilibrio y descoordinación en la parte derecha del cuerpo.
“Sin embargo, en ningún momento lo asocié a un ictus y menos con veintitrés años”, suspira, pese a que “todo era muy raro”. Al llegar por primera vez al hospital le diagnosticaron simplemente vértigo, “primera negligencia médica, pues ya presentaba claros síntomas de un ictus”. Por fortuna la operación fue todo un éxito, aunque salió con una lista interminable de secuelas.
Para Diana esta situación, inesperada, ha sido un punto de inflexión en su vida: “me preparaba para un camino (personal y profesionalmente) y tuve que tomar el contrario”, dice. Ha sabido revertir el problema y ahora ayuda a familias con Decedario Gym, un programa único e innovador que complementa las terapias de neurorrehabilitación de los pacientes.
¿Cómo se debe tratar un ictus?
El protocolo dice que debe intervenirse con urgencia dentro de las primeras cuatro horas de sentirte con algún síntoma. En mi caso fui al hospital dos veces y pasó una semana, es decir, ¡estoy viva de milagro!
Recuerdo un episodio en el que me atraganté y estuve en apnea más de un minuto. Se me hizo eterno, porque no conseguía que me entrara aire por ningún sitio.
Volviste al hospital.
Efectivamente, ya con un cuadro clínico más que obvio, pero el médico hasta las veinticuatro horas no me hizo un tac. Me realizaron las típicas pruebas del ictus, que remarcaban lo que tenía. Al ver los resultados sí se movilizó todo con rapidez.
El siguiente problema fue que en mi hospital no había unidad de neurocirugía -una nueva negligencia más, porque todos los centros deberían contar con los mismos recursos- y tuve que esperar veinticuatro horas más a que llegaran dos doctores de Elche. Me dieron entonces la noticia y me dijeron que debían operarme de urgencia.
«Lo que me pasó fue una dosis de realidad, en la que tomas la decisión correcta o mueres»
¿Qué pasó entonces?
No entendía nada y reclamé una segunda opinión. Fue como una dosis de realidad, en la que debía tomar la decisión correcta o podía morir. Al estudiar en València prefería que la operación fuera allí, también porque se trataba de neurocirugía especializada en mi problema, mucho más que el de Elche. Lo cuento porque no debería ser así.
Nunca pensamos que nos va a ocurrir a nosotros.
Así es. Ahora soy consciente de todo por lo que he pasado, cuando en ese momento mi prioridad era salvar la vida. Después de la operación me trasladé a Dénia, porque necesitaba el cuidado ininterrumpido de mis padres, pero me decían que la rehabilitación debía hacerla en València.
La burocracia, otro de nuestros males, tardó dos meses en trasladar mi rehabilitación al hospital más cercano, cuando los expertos insisten que debe comenzar poco después de pasar por quirófano.
«La rehabilitación fue bien, pero es limitada; mientras el ictus te acompaña toda la vida»
¿La propia rehabilitación fue bien?
Sí, pero no deja de ser limitada a un periodo de tiempo, mientras el ictus te acompaña toda la vida. Una persona que ha sufrido un accidente cerebral con tales secuelas debe tener una constancia y un mantenimiento, porque si no retrocede en su mejoría.
¿En qué consiste Decedario?
Decidida a marcar la diferencia, junto al equipo de especialistas de la Asociación Nueva Opción de València, desarrollé Decedario, una herramienta única, patentada y basada en evidencia científica para mejorar los materiales de intervención de los profesionales.
Seguidamente quise ir un paso más allá y crear Decedario Gym, el gimnasio cognitivo en casa, un programa para empoderar a las familias a través de nuestro método, formación y estrategias de acompañamiento.
«Decedario Gym, para todas las edades, estimula el lenguaje, la memoria, la atención…»
El éxito ha sido rotundo.
Efectivamente. Hoy en día, además de ganar más de veinte premios, se ha convertido en una herramienta imprescindible para profesionales y familias del ámbito clínico y educativo, ayudando a miles de niños y adultos de España y Latinoamérica.
¿Qué significa ser una mujer emprendedora de referencia?
Mucho. Recuerdo que cuando regresé a casa, tras la operación, cayó en mis manos el libro de Silvia Abascal, ‘Todo un viaje’, que también había sufrido un ictus. Me di cuenta de que podía recuperarme y que el poder de las historias genera un impacto muy positivo en personas en una situación similar, al sentirse reflejadas.
De ahí mi vinculación con la Fundación Vicente Ferrer, con los que colaboro todo lo que puedo. Tengo una admiración grandísima por la labor que llevan a cabo, fundamental en el mundo en el que vivimos.