Héctor Robledillo / Músico
Héctor Robledillo (Ontinyent, 1-mayo-1990), en una notable madurez musical, es plenamente consciente de que un viaje a Londres, en 2015, le cambió la vida. Allí, en la capital británica, el fotógrafo y amigo José Berjaga “me abrió los ojos”, indicándole cuál era el camino a seguir, “porque me sentía bloqueado, seco”.
Anteriormente había fundado junto a su hermano Joan la banda de pop rock ‘Helsinki’, con la que llegaron a publicar dos discos y realizaron conciertos por toda la geografía española. Luego tocó incluso con varias orquestas conocidas del panorama nacional.
‘Roble’ presenta ahora su proyecto más personal, ‘Siddhartha’, un disco de autor, con distintos ámbitos musicales, “un viaje de autoconocimiento”, en el que todas las canciones han estado compuestas por él mismo, excepto una, ‘El desván’, coescrita junto al músico y también productor Carlos Gómez.
¿Por qué eliges el bajo?
Básicamente porque mi hermano mayor tocaba la guitarra y me propuso montar juntos una banda, haciéndole los coros. Tenía doce-trece años y ¡siquiera sabía lo que era un bajo!
Con el tiempo creamos ‘Helsinki’, que duró siete años; participamos y ganamos diversos concursos, como el Barakaldo Pop Rock, haciendo de teloneros de Ariel Rot… Tocamos asimismo en el Arenal Sound, cuando todavía programaba grupos de rock (ríe).
¿Qué significó ser teloneros del músico argentino?
¡Algo brutal! Y simbólico para esa época, porque éramos realmente jóvenes. Rot es un referente, muy elegante, y me marcó especialmente ver a una persona de esa edad -treinta años mayor que yo- todavía en la brecha.
Ha sentado un precedente a nivel musical, en los ochenta con Tequila y, más tarde, con Los Rodríguez. Otros grupos, que me fascinaban todavía más, eran Green Day, Red Hot Chili Peppers o Nirvana.
«Dispongo de la libertad para expresarme como quiera, algo que deseaba hacer desde hace mucho»
Hablemos de tu proyecto personal.
Con este nuevo trabajo, ‘Siddhartha’, he sido capaz de canalizar mi música, porque hasta ahora había estado en grupos, donde las decisiones se toman en conjunto. Dispongo en estos momentos de la libertad para expresarme como quiera, algo que deseaba hacer desde hace tiempo.
Necesitaba para ello alcanzar una mayor madurez musical y personal. Cuando me di cuenta tenía casi treinta años, con infinidad de ideas grabadas, muchas por pulir, pero que estaban ahí… Durante la pandemia las llevé a cabo con Carlos Gómez y un equipo de músicos excelentes.
¿Cuánta importancia ha tenido Carlos en este proceso?
Ha sido maravilloso cruzarme con una persona así, porque ha hecho que todas las ideas que tenía brillaran todavía más. Las canciones han terminado siendo más redondas y he apreciado la figura del productor, pues necesitas un punto de vista externo para que todo tenga más sentido.
Con Carlos ha sido muy fácil, también porque confío muchísimo en él; posee muy buen gusto musical, muchos años de experiencia y admiro la visión única que tiene para hacer canciones.
«Ha sido maravilloso cruzarme con el productor Carlos Gómez, hace que todas mis ideas brillen más»
¿De qué modo fue clave Londres?
En ‘Helsinki’ llegó un momento en que estábamos saturados, secos de ideas, pero deseaba seguir en este mundillo, porque me siento un obrero, un trabajador de la música, al cien por cien. Me sentía perdido, con mi grupo, que se había acabado. Tocaba en orquestas, cierto, pero mi cabeza se mantenía en un ‘standby’ creativo.
Me fui entonces a Londres, a visitar a un amigo, fotógrafo de profesión, y en ese momento confluyeron una serie de circunstancias personales de cambio. En teoría fui a Inglaterra a despejarme, a mejorar mi inglés y gracias a José sucedió la magia.
¿En qué sentido?
Vivíamos juntos y un día me propuso irnos al barrio de Camden Town. Allí, compartiendo cervezas, me dijo que ya estaba bien, que me veía totalmente perdido y que me centrara en lo que de verdad quería hacer: mi música.
Me expuso que sabía que estaba trabajando en grupos de versiones -en los que todavía sigo-, pero que debía prepararme más, estudiar y apostar por mi talento.
¿‘Siddhartha’ es un viaje de autoconocimiento?
Sin duda. A mi regreso de Londres me puse las pilas, comencé a ir a clases -de armonía, de música, de instrumento…- y cogí la guitarra para componer temas de un modo más asiduo.
En ‘Siddhartha’ van a toparse con un disco con una energía muy entusiasta, de una persona que quiere dirigirse por el camino que le marca su corazón, porque ese es mi sueño.
¿Tienes próximos retos?
Claro, porque el objetivo siempre debe ser tratar de hacer la mejor música posible. Deseo hacer mejores canciones, y estoy en ello, no paro: dispongo de nuevos temas, diferentes a los anteriores, que me llenan muchísimo, porque sigo en esa búsqueda musical.