Rugía el león. Metro-Goldwyn-Mayer (MGM). ‘Ars gratia artis’ (el arte por la gracia del arte). Y salían los títulos de crédito. Ethel Barrymore, Fred Astaire, Gene Kelly, June Allyson, Kathryn Grayson, Mary Astor… y José Iturbi (1895-1980). El pianista, director de orquesta y compositor valenciano se convirtió en una presencia habitual en Hollywood, especialmente en los musicales de la Metro.
Aún rugiente, el veterano estudio, aunque creado en 1924 por fusión de Metro Pictures (de 1915), Goldwyn Pictures (1917) y Louis B. Mayer Pictures (1918), iba a convertirse en adalid del cine musical, en especial gracias al productor y letrista Arthur Freed (1894-1973). Iturbi trabajó en la MGM en varias ocasiones, como en el clásico ‘Levando anclas’ (‘Anchors Aweigh’, 1945), pero antes tuvo que cruzar muchos océanos vitales.
Gas y pianos
El primer océano en cruzar puede decirse que fue desde la cuna hasta el Conservatorio de València, surgido en 1879 y a partir de 1991 rebautizado como Conservatori Superior de Música Joaquín Rodrigo de València (CSMV), en honor al compositor saguntino (1901-1999). A Iturbi se le anotaba un arranque vital bien humilde: su padre era, según muchas biografías, encendedor de farolas de gas en el ‘cap i casal’.
La de farolero no era mala profesión, al menos en las grandes capitales. Se responsabilizaban también de vigilar las calles en la noche (‘¡las doce y sereno!’, de ahí el llamarles serenos). Pero la realidad es que Ricardo Iturbi, casado con Teresa Báguena (pocos datos se saben más de ellos, salvo que ella era aficionada a la ópera), de lo que ejerció principalmente fue de cobrador de la sociedad Gas Lebón (1884-1927).
Su padre era cobrador de Gas Lebón y afinaba pianos
Cafés, iglesias y cines
Eso sí, también afinaba pianos. Así, José y su hermana Amparo Iturbi (1898-1969), pianista, que por cierto llegó a aparecer marcándose duetos musicales con su hermano en varias películas, compraban su pasaje para cruzar el océano del cuarto arte, el de Euterpe (la musa de la música, ‘la que alegra’). Comenzaba José, aún un chiquillo, tocando en cafés, pero también en la iglesia del Real Monasterio de la Trinidad.
Cursó en el Conservatorio valenciano entre 1909 y 1910. Triunfaría en muchos recitales, como el ofrecido en la Exposición Regional precisamente de 1909. Y hasta tuvo un primer contacto con el cine, el luego séptimo arte, acompañando al piano proyecciones en varias de las primeras salas en la ciudad (en 1905 habían abierto los ‘cinematógrafos’ de la Paz y Moderno, o el Cine Turia en 1907).
Tuvo su primer contacto con las películas acompañando al piano las proyecciones
Cruzando fronteras
José Iturbi, tras exitoso paso por París, recalaría en 1919 en Ginebra como profesor, y sería catedrático entre 1920 y 1923. Tocaba cruzar otro océano, este más físico: el Atlántico. Llegaba a Estados Unidos en 1929 y se quedó tiempo, aunque nunca renunció a su nacionalidad española, ni a su valenciana patria chica. Era el año del Gran Crack o Crash bursátil. La Gran Depresión azotaría al país, especialmente entre 1930 y 1932.
Hacía falta entretener a toda una famélica legión de espectadores. Fue época de triunfos escénicos, como los de las grandes orquestas estadounidenses, como las filarmónicas de Nueva York (nacida en 1842) o de Rochester (1922), o las sinfónicas de Chicago (1891), de Detroit (1914) o de Filadelfia (1900). Todas ellas sonaron bajo su batuta, y también le acompañaron como concertista de piano.
Llegó a Estados Unidos en pleno Crack bursátil, en 1929
Desde Los Ángeles
También fue la época del segundo gran arranque de Hollywood, que supuestamente desde un barrio de la californiana ciudad de Los Ángeles (en realidad, su radio de generación de productos se extendía por todo Estados Unidos e incluso Europa y Asia) se convertiría en la gran fábrica productora (y mucho más distribuidora) de sueños audiovisuales, entonces en celuloide.
El productor Arthur Freed, desde la MGM, se embarcaba en la creación de un poderoso equipo del que también hicieron uso sus colegas Jack Cummings (1905-1989) o Joe Pasternak (1901-1991), el de ‘Levando anclas’. Y José Iturbi y su hermana Amparo tenían pasaje en ese barco artístico. Fue una filmografía breve (casi toda con Pasternak), pero nutritiva, donde el músico hacía sus pinitos como actor… interpretándose a sí mismo.
El duro retorno
Temperamental, polémico, Iturbi se convirtió en una poderosa fuerza humana a ambos lados de los escenarios, o de la pantalla. Pero del cine se apeó en 1946, a punto de comenzar un rodaje; se suicidaba, a los veintiocho años, su hija María Iturbi, nacida de su matrimonio con la soprano valenciana María Giner de los Santos (1893-1928). El compositor y concertista dejaba la meca del cine y volvía a València en 1948.
A partir de 1950 se puso al frente de la sinfónica de València, fundada en 1943, que internacionalizó. En beneficio de la población, damnificada por la gran riada del 14 de octubre de 1957, dio incluso un concierto benéfico. Tuvo tiempo de componer (como la sinfonía ‘Fantasía para piano y orquesta’, 1942), y para tocar, aseguran, el piano absolutamente todos los días. En plena actividad, quisieron que descansase y el corazón dejó de seguirle el compás.