Entrevista > Laura y Paco Alarcón / Víctima y Secretario de la Asoc. Víctimas de Alicante de Bebés Robados y Adopciones Irregulares
La complicada y triste historia de Laura, que vive en Benidorm desde hace ahora cinco años, comenzó mucho antes, en 1980. Fue entonces cuando dio a luz a un niño al que, tras dos días de estar junto a ella, se lo llevó una enfermera con la justificación de hacerle una prueba rutinaria. Sin embargo, jamás lo volvió a ver.
Durante todo el día, el personal del hospital les dio largas a ella y a su marido cuando insistían en ver a su hijo y conocer su estado. Tras un rocambolesco episodio, con la expulsión del padre del centro incluida, les aseguraron que su bebé había muerto. Ahora, 44 años después, Laura sabe que todo aquello no fue más que una gran mentira.
¿Cuánto tiempo hace que vives en Benidorm?
Desde hace cinco años.
¿Qué tal tu vida aquí?
Bien, muy bien.
«Nunca tuve unos papeles explicando de qué murió mi hijo» Laura (víctima)
Pero tú naciste en Villena.
No, yo nací en Almansa. Pero me fui con diez años a Villena y he estado viviendo allí hasta que falleció mi marido.
¿Qué ocurrió en 1980?
Pues en ese año tuve un hijo, era el segundo, y se llamaba Javier Hernández. Lo tuve por cesárea; nació y me lo dieron. Era un niño perfecto, no tenía ningún problema. Se tomó sus biberones durante todo el día y estaba todo bien. Al día siguiente, vino una enfermera y me dijo que se lo iba a llevar para hacerle la prueba del talón.
En ese momento, a mi marido ya le habían dado todos los papeles para que se fuese a declararlo al juzgado, así que yo estaba sola y fue entonces cuando se lo llevan.
Y ya nunca más te lo traen.
Pasan horas, horas y horas y no lo traen. Mi marido volvió y preguntó que por qué el niño estaba tanto tiempo fuera y no nos dieron ninguna contestación. Sólo le dicen que esté tranquilo, que ya lo avisarán. Eran ya las seis de la tarde y desde la mañana no nos habían dicho nada.
Llegados a ese momento, mi marido se cabreó y pegó un puñetazo en el mostrador porque ni nos dejaban ver al niño ni nos daban ninguna solución. Fue entonces cuando el personal del hospital llamó al guarda jurado y le echaron de allí.
«En el hospital sólo tenía reconocidos a dos hijos: el mayor y una que iba detrás de Javier» Laura (víctima)
Además, le expulsan.
Le dijeron que le habían puesto una sanción y que no iba a poder entrar en el hospital durante veinticuatro horas y que si había otro familiar que se pudiera quedar conmigo. Es entonces cuando se va para Villena, llega a casa de su madre, se ducha, se arregla y recibe una llamada de teléfono diciéndole que vuelva, que el niño está muy malito.
Cuando volvió al hospital, nadie le atendió hasta las ocho de la mañana, cuando salió un médico por una puerta y le dijo que el niño estaba en el depósito y que si se portaba bien nos lo dejarían enterrar, pero que si no se quedaría allí porque era un feto que serviría para experimentos.
Mi marido les dijo que le íbamos a enterrar, que nos lo llevábamos a Villena. Pero entonces le dicen que no, porque es domingo y no se lo puede llevar a Villena. Que lo enterrarían en una fosa común y en el cementerio de Alicante. Esa fue la condición que pusieron. Cedimos también en eso y lo enterraron. Eso ocurrió en 1980 y no fue hasta 2012 cuando hicieron la exhumación.
Más de 30 años después.
Sí, 33.
«Cuando abrieron el ataúd había un brazo de un adulto con la pulserita de mi hijo» Laura (víctima)
Ahora iremos a la exhumación, pero durante todo ese tiempo tú pensaste que ahí había pasado algo raro.
Porque nunca tuve unos papeles explicando de qué murió mi hijo. Antes de llegar al punto de la exhumación, yo había ido al juzgado, puse denuncias y fui al hospital varias veces. Una de las veces, de esto que te pilla un poco ‘torcida’, le dije ‘oye, mira, que yo tengo una cesárea y tuve un hijo aquí’ y me dijeron que no podía ser, que allí me habrían operado de un callo o del apéndice, pero que sólo tenía reconocidos dos hijos: al mayor y una que iba detrás de Javier.
En definitiva, que habían desaparecido los informes del registro.
Sí. Fue entonces cuando puse una denuncia. Dos años después, viendo que no me llamaban, fui al juzgado a ver qué pasaba. Fue cuando conocí a la Asociación de Víctimas de Alicante de Bebés Robados y Adopciones Irregulares, que estaba haciendo una manifestación en la puerta del juzgado. Hablé con ellos y el fiscal me llamó para hacer una declaración con otra chica, María José, que buscaba a su hermana gemela.
Entramos y me dijo que lo que me había pasado era un caso de niños robados y que iban a hacer una exhumación. La jueza quiso estar presente en dicha exhumación y antes de abrir la tumba llamaron a un cuñado mío como testigo. Él fue quien compró el ataúd, así que lo tuvo que describir antes de abrir la tumba.
Al abrir el ataúd había un brazo de un adulto con la pulserita de mi hijo. ¡Imagínate! Siguieron excavando por si hubiera otros restos en esa misma fosa. Sacaron más cajas, pero todas vacías menos una, en la que había una niña, así que tampoco podía ser mi hijo. Fue entonces cuando nos dijeron que, al no haber cadáver, no podían hacer nada. Si no hay cadáver, no hay delito. Y mi hijo hoy en día está dado por vivo.
«Se han hecho tres exhumaciones en el cementerio de Alicante y en las tres se ha demostrado que el bebé no está» P. Alarcón
Llegados a este punto, Paco, como secretario de la Asociación de Víctimas de Alicante de Bebés Robados y Adopciones Irregulares, ¿qué queda por hacer?, ¿cuáles son los pasos a seguir?
El de Laura es uno de los miles de relatos que tenemos en todo el Estado. En nuestra asociación hay varios casos, y casi todos son de madres que han pasado por los hospitales públicos y privados y con casos muy similares.
¿Cómo comenzaron las sospechas?
Estos recelos comenzaron a surgir a partir de 2008, sobre todo por el programa de Paco Lobatón en el que buscaban a personas desaparecidas. Lobatón empezó también a introducir esta figura a través de una persona que buscaba sus orígenes biológicos, y que se había enterado de que había sido adoptada ilegalmente. Ahí empezaron a popularizarse y a visibilizarse estos casos.
«La ley de Infancia y Adolescencia para garantizar y darles respuesta a todas las personas afectadas se está incumpliendo» P. Alarcón
El relato de Laura es impresionante porque es el de una persona que está viviendo todavía esta penuria y esta violencia, porque esto es una tortura.
Es una tortura porque ella y su familia, los primeros 30 años de esta historia, los han vivido con la duda de si su hijo murió o no. Sin embargo, desde el año 2012, que fue cuando se hizo la exhumación, está la certeza de que a su hijo se lo robaron. Que no murió como le dijeron.
Lo que sucede es que nadie se mueve y tampoco se la reconoce como víctima. La legislación nos tiene abandonados. Se están incumpliendo muchas leyes; llevamos ya varios años intentando aprobar una en el Congreso que esperemos que en esta legislatura, por fin, se consiga.
Desde vuestra asociación lleváis tiempo trabajando para que los silencios administrativos y ese olvido no se produzcan, pero resulta que la Ley de la Concordia aprobada por la Generalitat tampoco ofrece solución.
Bueno, la Ley de Concordia es un folleto, no sé cómo llamarlo, de dos o tres páginas en las que quiere reconocer a todas las víctimas de delitos en su artículo uno, pero en todo el texto se nombra ocho veces a las víctimas de terrorismo y no se nombra ninguna vez a las víctimas de estos casos, cuando llevamos ya muchos años reclamando ese reconocimiento.
También se está incumpliendo totalmente la ley 4-2015 de 27 de abril, sobre el Estatuto de la Víctima del Delito. Así mismo, se está incumpliendo la ley de Infancia y Adolescencia para garantizar y darles respuesta a todas las personas afectadas. Hay un incumplimiento total de la legislación actual.
Incluso, en el Estado español está aprobada la Ley de Memoria Democrática, que incluye un banco de ADN nacional en el que se ha querido incluir, por demanda nuestra, a las víctimas de bebés robados. El problema es que el protocolo de desarrollo del banco de ADN nos exige que, para poder dar esa muestra de ADN, ha de haber una denuncia de por medio, pero si nuestras denuncias están archivadas, no nos las admiten. Eso es una incoherencia total, pero seguimos luchando.
Hablábamos, Laura, de la violencia que supone todo esto. Que contarlo es complicado y escucharlo también. La labor de la asociación, luchando con las Administraciones y en los tribunales, ha puesto en común a mucha gente que sufrió estos casos.
Supone una gran ayuda, porque una persona sola no puede hacer gran cosa. Además, sucede que muchas veces te tratan como a una loca y llega un punto en que no sabes si todo es verdad, si tienes razón. Ellos son los que nos apoyan y nos dan fuerzas para seguir.
«Desde 1951 a 1990 en el cementerio de Alicante se enterraron 10.276 bebés, de los cuales el 80% en esas fosas comunes» P. Alarcón
Paco, en la asociación tenéis un correo para que cualquier persona que crea que puede tener un caso de este tipo se ponga en contacto con vosotros.
En nuestro caso se han hecho tres exhumaciones en el cementerio de Alicante y en las tres se ha demostrado que el bebé no estaba ahí. A raíz de eso, nos hemos puesto a investigar y hemos contabilizado que desde 1951 hasta 1990, en el cementerio de Alicante se enterraron 10.276 bebés. De todos ellos, el 80% está enterrado en esas fosas comunes.
Esto ha creado una alarma social entre todas las personas, entre todas las familias a las que les pasó un caso similar al de Laura. Tienen ahora esa sensación de que, si les ha pasado a otras personas, también puede haberles pasado a ellos. Por ello, si tienen esta duda o incertidumbre y empiezan a preguntarse si pudieran tener algún hijo o nieto vivo todavía, deben saber que pueden ponerse en contacto con nosotros.
Nuestro correo electrónico es avalicante@hotmail.com. Que nos escriban y nos pondremos en contacto con ellos para ofrecer asesoramiento e informar en qué situación está todo el trabajo que se está haciendo.
Laura, ¿quedan ganas y fuerzas para seguir adelante?
Sí. Quedan ganas porque, aunque sea lo último que haga en esta vida, quiero encontrar a mi hijo.