Entrevista > Vicente Soler / Palmerero centenario (Elche, 17-mayo-1924)
En enero de este año había 16.900 personas mayores de cien años en España, y de ellas, casi cien, viven en Elche, lo que supone aproximadamente un 0,5% de la población ilicitana.
De ellos el número de mujeres supera notablemente al de los hombres. Las cifras han ido creciendo en los últimos tiempos, y se prevé que crezca aún más en los venideros.
Factores que influyen
Existen muchos factores que sabemos que determinan cómo envejecemos, y posiblemente no los conocemos todos. Hay factores genéticos, que dependen de lo que heredamos de nuestros padres, y otros están relacionados con el entorno, la atención sanitaria y los hábitos de vida.
En los últimos cinco años dos ilicitanos alcanzaron los 106 años. Se trata de Constantino Roldán y Francisco Gadea; conocimos también a Antonio Vicente Espinosa, que alcanzó los 105, y a otro vecino de las Bayas, que llegó a los 104.
Se da la circunstancia de que muchos de ellos han pasado su vida en el campo en pedanías, dedicados a la agricultura. A pesar de ser un duro trabajo, han vivido al aire libre, respirando el aire del campo y alimentándose con sus productos de la huerta, y de platos tradicionales de cuchara, e incluso algunos de ellos elaborando su propio vino.
Homenaje municipal
Desde el Ayuntamiento de Elche hace años que se rinde homenaje a estos experimentados de larga vida, y Pablo Ruz ha acudido a felicitar y homenajear a algunos de ellos. Este año además, por primera vez, se ha querido felicitar a los mayores de noventa con un acto que se celebró recientemente en el Gran Teatro.
Hoy conocemos a Vicente Soler Beltrán, palmerero de toda la vida, y que a sus cien años sigue montando en bicicleta y subiendo a una escalera para recoger los mejores dátiles de sus palmeras. Tiene cuatro hijos, siete nietos y siete bisnietos, y ha logrado ganar la batalla a tres infartos. Su estado físico y mental son realmente envidiables a su edad.
Vicente, ¿cómo se encuentra?
Pues mujer, con muchos años encima, y con algunos achaques propios de mi edad, como algunos dolores, como es normal.
Hace unos días me constipé, porque me pilló la lluvia cuando iba de paseo por el campo, y me cuesta un poco más que antes recuperarme, pero ya estoy bien.
«Si no hubiera perdido la fuerza, me sentiría como uno de veinte años»
Me ha dicho su hija que sigue montando en bicicleta y que se pasa horas pedaleando por el campo.
Efectivamente. Ahora me han comprado un triciclo para que no me caiga, y me doy paseos por los caminos pedaleando con la compañía de mi perro Brandon, que es un gran compañero, y me acompaña a todas partes.
Disfruto mucho, y mientras mi salud me lo permita, voy a seguir haciéndolo; y no me subo a las palmeras porque mis hijos no me dejan. Pero bueno, me subo con una escalera.
«Pedaleo por el campo dos horas todos los días»
¿Cuál cree usted que es el secreto para tener tan larga vida?
Pues no lo sé la verdad. Solo le puedo decir que me he pasado la vida en el campo trabajando mucho, subiendo a las palmeras. También he trabajado como agricultor, esa ha sido mi vida. Lo que sí le puedo decir es que si no hubiera perdido la fuerza, me sentiría como uno de veinte años.
«Ahora ya no, pero siempre he tenido mi bodeguita»
¿Cómo ha sido su alimentación?
Muy sencilla. No como mucho y casi no como carne, pero me gusta comer de todo, sobre todo los productos del campo y el arroz. Siempre he tenido habas, alcachofas, tomates, trigo, dátiles y todos los productos que plantamos en esta zona.
Comidas tradicionales y las de cuchara de toda la vida. ¡Ah! Y un buen aceite de oliva de mis propios olivos que me hacen en la almazara.
¿El vino lo elaboraba usted?
Sí. Ahora ya no, pero siempre he tenido mi bodeguita. Antes eso era muy normal en el campo, nos hacíamos el vino con nuestras propias uvas.
«He tenido una vida muy sencilla en el campo»
¿Qué momentos le han marcado más en su vida?
He tenido una vida muy sencilla en el campo. No he sido hombre de viajar ni de salir por ahí. He trabajado mucho siempre para sacar a mi familia adelante, primero como palmerero y después dedicado a la agricultura, y aquí he sido feliz con ellos.
Tengo recuerdos también de la posguerra, porque en la guerra yo era solo un niño. Recuerdo que la gente lo pasaba mal, sobre todo para poder comer. Ahora afortunadamente no se sabe lo que es pasar hambre en España.
«Tener dátiles nos ayudó mucho en la posguerra»
¿En el campo era más fácil no pasar hambre en aquellas fechas?
Nosotros no llegamos a pasar hambre porque teníamos el campo y siempre había algo que recoger. Somos de familia de palmereros, y nunca nos faltaban dátiles de las palmeras que teníamos, que siempre ha sido uno de nuestros medios de vida.
Al acabar la guerra, como te decía, había poca comida, y la gente venía de la ciudad con dinero para comprarnos dátiles para poder comer algo, porque la comida escaseaba mucho, y los dátiles además tienen mucho alimento. Estos frutos fueron entonces muy importantes para nosotros, porque podíamos comerlos y además sacar un dinero vendiéndolos.