Entrevista > Gregorio Casasempere / Músico (Alcoy, 9-noviembre-1958)
La vida musical de Gregorio Casasempere Gisbert estaba prácticamente predestinada, incluso antes de nacer, pues pertenece a una legendaria estirpe. “Mi bisabuelo (Enrique Juan Merín), además de industrial del textil, fue compositor y periodista, y mi abuelo (Rafael Casasempere Moltó) fue pianista y ejerció de profesor, siendo clave en la llegada a Alcoy de entidades como los ‘Niños cantores de Viena’ y solistas como Arthur Rubistein”, expresa con satisfacción.
De igual modo, su padre (Gregorio Casasempere Juan), excelente violonchelista, pianista y director, quería que tocara el violín, “instrumento que nunca me llegó a agradar, entre otras razones por la forma violenta de colocar el cuerpo”. La influencia de un profesor le permitió desarrollarse en el piano.
Sin embargo, lo realmente extraordinario es que con menos de catorce años asumió el cargo de músico del Colegio Salesianos de Alcoy. Tiempo después, plenamente entregado a este arte, dirigió al mismo tiempo sociedades tan referentes como la Coral Polifónica, la Orquesta Sinfónica -fundada por su tío Rafael-, la Primitiva o el Conservatorio Profesional. Hoy, semiretirado, sigue con proyectos en mente.
¿Cuándo te atrapó el piano?
Realmente soy pianista porque no quise estudiar violín, que no me gustaba en absoluto, me parecía una tortura. Además, disfrutaba mucho del piano sin saber tocarlo. Mi profesor, el notable violinista Abel Mus, le dijo a mi padre: “olvídate que tu hijo no quiere tocar el violín”.
Contaba con unos siete años y esas sabias palabras del maestro fueron significativas, porque mi progenitor jamás hubiera claudicado. Asimismo, siempre he tenido una personalidad muy rebelde, inquieto, difícil de someter y se puede decir que gracias a la influencia de Mus pude dedicarme a la música. Hubiera sido un desastre de persona, ¡el piano me salvó la vida!
«Mi padre quería que tocara el violín, sin gustarme, hasta que oyó los consejos del profesor Mus»
¿Progresaste con facilidad en el piano?
Sí, aunque hay que remarcar que todos los instrumentos son difíciles, especialmente para mí los de cuerda y algunos de viento. Empecé a tocar el piano, acompañando conciertos, hasta que pasó una cosa en mi colegio, los Salesianos, que iba a marcar el resto de mi existencia.
¿Qué sucedió exactamente?
Los Salesianos en aquella época siempre tenían entre los profesores a un músico, encargado de las diversas actividades musicales y teatrales del colegio, como el canto común. El centro se quedó sin músico en 1972 y el director -Gabriel Molina- habló con mi padre para saber si yo estaría dispuesto a hacerme cargo de las labores musicales del colegio.
Al día siguiente me hicieron ir al despacho del director. Estaba muy asustado, porque desconocía los motivos, y lo primero que me dijo fue “he hablado con tu padre”, lo que me acongojó todavía más. Seguidamente me explicó el compromiso y por supuesto no pude negarme.
«Con menos de catorce años me hice cargo de las labores musicales de mi colegio, los Salesianos»
¿Cómo cambió tu vida a partir de entonces?
Totalmente. Seguía yendo al colegio, pero no realizaba prácticamente ninguna asignatura, pese a que me las aprobaban. Iba al teatro o al coro para tocar el órgano, además de dirigir misas cantadas y tener la responsabilidad de toda la infraestructura musical del colegio.
Me dedicaba, dentro de aquel ámbito, a generar actividad musical; también empecé a dar clases particulares de solfeo, y teoría y dictado en la entonces Escuela Municipal de Bellas Artes, todo ello mientras continuaba estudiando la carrera.
¿Cuáles fueron los siguientes pasos?
En 1975 ya era el director de la Coral Polifónica Alcoyana, tres años más tarde tomé las riendas de la Música Vella d’ Alcoi (‘La Primitiva’) y en 1979 me nombraron director de la Orquesta Sinfónica, cargo que ocupé hasta diciembre de 2023. De igual forma, he sido profesor, secretario y director del Conservatorio Profesional de Música.
«Nunca quise trabajar en otro sitio, porque Alcoy me lo ofrecía absolutamente todo a nivel musical»
¿No era extremadamente estresante?
Si haces lo que te gusta, cualquier esfuerzo es poco, y el hábito de ese trabajo lo adquirí siendo muy joven. Ensayaba todos los días, dejando un hueco para la Agrupación Lírica El Trabajo, los viernes a partir de las 23 horas.
Todo ello formaba parte de un tejido musical y social de una ciudad tan singular como la nuestra, donde siempre ha habido grandes músicos porque sobraba de todo. ¡Por eso nunca dejé mi localidad, porque en Alcoy, que gozó de un pasado poderosísimo, lo tenía todo!
¿Por qué se ha abandonado la ciudad?
Por varias razones: una de ellas puede estar en que ha decrecido en número de habitantes, debido entre otras cuestiones al fuerte declive socioeconómico que se fue produciendo progresivamente tras la eclosión del Modernismo, a principios del siglo XX.
Quizás uno de nuestros primeros fracasos fue la cancelación del tren que iba a unir Alcoy y Alicante…