La ciencia es acumulativa, y la tecnología, al cabo ciencia aplicada, no va a ser menos. La depuración del agua (H2O u oxidano), más necesaria incluso de lo que podamos imaginar, desde estos cuerpos que tenemos compuestos por este líquido entre un 50 o 70% (según, que ya dicen que cada persona es un mundo), ha ido mejorando invento tras invento.
El problema fue solucionándose desde la aireación del agua de consumo propuesta por griegos y romanos, hasta la sucesión de revoluciones científicas iniciadas sobre todo desde el XVI, el ‘siglo de los descubrimientos’, con nuevas tierras por explorar y la tecnología necesaria para asumirlas, con los consiguientes intercambios de saberes. Hoy, la Generalitat Valenciana gestiona 485 estaciones de depuración (más de dos mil en toda España). Mucha historia en medio.
Primer filtro
El recurso de airear el líquido elemento en embalses o a través de conducciones que, especialmente desde los romanos, incluían una tupida red de acueductos, formó parte también del acervo tecnológico de una cultura tan agrícola como la muslime clásica, para la que el agua era símbolo de pureza y sabiduría. Desde occidente, podemos marcar una primera aspa en el calendario en el 1685.
Sería en esa fecha cuando el físico italiano Luca Antonio Porzio (1637-1715) inventase un filtro de arena por sedimentación (lo que permite recoger el poso de impurezas). Solo unos años antes, en 1680, el comerciante, óptico y agrimensor entonces holandés (hoy perteneciente a las Provincias Unidas de los Países Bajos) Antonie o Anton Philips van Leeuwenhoek (1632-1723) nos había abierto una ventana a un mundo muy peculiar. Y diminuto.
El microscopio permitía ver las bacterias que podían contaminar las aguas
Animáculos e infusorios
El microscopio desarrollado por Van Leeuwenhoek, a quien no sin razón se le considera como ‘padre de la microbiología’, nos permitía comenzar a explorar la rica ‘fauna’ que, de tamaño minúsculo, puede bucear en una simple gota de agua. Entre aquellos microbios (del griego ‘micrós’, pequeño, y ‘bíos’, vida; aunque el holandés los llamaba en sus escritos ‘animáculos’), ‘infusorios’ si se encontraban en infusiones de materia en descomposición, había de todo.
Unos servían ‘para bien’ (desde nuestro humano punto de vista, que la naturaleza no atiende a moralismos, sino a su propia mecánica) y otros resultaban dañinos: bacterias que podían contaminar las aguas y directamente matarnos. Con tales mimbres, en 1746 el físico francés Joseph Amy (1696-1760) patentaba un sistema basado en esponjas, lana y carbón.
La Comunitat Valenciana gestiona 485 estaciones de depuración
Dos tipos
En el fondo, ya teníamos las bases para potabilizar el agua, tanto en el ámbito doméstico como a gran escala, que, entre otros tratamientos, incluye la desinfección antes (con dióxido de cloro) y después (mediante rayos ultravioleta y cloro), la decantación (o sea, ‘separar un líquido del poso que contiene, vertiéndolo’ en ‘otro recipiente’) y el filtrado (a través de arena silícea o carbón activo granular).
El resumen del párrafo precedente, a partir de un informe de Aguas de Valencia, nos muestra el funcionamiento de una planta potabilizadora tipo, sean estaciones de tratamiento de agua potable (ETAP), a partir de lo que se llama ‘agua bruta’, preparada directamente para consumo directo humano, o depuradora de aguas residuales (EDAR), generalmente para riego, que trabaja los residuos en tres líneas principales (agua, fango y gas). Pero aún podemos incluir un tercer tipo.
Airear en embalses fue recurso también para la cultura muslime clásica
De mar o salobre
Una planta desaladora o desalinizadora (instalación desaladora de agua de mar o IDAM, o de agua salobre, una IDAS) es un tipo especial de potabilizadora, lógicamente muy activas en zonas litorales o cercanas a la costa. En la Comunitat Valenciana, la sociedad mercantil estatal Aguas de las Cuencas Mediterráneas (Acuamed) gestiona en la actualidad cinco plantas (dos en Alicante, una en València y otras dos en Castellón), aparte de las existentes en Alicante capital y Xàbia.
Poseen una producción conjunta, según el informe de 2022 de Acuamed (el último accesible), de 48,19 hectómetros cúbicos (48.190 millones de litros), aunque no es la prevista para estas plantas de Torrevieja (Vega Baja), Mutxamel (l’Alacantí), Sagunt (Camp de Morvedre), Moncofa (Plana Baixa) y Oropesa (Plana Alta), de 128,4 hectómetros cúbicos (128.400 millones de litros). Con todo, no deja de ser un importante volumen disponible tanto para usos agrícolas como domésticos, incluida su ingesta.
Problemas y mejoras
Siguen adoleciendo este tipo de potabilizadoras de la necesidad de ajustar la técnica en aras de la sostenibilidad, con residuos como salmuera con presencia de metales, o un alto consumo eléctrico. En ello están y, obviamente, cada tecnología al respecto que conquista el mercado afina más. Después de todo, para abastecer de agua potable, por ejemplo, comunidades como las islas Canarias, continúan resultando fundamentales las desaladoras.
Al final, las pioneras en esto (1964), las ‘islas afortunadas’, son la comunidad con mayor número de desalinizadoras (327 de un total de 765, el 42,75%) de España. La Comunitat Valenciana, de hecho, poco pasa del 0,65%. Aunque aumenta notablemente la capacidad potabilizadora con los otros dos tipos citados de estaciones. Se trata de aprovechar los recursos naturales, al tiempo que reciclamos.