Hace poco más de un año Isidoro Baides era una persona anónima, aunque había debutado en 2012 en el programa ‘¿Quién quiere casarse con mi hijo?’ (Cuatro), ahora de nuevo en emisión. “Ya contaba con seguidores, pero las redes sociales reforzaron mi popularidad”, se sincera.
Nos confiesa que durante toda su vida se había dedicado a la venta ambulante, entre Almansa, Ayora y Caudete, mostrando su calzado a grito de “todo barato, como la carne de gato y el bicarbonato; tengo para Honorato, para el marido, el amante, todo barato”.
“Siempre era el gracioso del grupo, el que contaba los chistes”, explica, “el que nunca tenía vergüenza, el más extrovertido y pesao”. De hecho, agrega entre sonrisas, “soy muy payasete, creo que me he tragado un circo”.
Qué sucedió
A lo largo del 2023 empezó a subir vídeos a las redes sociales y los comentarios eran instantáneos. Manifestaban ‘¡qué cuñao!’ o ‘¡masterclass de cuñadismo!’. Fue tal el impacto que pensó ‘abrazar’ esa palabra que tanto se empleaba de un modo despectivo.
Ahora todos dicen ‘soy el cuñao de mi grupo’ o ‘de mis amigos, yo soy el más cuñao’, circunstancia que le enorgullece. “Fue la propia gente la que me bautizó como el cuñao de TikTok”, rememora. Ahora el éxito es imparable, con más de quince millones de visualizaciones mensuales.
El primero de sus vídeos que realmente triunfó fue el chiste de Nacho, con cuatro millones y medio de visitas. “Fue un antes y un después”, apunta. ¿Pero cómo es el chiste? Isidoro nos dice: “¡Papá, papá! Deja de echarme guacamole por la cabeza… ¡Cállate, Nacho!”. Cuando los chavales de los institutos lo escuchan, enloquecen, se tiran sobre él.
Le encanta sobre todo sacarles una sonrisa a los más jóvenes, «porque si haces bien, te sientes bien»
El verano de su vida
Sin duda, este 2024 ha sido el verano de su vida, “porque me he reinventado, recorriendo toda España y apareciendo incluso en el programa de Sonsoles Ónega”. Reflexiona que hace directos para que el público separe el personaje de la persona.
Isidoro sostiene que “en los vídeos soy el cuñao de TikTok, porque me gusta hacer reír a la gente; llorar es más fácil, lo hace una cebolla”, porque, insiste, “cuando haces el bien, te sientes bien y me gusta sacarles una sonrisa sana a los más jóvenes, alejándoles de las pantallas”.
Reconoce, obviamente, que la vida le ha cambiado, “del todo”. Acude a los pueblos y es una locura, no paran de pedirle fotos, sobre todos los adolescentes. “Los trenes hay que aprovecharlos, pero con humildad, porque si vas de estrella, te estrellas”.
Trabajaba en la venta ambulante, hasta que un vídeo suyo se hizo viral, con 4,5 millones de visitas
Humor blanco
El suyo es un humor que no hace daño, blanco, pues como señala un lema que sigue al pie de la letra, “no hace falta pisar a nadie para destacar; no me agrada reírme de nada ni de nadie”. Tampoco es partidario del abuso del alcohol, porque en el 80% de los casos la gente cambia a peor, opina.
“Mi abuelo era alcohólico, sufrí bullying y es un tema delicado para mí”, matiza. “No podemos reírnos de nadie por su aspecto físico, porque detrás puede haber una separación o un desempleo, por ejemplo”. De pequeño se rieron de él y le humillaron, y sabe lo que se siente.
Isidoro vendía calzado y ahora ‘trafica’ con humor, “pese a que los chistes no hay que pedirlos, son como los gases, tienen que salir de uno”. En sus vídeos es muy común la aparición de Desiré Caballero, “como una hermana para mí”, chavales o gitanos, con los que guarda una excelente relación.
Este verano se ha reconvertido, recorriendo toda España y apareciendo en el programa de Sonsoles Ónega
«Los jóvenes me dan vida»
La efusividad de los jóvenes que le solicitan le da vida, “energía para seguir trabajando”, y les hace guiños como teñirse el pelo, para que digan ‘¡cómo mola el cuñao!’. Sus seguidores se mueven entre los cinco y veinte años, “donde más cuñaos hay”, sonríe. Sin embargo, no duda en mandarles un mensaje antimóvil.
El teléfono se ha convertido “en una extremidad más del brazo: está bien que se entretengan, pero se deberían limitar las horas”. En ese sentido, argumenta que los padres son los que deben educar para que los móviles se empleen desde un punto de vista positivo, mediante un contenido bueno, amable.
Santa Pola y José Mota
Gran apasionado de nuestro municipio, asegura que “Santa Pola es el paraíso, mi válvula de escape, donde paseo desde Gran Playa hasta la nudista, para bañarme”. Le encanta, además, caminar solo: es el momento de reflexionar, de que vengan las mejores ideas.
Respecto a sus ídolos, “siempre me ha gustado José Mota”, asevera. “Hacer un sketch con él sería lo máximo, o aparecer en El Hormiguero, muy de mi perfil”.