Entrevista > Félix Mallorquín / Fotógrafo y ganador del Concurso de Fotografía del Castell de l’Olla (Barcelona, 15-junio-1980)
Es una de las noches más mágicas del año y del verano en Altea. El disparo del Castell de l’Olla, ese que se inventó Pepe Barranquí y que cada mes de agosto ilumina la bahía y concita a decenas de miles de personas, regala, además, imágenes de ensueño para los amantes de la fotografía.
Mientras que miles de imágenes y vídeos esperan a ser definitivamente olvidadas en las memorias de los teléfonos móviles de quienes, pudiendo disfrutarlo, vieron el castell a través de la pantalla, otras fotos, como las de Félix Mallorquín, forman ya parte de la historia del evento piroacuático más importante del Mediterráneo y de Altea.
¿Cómo defines la fotografía con la que has ganado el concurso del Castell de l’Olla?
Bueno, para verla hay que sentirla. Creo que es mágica, como los fuegos.
¿Desde dónde está tomada?
Pues desde la Galera. Es una zona alta de una urbanización de Altea, y desde ahí hay una perspectiva bastante buena y es el sitio ideal.
¿En qué momento del disparo?
Es una toma de cinco segundos, o sea, es una larga exposición. Entonces, cuando se pone en marcha el obturador, se levanta la cortinilla y está durante cinco segundos tomando la foto. En ese momento, todo lo que pasa o registra queda plasmado en el sensor y está puesta sobre un trípode.
Todos los elementos quietos están definidos y los rastros de luz que hacen los fuegos, pues quedan plasmados en la toma con la orientación que vayan. Nunca se sabe para dónde van a ir, pero hay que hacer un encuadre preparado para poder albergar esas explosiones.
«Para ver la foto hay que sentirla. Creo que es mágica, como los fuegos»
¿Cuántas fotos hiciste aquella noche?
Fueron 120.
De todas ellas, ¿cuántas elegiste para ser presentadas al concurso?
Sólo una. Creo que el motivo de elegir esta en concreto ha sido un elemento psicológico, porque tenía un brillo especial en el agua. A todos nos gusta mucho el agua y si ves colores en ella, dices ‘¡wow!’. Yo buscaba eso.
Pero ¡había tantas tomas! Es que no puedes parar, porque al tomar fotos de un castillo de fuegos artificiales, lo que pasa es que no puedes hacer una medición exacta de cada cohete que sale. Un cohete puede pasarse veinte pasos o puede quedarse corto, o sea, que no te ilumina la escena. No sabemos a ciencia cierta qué va a pasar.
¿Qué cantidad de fotos de esas 120 conservas?
No tiro ninguna. Siempre conservo todos los archivos, aunque sean de ir a la playa y pasar un rato con la familia.
«No tiro ninguna foto. Siempre conservo todos los archivos, aunque sean de ir a la playa con la familia»
Un año más tuve la suerte de poder ver el castillo desde La Olla y estando allí, tan cerca, me abstuve de sacar el móvil para hacer fotos porque, al final, uno sabe que no va a salir ninguna imagen realmente buena de ese dispositivo y porque, en definitiva, te das cuenta de que es una forma muy absurda de perderte el espectáculo que puedes vivir en directo. ¿Qué opinas de esa moda de grabarlo y fotografiarlo todo desde la pantalla del móvil?
Te puedo explicar la sensación vivida en este caso y en esta foto que he hecho. El castillo duraba veintiún minutos y a mí me parecieron menos de diez, porque estaba completamente inmerso en conseguir la foto.
Pero no estaba disfrutando de todos los detalles y todas las características que tiene el evento, que es espectacular. Cuando acabaron los fuegos artificiales, a mí me pareció que me lo perdí todo, porque estaba muy concentrado en sacar la toma.
Pero convendrás conmigo en que tus fotos y la calidad de las mismas no se pueden comparar ni de lejos, incluso, con la mejor foto que haya podido salir de un móvil ese día.
Creo que, si es un momento de disfrute, hay que saber aparcar el móvil, comentar con la persona que tienes al lado y dejar un poco al lado la tecnología. Cada día estamos un poquito más enganchados… y me incluyo en lo que digo.
¿Qué puedes decir, con ojo de experto, de las imágenes que han quedado en segunda y tercera posición?
Son totalmente correctas. Sé que se ha comentado en la entrega de premios que había habido muchos gustos a favor de las otras fotos, y es que son muy buenas. Ellos serían dignos ganadores también.
Las he podido ver en pantalla, que es donde ves todos los detalles, el análisis de lo que nosotros hacemos, que miramos muy al detallito. Hubo muchas fotos que, como te decía antes, me arrancaron ese ‘¡wow!’ que yo buscaba. Nosotros también amamos ver lo que hacen los demás.
«Si es un momento de disfrute, hay que saber aparcar el móvil, comentar con la persona que tienes al lado y dejar al lado la tecnología»
Y se aprende.
Sí, se aprende porque, aunque tú no hubieras hecho esa toma, dices ‘ostras, qué ocurrencia, qué bonita o qué momento más mágico’. Y alguna toma vi que me quedé alucinado, la verdad.
¿Volverás a participar o eso ya es abusar?
(Ríe) No lo sé, pero sí que tengo alguna idea nueva, porque a mí me encanta tener ideas y plasmarlas después. Me gusta mucho la creatividad en la fotografía y llevar la foto un poco más allá de lo que es lo ordinario.
¿Cuánto tiempo te toma planificar una toma?
Soy de planificar mucho, a lo mejor tres meses. Así es como ahora mismo disfruto. No me verás con la cámara por ahí ni andar despistado. Yo voy con la cámara cuando tengo algo que hacer.