Laura Valero / Actriz y diseñadora gráfica
Laura Valero (Albacete, 17-mayo-1987) siempre supo que en su interior se escondía una actriz, como manifestaba de pequeña a sus familiares y profesores pese a que estos no vieran excesivo futuro. “No dejes de estudiar bellas artes, lo haces bien”, recuerda que le indicaban, una y otra vez.
A los 17 años se trasladó a València, para estudiar bellas artes e interpretación y “¡ya no me he ido!”, expresa con satisfacción. Tiempo después han sido muchas las obras en las que ha intervenido, aunque una especialmente le marcó: ‘L’ànima bona de Sezuan’.
“Tuve que aprender valenciano en la escuela, desde cero, y esa función fue mi presentación en una lengua que no es la mía”, matiza Valero, quien también nos hablará de su talento como diseñadora gráfica, en ocasiones un trabajo muy ligado al teatro.
¿Te entró pronto el gusanillo de la interpretación?
Tenía poco más de siete años cuando mis padres me apuntaron tanto a dibujo, que me gustaba mucho, como a teatro, en mi Albacete natal. Recuerdo que iba a Los Franciscanos y en los recreos hacíamos los primeros pinitos en la interpretación, como clases extraescolares.
Me interesó mucho y tuve ya claro que quería ser actriz. Mi primera obra fue ‘El príncipe que todo lo aprendió en los libros’, de Jacinto Benavente.
Pese haber trabajado en el audiovisual, ¿eres más de teatro?
A lo largo de los años vas donde te reclaman, es decir, cuando te dedicas principalmente al teatro te suelen asociar más con él, pero me gustaría hacer cine. Recientemente estuve en el rodaje de un anuncio, una labor muy breve, y me gustó tanto que me di cuenta que me gustaría desarrollar esa faceta.
¿Qué sientes sobre un escenario?
Mis sensaciones han ido variando con los años, con la experiencia, porque las primeras veces que actuaba era tal la adrenalina que tenía que después, al bajar del escenario, no sabía exactamente qué había pasado.
Estaba muy nerviosa y parecía que en esas funciones me la jugaba, pues todo lo ensayado lo ejecutabas solo una vez. Ahora lo disfruto más, en un momento más maduro de mi carrera, y soy mucho más capaz de resolver problemas.
«Cuando te dedicas principalmente al teatro te suelen asociar más con él, pero me gustaría hacer cine»
¿Alguna obra marcó ese punto de inflexión?
En ciertas obras he sentido algo de inocencia y nervios. Guardo especial cariño a ‘L’ànima bona de Sezuan’, la segunda obra que realizamos con Teatre de l’Abast, tras ‘Tartufo’. Hacía, además, el papel protagonista, algo muy especial -al tener mayor responsabilidad- y fue como mi presentación en valenciano.
Esa función fue un antes y un después. He hecho otros muchos trabajos -la mayoría en valenciano-, pero mostrarte en València, con una compañía joven, y con ese papel, fue muy remarcable. Ponerme a prueba al salir de la escuela me permitió darme a conocer en la ciudad.
Siempre habláis de la química entre compañeros.
El teatro es un trabajo de equipo, no te lo imaginas de otra forma y lo que te brindan en escena es lo que tú vas recogiendo. La interpretación es algo que se hace en conjunto, muy pocas veces en solitario, a no ser un monólogo, en el que también conectas con alguien en este caso el público.
Es inevitable estar todo el rato interaccionando con los compañeros, construyendo con el otro, porque se acaban convirtiendo en tu familia. Son muchas horas juntos -con infinidad de anécdotas- y en un montaje pasas por procesos muy intensos, de mucha vulnerabilidad.
«Al principio era tal la adrenalina que sentía que, al bajar del escenario, no sabía qué había pasado»
¿Cómo es tu faceta como diseñadora gráfica?
Al igual que el teatro, es una profesión muy inestable, que viene y va. Ambos trabajos han ido de la mano: ‘Closka’, por ejemplo, es una obra que estrenamos en 2023 y el director, Juan Pablo Mendiola, siempre trabaja con proyecciones; la parte ilustrativa me las encargaron a mí, al mismo tiempo que hacía de actriz.
Fue muy duro, porque en otras producciones soy solo diseñadora o actriz. Debo confesar que los últimos tres meses me he focalizado en mi tarea de diseñadora, al juntarse dos campañas: ‘Les Artes Escèniques Valencianes’ y el ‘XLII concurs de teatre Vila de Mislata’.
¿Ha sido un respiro teatral?
Si, breve, en el que me concentré en el diseño, porque muchos compañeros confiaron en mí. Se puede decir que soy diseñadora gráfica porque también soy actriz, creando la imagen de muchos proyectos teatrales. He crecido, sin parar de evolucionar.
En cuanto a la actuación, pronto comenzaré a dar clases de teatro físico -también soy profesora- y a finales de octubre retomaremos ‘Martina y el bosque de papel’, obra familiar de la que haremos numerosos bolos.