Dicen que si se contara solo un minuto para cada una de las acciones descritas para George Washington (1732-1799) en las placas que pinchan el mapa de Estados Unidos, este habría vivido casi doscientos años. Como parece suceder con el escritor alicantino Gabriel Miró (1879-1930) en esta provincia, que se paseó, durmió o describió con viajera entrega.
Pero nos interesan las que fueron creciendo, sucesivamente, en la calle Castaños, 20, de la Alicante capitalina. Una asegura: “en esta casa nació Gabriel Miró, insigne escritor alicantino”, más las correspondientes fechas. La otra se prorroga con el día y mes de deceso, para añadir: “en conmemoración del 75 aniversario del fallecimiento del insigne escritor alicantino”. De paso, le dan más lustre a tan céntrica arteria, que llegó a ser una de las más largas.
Tras nuevas murallas
Antaño repleta de palacetes, bulliciosa hoy, para enojo vecinal, Castaños fue siempre una de las médulas nucleares del vivir alicantino. Algo acrecentado al finalizar, en julio de 2023, las obras de semipeatonalización del tramo alto del vial, el que besa la avenida de Alfonso el Sabio, convirtiendo a buena parte de la ronda en un espinar intermitentemente de los de solo andar hasta cortar con la calle Gerona.
Nació ya con posibles, con la última gran ampliación de las murallas del primitivo Alicante, antes del derribo de estas, iniciado en 1860. Así, en 1810 se terminaba el ensanche, creando el barrio nuevo y una calle que se llamaría significativamente del Foso, hasta que en 1854 adoptase definitivamente el nombre actual, en homenaje a Francisco Javier Castaños Aragorri Urioste y Olavide (1758-1852).
Llegó a ser una de las arterias alicantinas más largas
El victorioso general
Cabe explicar que el general Castaños, madrileño de origen vasco, fue nombrado primer duque de Bailén, la localidad andaluza, jienense, donde desde el 18 al 22 de julio de 1808 se libraría la batalla que supuso la primera victoria contra las tropas napoleónicas, francesas, en la Guerra de la Independencia (1808-1814). Y reseñemos que la de Bailén está aquí, dos manzanas hacia el castillo, paralela a Castaños.
El bautismo a este vial rememorativo acontecía en 1856, tras generarse una arteria urbana donde antes hubo insano matadero, huerto y torreta de origen muslime. Entre Castaños y Bailén, aún figura la dedicada al escritor madrileño Francisco Gómez de Quevedo (1580-1645), una adelantada en esto de la peatonalización. Entorno ideal para preparar, por ejemplo, levantamientos militares socioliberalistas.
Nació con la última gran ampliación de las primitivas murallas
Callejeando conspiraciones
Fue en la calle Quevedo donde el coronel Pantaleón Boné (1812-1844), de origen aragonés, aunque ajusticiado en Alicante, un 8 de marzo, encabezó dicha rebelión. Sirva el hecho para patentizar cómo la zona, conforme iba poblándose, adquiría un notable abolengo. Hasta llegarían a alzarse palacios como el construido en 1887 para la familia Salvetti, hoy lujoso hotel. Gozó hasta de pernoctación del rey Alfonso XIII (1886-1941), quien lo dotó de salón de armas.
Así pues, nació Gabriel Miró, hijo de ingeniero de caminos (Juan de Dios, responsable de los dos primeros túneles del Mascarat) y de hija de posadero (Encarnación; las biografías, por cierto, olvidan, en ambos, natalicios y defunciones). Disfrutaba Gabriel de movilidad, por la profesión paterna, y la realidad es que, con la construcción del barrio de Benalúa, proyectado en 1883, la familia se mudó a este, ya que el padre era accionista.
Acogió en 1870 las primeras celebraciones públicas de oficios protestantes
Voces espirituales
Y eso que vivían en un lugar interesante en Castaños: la calle de Santa Bárbara, que la une a la paralela Bazán; se llamaba así en honor a la mártir paleocristiana (cristianismo primitivo) fenicia (273-306), patrona del Cuerpo de Artillería, quizá por el mortal rayo que le cayó a quien la decapitó, su padre. El vial desemboca en la manzana donde nació Gabriel Miró, donde se construyó un cuartel que duró hasta la primera mitad del XIX.
Aparte de lo físicamente belicoso, también tocó lo espiritual. La revolución industrial motivó el que España se abriera oficialmente a otras voces creyentes, hasta que en 1868 se establecía la libertad de culto. Fue en Castaños cuando, en el estío de 1870, comenzaban las primeras celebraciones públicas de oficios protestantes, en el local del Club Republicano Federalista de Los Radicales. Aunque la primera capilla evangélica, ese mismo año, se establecía en la paralela Bailén.
Escaleras mecánicas
Hubo otro hito que atraería a la población alicantina hasta la calle Castaños, aparte de locales de restauración y de ocio allí y en los alrededores. En los mismísimos comienzos de los setenta, Galerías Castaños, el primer edificio comercial que se abría en Alicante (Galerías Preciados no llegaría hasta 1976; Simago se inauguraría en 1972, pero en puridad solo ocupaba hasta la entreplanta de su respectivo edificio), traía hasta escaleras mecánicas.
En realidad, no se trataba de un edificio comercial unitario, sino de una reunión de establecimientos, pasillo tras pasillo. Todo para el alucine de la chavalería, a la que se le ofrecía un bonito laberinto que recorrer. Las galerías quebraron y buena parte se convirtieron en oficinas, con lo que continuaron el dédalo y la diversión. Y mientras, fuera, la calle Castaños siguió viviendo.