La catedrática emérita de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Alicante (UA), Carmen Herrero, ha dirigido el estudio Distribución geográfica de la renta de los hogares en España: prosperidad, desigualdad y pobreza, en el que ha participado también el economista Carlos Albert, del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), realizado por la Fundación Ramón Areces y el IVIE.
Este estudio, utilizando los datos del Atlas de Distribución de la Renta de los Hogares (ADRH) elaborado por el INE, analiza el periodo comprendido entre 2015 y 2021, y se centra en tres momentos: 2015 a 2019, periodo de recuperación tras la gran recesión, y 2019 a 2021, que recoge el efecto de la pandemia COVID-19, y compara la situación y evolución de comunidades autónomas, provincias y municipios más poblados de España.
Se han analizado los datos utilizando varios indicadores, dos para cada aspecto. Para prosperidad se utiliza un indicador novedoso, las oportunidades de renta o prosperidad relativa que mide la probabilidad que tienen los residentes de un territorio de obtener mejores niveles de renta que los individuos de otros territorios y compara las distribuciones de renta completas, a diferencia de la renta per cápita, que sólo mira la renta media de la población. Junto con los indicadores de desigualdad (índice de Gini y ratio P80/20), y los de pobreza relativa y riesgo de exclusión se ofrece un análisis más profundo del bienestar, porque se analiza cómo los beneficios del crecimiento económico llegan o no a diferentes sectores de la población.
Entre las conclusiones del informe, Carmen Herrero ha indicado que entre 2015 y 2019 hubo “un aumento de las oportunidades de renta, una disminución generalizada de la desigualdad y una mejora de la incidencia de la pobreza, tanto absoluta como relativa”, mientras que “entre 2019 y 2021, sin embargo, hubo una caída significativa de las oportunidades de renta, reflejando el efecto de la pandemia”, pero, incluso así, en este tiempo “la desigualdad y la prosperidad compartida, así como la pobreza y el riesgo de exclusión se mantuvieron o incluso mejoraron ligeramente”.
Estos, según Herrero, “son datos esperanzadores”, al contrario de “la brecha de género, ya que la diferencia de oportunidades de renta sigue siendo desfavorable a las mujeres en todos los casos”. Otro dato que la profesora Herrero ha destacado es, de nuevo, otra brecha, en este caso de edad: “el grupo de edad con mejores oportunidades de renta es, en todos los casos, el de los mayores de 65 años, y los jóvenes los que se enfrentan con menores oportunidades”.
En cuanto al reparto geográfico, ha señalado que País Vasco y Madrid son las dos comunidades autónomas que se encuentran a la cabeza de toda España en términos de prosperidad y oportunidades de renta, mientras que los niveles de la Comunitat Valenciana se encuentran “en el rango medio a la baja, casi 40 puntos por debajo del País Vasco”. A pesar de ello, el informe recoge que la pobreza extrema en la Comunitat Valenciana se ha reducido 4,5 puntos y “ha mejorado desde 2015 a 2021”.
En el caso de Alicante, la profesora de la UA lamenta que “de las seis capitales de provincia entre 300.000 y 500.000 habitantes, Alicante lidera el ranking de pobreza, así como se encuentra a la cola en bienestar”. En el caso de las 15 ciudades de la Comunitat Valenciana de más de 50.000 habitantes, “sólo Sant Vicent del Raspeig y Alcoi se libran de las posiciones de cola entre las ciudades alicantinas, con Torrevieja y Benidorm aportando los peores datos”.
A juicio de Carmen Herrero, estos datos son consistentes con la idea de que “la presencia de universidades y de centros de conocimiento generan bienestar en el entorno, ya no solo por lo que representan en cuestión de oportunidades, sino porque generan salarios estables”, lo cual indica “la importancia de la investigación y de la docencia” para los territorios.
Sin embargo, Torrevieja y Benidorm “aportan los peores datos”, al igual que “otras regiones eminentemente turísticas del país”. Hay que tener presente que el estudio se refiere a “las rentas de las personas residentes a efectos fiscales, lo que da origen a que no se incorporan todas las rentas de fuentes tributarias, sino sólo las percibidas por la población residente”. Esto indica que “los residentes en estas ciudades son los trabajadores del sector turístico, lo que indica una bolsa de trabajadores «pobres», con contratos precarios y (posiblemente) un alto índice de trabajo temporal”, ha añadido.
En este sentido, la catedrática emérita ha reflexionado sobre la necesidad de intentar impulsar “un cambio del modelo turístico” que implique “no cantidad, sino calidad” y la adopción de “otras medidas, como la tasa turística, vigente en toda Europa, que ayuden a los ayuntamientos de los municipios a mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos”.