Las singularidades de Laura Useleti (València, 29-julio-1960) comienzan ya en su apellido, procedente del pequeño municipio de Racconigi, en el Piamonte italiano. Otras son que estudió magisterio y filosofía, ejerciendo de maestra durante ocho años, hasta que se decantó definitivamente por las artes escénicas.
La fortuna le sonrió cuando sustituyó a una actriz en ‘La cantant calva’, “ya con los treinta cumplidos: ahí comenzó mi carrera teatral”, remarca. Sin embargo, destaca dos figuras claves en su consolidación como intérprete; el primero es Jero Cornelles, experto en diseñar papeles para mujeres.
La segunda es Amparo Vayá, por idénticas razones. Ambos autores ponen a las mujeres en el centro y llenan a sus personajes de matices, riqueza, contradicciones… Asimismo, resultaron fundamentales sus colaboraciones, como ayudante de dirección, con Carles Alberola.
¿De pequeña ya te gustaba actuar?
Sí, era una habitual en las obras del colegio, aunque cuando la vocación se despertó de verdad fue en el instituto gracias a una maravillosa profesora de teatro, Elvira Mondragón. Junto a ella en ocasiones nos daba clases Pep Cortés -después célebre actor alcoyano- en unos años convulsos en España, en la pretransición.
¿Cómo era el teatro de entonces?
A través de él se vehiculaban muchas aspiraciones políticas o culturales. No había función que no incorporara algo. ¡A los quince años estaba haciendo obras de Bertolt Brecht, Eugène Ionesco y poemas de Antonio Machado!, con cierto aire revolucionario.
¿Por qué te hiciste profesora?
Porque en ese momento ni sabía que se podía estudiar teatro. Después me reincorporé mediante el doblaje, y tras realizar diversos cursos (que incluían también interpretación) me hablaron de un casting para sustituir a una actriz en Moma Teatre. El montaje era ‘La cantant calba’: acudí y me cogieron.
¿Qué obras te han marcado especialmente?
La mencionada ‘La cantant calba’ y ‘La Lliçó’, también de Moma, mis primeras experiencias, las dos dirigidas por Joaquín Hinojosa. Esa compañía, además, era como una familia.
Más adelante, Jero Cornelles (Bramant Teatre) marcó un punto y aparte en mi carrera, porque empezó a crearme numerosos papeles, todos estupendos. Hemos hecho juntos ‘Sí quiero’ y ‘Reencuentros’, ‘Confesiones de siete mujeres pecando solas’, ‘Hijos de Verónica’, ‘La Crítica’ y ‘Cinco Minutos’, todas fabulosas.
«No creo en los que enloquecen sobre el escenario: hay que saber muy bien lo que estás haciendo»
¿Alguna más?
No quiero olvidarme de las realizadas con Chema Cardeña en Arden Producciones: ‘R3’, ‘Hotel Venezia’ y ‘Las rameras de Shakespeare’; ni las tres con Amparo Vayá: ‘Històries amb minúscules’, ‘Un segle d’abismes’ y ‘Boges. Cau la nit’, que estamos a punto de estrenar.
En el momento de la actuación, ¿sufres?
No mucho. Mi forma de entender el teatro tiene más que ver con juego, pasión y una alegría intrínseca al trabajo. Por un lado es importante expresar, pero más comunicar, por eso es clave hacerles caso a los directores.
Quizás pienses que expresas mucho -por lo que sientes-, pero llega de otro modo. Desde fuera, el director, debe decirte “no vayas por ahí”. Me considero, en ese sentido, una actriz obediente.
¿Te atreves con todo?
Sí, ¡los retos me encantan! Cuando Jero me dijo de hacer ‘Cinco minutos’, es decir, de una mujer de ochenta años, me lancé, ayudada también por su opinión y la de Rafa Calatayud.
El teatro es magia, en la que todos queremos disfrutar, y nadie del público se plantea mi edad real, pues hay un pacto implícito entre los actores y el público. Y si se da esa magia, todo entra.
¿Qué te atrapa tanto del teatro?
Para mí te da la posibilidad de vivir otras vidas y, desde esas otras vidas, comunicarme con el espectador. Determinante, insisto, es la comunicación, porque cada vez en más obras apelamos al público.
«Actuar me posibilita tener otras vidas y, desde esas vidas, poder comunicarme con el espectador»
¿Tiene aspectos negativos?
Siempre es el mismo, la inestabilidad. Es muy difícil vivir de esta profesión, hay que hacer malabares y trabajar en mil cosas, relacionadas o no. Lo mejor, por otra parte, es el buen rollo entre todos los que formamos este sector, al menos en València.
Sois capaces de trabajar enfermos o tras recibir una mala noticia…
También es una vía de escape. Afortunadamente no me ha tocado actuar en circunstancias dramáticas, pero es una manera de no estar, de ‘escaparte’ o salir de ti. Tampoco creo en los actores o actrices que enloquecen sobre un escenario: hay que tener mucha profesionalidad, saber lo que estás haciendo y medir mucho las cosas.
Háblanos de tu nominación para los Premios de las Artes Escénicas.
Es precisamente por mi papel en ‘Cinco minutos’, escrita por Cornelles y dirigida por Calatayud. Las otras nominadas eran Verónica Andrés, por ‘Regala’m esta nit’; y Pilar Martínez, por ‘Perquè t’estime, que si no…’ Las adoro a ambas.