En un momento como el actual, quizás la peor crisis de la Comunitat Valenciana, nuestro pueblo ha mostrado una enorme solidaridad: son miles y miles los voluntarios que se trasladan todos los días -a pie- hasta las localidades más perjudicadas para ayudar, en lo que sea, limpiar, socorrer, transportar comida, agua o suministros básicos.
Pero siempre que se produce una desgracia aparecen los que quieren sacar tajada, aprovecharse de la debilidad del otro, sin tener un ápice de empatía con su sufrimiento. Sin escrúpulos roban, saquean, ingenian estafas, okupan casas o van coche por coche -destrozados- para ver qué pueden sustraer.
No es algo nuevo. Hace casi veinte años el área de New Orleans sufrió el devastador efecto del Katrina y las siguientes semanas, extremadamente dramáticas, trajeron saqueos en tiendas y supermercados, violencia e incluso asesinatos. “Aquí no los ha habido porque están las redes sociales, que lo transmiten todo al instante”, aseguran muchos de los afectados.
Más recientemente, hace apenas cuatro años y medio, en pleno azote de la covid-19, ya fueron varios los que quisieron sacar ventaja de la situación. Por ejemplo, compraron miles de mascarillas o PCR -cuando escaseaban- para venderlas a precios astronómicos, conscientes de la desesperación del vecino.
Los hoteles
Ahora han vuelto a aparecer; por fortuna son una minoría, que no van a empañar la extraordinaria voluntad de apoyo mostrado por los ciudadanos a grito de “¡el pueblo salva al pueblo!”. Les vamos a enumerar los casos más flagrantes que nos han confirmado, pese a que hay más, muchos más.
La propia noche del fatídico 29 de octubre, con los municipios de alrededor de València ya inundados, fueron muchos los que se quedaron ‘atrapados’ en la urbe, que se convirtió en una especie de isla. No podía volver a sus casas y la primera opción fue buscar un hotel: de repente, ese día las tarifas habían aumentado a 300 euros la noche.
La DANA provocó cortes de luz de ¡tres y cuatro días! “Fue como volver al siglo XIX, porque al no poder cargar los móviles estábamos incomunicados”, relatan. Nuestra redacción intentó ponerse en contacto con Iberdrola y la respuesta fue el silencio.
Robos y saqueos
Los siguientes dos días, 30 y 31 de diciembre, ya plenamente conscientes del incesante trabajo que había que realizar -extraer lo inservible de las casas, limpiar las calles y sacar los vehículos amontonados- comenzaron los robos y saqueos, muchos de ellos grabados por los propios ladrones.
Estos se beneficiaban de que ciertas áreas, como los centros comerciales, estaban totalmente deshabitadas para entrar en supermercados y tiendas de todo tipo, principalmente joyerías. Un ejemplo, la policía detuvo a un grupo por robo de joyas con un valor de 30.000 euros.
Diversos okupas han entrado en casas de afectados cuando estos estaban limpiando la calle
Okupas
Rozando el límite de la mayor desfachatez, han sido varios los okupas que, cuando los vecinos dejaban sus casas para limpiar el barro del exterior, entraban para quedarse en el domicilio. Y ya sabemos que la okupación es uno de los principales quebraderos de los propietarios de viviendas.
Recordemos los complicados pasos para desalojar a unos okupas. Primero se debe llamar a la policía -en este caso, posiblemente no pueda acceder a la zona-, dejar constancia de la okupación, realizar una demanda judicial y esperar al resultado del juicio.
Mientras tanto, el propietario debe seguir pagando luz, agua, comunidad y demás gastos. La única forma de poder echarlos en ese instante es descubrirles infraganti, mediante una cámara o alarma, antes que les dé tiempo a tomar posesión del inmueble.
Tras los cortes de luz de días nos pusimos en contacto con Iberdrola obteniendo la callada por respuesta
Estafas
Como no podía ser de otro modo, llegaron también las estafas. La más común es la de personas que se disfrazan de trabajadores de la Cruz Roja y van por las casas pidiendo dinero “por lo de la Dana”. “Es gentuza sin escrúpulos”, declaman. Cruz Roja confirma que no tienen en marcha este tipo de campañas.
Ha habido muchas más y seguirá habiendo estafas, no cabe duda. Por eso entre todos debemos estar alerta, informar con inmediatez y “no confiarnos de cualquiera, porque personas malas hay en todas partes”, recalca un vecino de Sedaví.
La misma noche del 29 de octubre los hoteles de València subieron las tarifas a 300 euros
Los insensibles
Finalmente, en una lista paralela incluimos a los insensibles, personas que parece que este suceso no vaya con ellos y siguen son sus vidas, sin inmutarles lo que pasa a su alrededor.
Les hablamos, por ejemplo, de creadores de contenidos graciosos que han continuado haciéndolos. “¿No pueden estar unas semanas sin colgar sus chistes?”, dicen muchos, indignados, “¡no cuesta nada!”.
Y al igual, como pasó en la pandemia, supermercados arrasados, con estanterías vacías, especialmente productos como el agua y el papel higiénico. “¿Eso es ayudar al prójimo?”, se preguntan, razonablemente molestos.