Un año más, en la víspera de las vacaciones escolares de Navidad (este año el 21 de diciembre) los niños santapoleros recibirán una visita muy especial en las aulas. No serán los Reyes Magos ni Papá Noel los que aparezcan en sus colegios y guarderías, para eso aún tendrán que esperar unos días más, sino los concejales del Ayuntamiento de Santa Pola junto a representantes de la Cofradía de Pescadores portando unos regalitos muy especiales para los más pequeños. Nos referimos, por supuesto, a los cartuchos de golosinas.
El Día del Cartucho es una tradición muy arraigada y a la vez particular de Santa Pola, dado que no se realiza en ninguna otra localidad de nuestro entorno. Desde AQUÍ en Santa Pola hemos querido indagar sobre su origen histórico, que es quizás más antiguo de lo que la mayoría puedan pensar.
Orígenes remotos
En realidad no sabemos a ciencia cierta cuándo comenzó exactamente esta costumbre de repartir cartuchos con dulces a los niños antes de Navidad en Santa Pola. Sabemos a ciencia cierta que en 1864 ya se hacía, dado que se conserva un acta municipal en el que se propone una inversión en “libros, diplomas y algunos dulces” para los exámenes programados el 21 y 22 de diciembre en las Escuelas de Primera Enseñanza.
Sin embargo Rafael Pla, archivero y bibliotecario santapolero, considera que los orígenes del Día del Cartucho son todavía más remotos. “La lástima es que no tenemos referencias anteriores, pero yo estoy seguro que por las décadas de 1840 o 1850 esto ya se hacía en Santa Pola” nos comenta.
De hecho habitualmente se considera que esta iniciativa partió del sector pesquero de la localidad, y que fue años más tarde cuando el Ayuntamiento comenzó también a participar. Cabe señalar que Santa Pola se independizó definitivamente de Elche en 1835. Así que es posible que esta tradición sea incluso anterior al nacimiento oficial de nuestro propio municipio.
En diciembre de 2023 se repartieron 3.500 cartuchos
De pescadores y políticos
En cualquier caso, sabemos que en sus inicios esta idea se hacía con un carácter solidario. Los pescadores tenían a bien repartir golosinas entre los niños de las familias más pobres del pueblo para alegrarles la Navidad.
Con el paso de los años, la costumbre fue evolucionando como una suerte de recompensa hacia aquellos pequeños santapoleros que se portaban bien y sacaban buenas notas en la escuela.
Las autoridades políticas locales cada vez se fueron implicando más, y acabaron financiando la iniciativa junto con la Cofradía de Pescadores. En un documento municipal datado en 1886 queda reflejado un pago de 22 pesetas, para un confitero denominado José García López, “por los dulces para los exámenes” que tenían lugar los días 21 y 22 de diciembre en las Escuelas de Primera Enseñanza.
Durante la Segunda República se suspendió la compra de dulces por falta de dinero
No hay ni para dulces
La tradición pudo perderse algunas décadas después, dado que en 1935 los concejales de entonces votaron en contra de seguir realizando esta inversión anual “por la apremiante situación del municipio”.
Eran los tiempos de la Segunda República, en los que una dura crisis económica estaba golpeando gran parte del mundo desde el crack ocurrido en la bolsa de Nueva York en 1929. La quiebra del Ayuntamiento de Santa Pola fue tal que los ediles consideraron que ni siquiera había dinero para dulces. La situación evidentemente no mejoró cuando apenas unos meses después estalló la Guerra Civil en España.
La entrega de cartuchos a los niños se acompaña con una canción propia
Más y más cartuchos
Afortunadamente algunos años más tarde se recuperó el Día del Cartucho, que ya regresó para quedarse. Eso sí, la población de Santa Pola no ha cesado de crecer en estas últimas décadas y con ello también el número de cartuchos se ha ido multiplicando. En las pasadas navidades de 2023 se repartieron un total de 3.500 unidades.
Para el lector que no haya crecido en esta localidad, los cartuchos que contienen las golosinas están hechos de papel de cachirulo y pueden ser de diferentes colores.
Su contenido también ha evolucionado con el tiempo. Hace unas décadas solían rellenarse con confites y piñones mientras que ahora abundan más los caramelos, las chuches y las nueces. De hecho actualmente se incluyen también algunas golosinas especiales para niños diabéticos o celiacos.
Hoy en día incluso se entregan cartuchos en centros de mayores a personas de la tercera edad y en asociaciones sociales.
Continuando con la tradición
Lo que por supuesto no ha cambiado nada es la ilusión que les entra a los niños cuando ven a los portadores de los cartuchos llegar a su clase.
“Yo lo recuerdo con un cariño tremendo, sobre todo porque eso significaba que ya estábamos de vacaciones. De hecho si venían a las diez de la mañana, las clases se terminaban y nos íbamos luego a casa. No teníamos horarios tan rígidos como en los colegios de ahora” nos recuerda Rafael Pla entre risas.
Lo habitual es que los niños acompañen el momento cantando la célebre canción de “El Dia del Cartucho estamos muy contentos, con un cartucho grande lleno de caramelos”, ya sea en valenciano o castellano. A continuación este estribillo se solapa con el clásico villancico de la Marimorena.
“La verdad es que se monta una auténtica fiesta. Eso ya pasaba cuando yo era niño, y mis padres me contaban que en su época también. El Día del Cartucho es una tradición sencilla, sin grandes actos oficiales o protocolarios. Simplemente es algo que los santapoleros hacemos de toda la vida… y es muy divertido” nos cuenta Rafael Pla.