Entrevista > José Miguel Pascual / Músico (Muro, 11-septiembre-1967)
Músico que se hizo policía en Alcoy, José Miguel Pascual es el presidente comarcal en l’Alcoià i el Comtat de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana, entidad que engloba las diecisiete bandas de música de la comarca, incluyendo las cuatro de nuestra localidad.
Son numerosas las actividades que realizan, véase las ‘trobades’ de escuelas de música y otras iniciativas, como este año con músicos veteranos, homenajeados en un precioso concierto celebrado el 20 de octubre en el Ágora.
“Las bandas de música somos el principal agente cultural de la Comunitat Valenciana”, asegura con orgullo el dirigente, declaradas Bien Inmaterial de Relevancia Local y todo un referente para la UNESCO.
¿Cuándo te incorporaste a la banda de música?
Muy joven, con apenas doce años, en 1980, junto a mi hermano y José Rafael Pascual, hoy gran compositor. Me inicié con el clarinete y tuve la suerte de tener como maestro a Salvador Martínez.
Con el tiempo entré a formar parte de la junta directiva, y pasé por los cargos de secretario, presidente y responsable de la escuela y banda joven.
¿Por qué dejaste la presidencia?
Son ciclos, que se acaban, como todo en la vida, y entonces entra otra persona, porque la idea es que todos los músicos vayan asumiendo cargos y responsabilidades dentro de una banda.
«La banda de Alcoleja, municipio con apenas 180 habitantes, cumplirá 75 años en 2026»
Eres el responsable ahora de la comarca de l’Alcoià i el Comtat.
Sí, en 2010 me lo propusieron, se hicieron elecciones y salí elegido, como en el resto de votaciones; no sé si porque lo hago bien o porque nadie quiere asumir la responsabilidad (ríe).
Contamos con diecisiete sociedades musicales, las ubicadas en Alfafara, Agres, Alcoleja, Alcoy -Primitiva, Unión, Nueva y Serpis-, Cocentaina -Unión Musical y Ateneo-, Beniarrés, Benilloba, L’Orxa, Gaianes, Gorga, Muro, Penàguila y Planes.
¿Muchas en municipios de muy poca población?
Tenemos el caso de Alcoleja, la banda más pequeña (unos 35 miembros, todos locales), en un pueblo con 180 habitantes, aproximadamente.
Cuentan con muchísima solera: en 2025, sin ir más lejos, la Unión Musical de Agres cumplirá cien años, mientras que en 2026 la mencionada de Alcoleja hará 75 años. ¡Es una bendición!
¿Qué actividades lleváis a cabo?
La federación realiza muchas, entre ellas las comarcales, con encuentros con alumnos de las escuelas de la comarca. Este año surgió la idea de homenajear a los veteranos, con música de su época, a raíz de un pequeño grupo de músicos que se juntan una vez a la semana, muchos jubilados de sus bandas.
«Al tocar una pieza intentas transmitir el sentimiento que el compositor puso en la obra»
¿La música valenciana está más viva que nunca?
¡Por supuesto! El movimiento musical en la Comunitat Valenciana es espectacular, con más de 575 sociedades musicales, lo que representa el 50% del país. Tenemos más de 40.000 músicos y 60.000 alumnos.
¿Estas bandas pequeñas sobreviven de las subvenciones?
Principalmente de las actividades y la ayuda de pequeñas subvenciones. Se llegan a acuerdos con los ayuntamientos para hacer actos, porque cada banda tiene su sede, sus escuelas con los respectivos profesores, todos dados de alta en la Seguridad Social…
Al transmitir música, ¿qué se siente?
Es una sensación indescriptible. Cuando preparas un concierto, con las obras que el director ha elegido, te metes en el papel de lo que quiere el compositor, de lo que ha compuesto y cómo han sido creadas.
Al espectador quieres contarle qué historia es: al tocar intentas transmitir el sentimiento que el compositor puso en la obra.
«En el concierto del 20-O había músicos que no tocaban en su banda desde hace ¡treinta años!»
Háblanos del concierto del 20 de octubre.
Tuvo lugar en el Ágora de Alcoy, con sesenta y dos músicos veteranos dirigidos por Gregorio Casasempere. Podíamos haber sido más, pero muchos no pudieron acudir, por diferentes circunstancias.
La mayoría superan sesenta años, excepto unos pocos -entre los que me incluyo-, debido a que algunas cuerdas debían ser reforzadas para el equilibrio de una banda, como el oboe, lo cual resulta complicado, sobre todo cuando estás muchos años sin tocarlo.
¿Cómo se desarrolló?
Muy bien. Quisimos hacerles un homenaje a los músicos y no había mejor que celebrar un concierto con aquellos ya jubilados y que no pertenecen a sus bandas de música por edad, salud o dificultad física. Volvieron a sentirse músicos de nuevo: ¡esa era la idea, y pienso que se consiguió!
¿La propia búsqueda fue complicada?
Los buscamos para convencerles que este acto era un homenaje para ellos. Sin duda, gracias a estas personas tenemos nuestras escuelas de música y bandas como hoy en día se conocen.
Lamentablemente hubo quien intentó coger su instrumento y no lo logró, mientras que otros sí. Había músicos que hacía ¡treinta años que no estaban en su banda de música!