Cuando el pasado día 29 de octubre el agua descargó con la mayor virulencia vista en décadas sobre buena parte de la provincia de València, el paso de los minutos y las horas fue descubriendo una devastación tan inmensa que, no cabe duda, pasará a los anales de la historia como antes lo hicieron la riada del 57 o la ‘pantanà’ de Tous.
El mayor desastre natural de la historia reciente de España despertó, a la vez, uno de los más grandes movimientos solidarios vistos en los últimos años en la Comunitat Valenciana (y en el resto del país). Una reacción a la que l’Alfàs del Pi no fue ajena y que se convirtió en el envío de toneladas de ayuda ‘als germans’ de València.
Tomás López, el primero en reaccionar
A estas alturas de la historia ya sabemos que los efectos de aquella mortífera DANA, cuyo conteo de víctimas mortales ha superado con creces las doscientas personas, se seguirán sintiendo durante meses y años y que, como cuando hay que rehacerse de un incendio forestal (de los que también sabemos mucho en la región), habrá que esperar años para poder atisbar algo parecido a una reconstrucción total.
Pese a ello, tan importante como todo lo que está por venir, fue la respuesta inmediata de los primeros días, y en l’Alfàs del Pi, Tomás López fue el primero en reaccionar.
El máximo responsable del Club Krav Maga del municipio es ya un habitual en las iniciativas solidarias. Hace casi un año puso en marcha una ya histórica jornada de recaudación de fondos a favor de Aspanion, que se saldó con un enorme éxito. Con ese y otros muchos ejemplos a sus espaldas, no dejó pasar ni veinticuatro horas para inundar el WhatsApp de medio pueblo con un mensaje muy simple: había que recoger ayuda y él se encargaría de llevarla a València.
«Estábamos todos consternados y lo único que sabíamos seguro es que teníamos que hacer algo» T. López
‘Pensat i fet’
El propio Tomás López explica cómo fue ese ‘click’ mental de ponerse manos a la obra. “En realidad, fue muy sencillo”, asegura. “El miércoles estábamos entrenando y, claro, todos los comentarios eran sobre todo lo que estaba sucediendo en València. Estábamos todos consternados y lo único que sabíamos seguro es que teníamos que hacer algo”.
Pero de pensar en hacer algo a, realmente, hacerlo, hay un mundo. Pero Tomás y los suyos no se lo pensaron dos veces y “el miércoles inundamos las redes y el WhatsApp con mensajes a nuestros amigos y vecinos para pedir esa ayuda. El objetivo lo teníamos muy claro: recoger la ayuda el jueves y viernes, organizarla el viernes por la noche y llevarla el sábado. Fue dicho y hecho”. Como dirían los valencianos, un ‘pensat i fet’ de manual.
Fue clave la intervención de un coronel de la Guardia Civil para llegar al corazón de la zona afectada
Respuesta comarcal
Tras muchas iniciativas solidarias surgidas de su inquietud, Tomás López se ha convertido en esa suerte de ‘campanero’ que, antiguamente, se encargaba de tocar a arrebate en los pueblos avisando de un fuego o de alguna otra calamidad, una señal a la que toda la villa tenía que acudir para echar una mano.
Por ello, cuando Tomás lanzó ese llamamiento, todo l’Alfàs del Pi se volcó. “En principio, nos conformábamos con dos furgonetas grandes que ya teníamos preparadas; pero fue tan abrumadora la respuesta y la solidaridad de la gente… Como fuimos de los primeros, vino mucha gente de Altea, de Benidorm, de La Nucía, de Callosa y, por supuesto, todo el pueblo de l’Alfàs. Todo eso hizo que, al final, consiguiéramos llenar diez furgonetas y, alguna de ellas con remolque”.
«Salimos de l’Alfàs con diez furgonetas, pero llegamos con once» T. López
Restricciones de movilidad
Cuando Tomás López y su gente puso rumbo a València, aquel sábado en el que una auténtica marea de voluntarios acudió en ayuda de sus vecinos para llegar allí donde las autoridades no fueron capaces de hacerlo, se encontraron con que la Generalitat había establecido restricciones a la movilidad y que, por lo tanto, iba a ser muy complicado hacer llegar esa ayuda a sus destinatarios.
Fue entonces cuando, como suele suceder en estos casos, las amistades y los ‘contactos’ entraron en acción. “Tuvimos la gran suerte de poder contar con la ayuda del coronel Antonio, de la Guardia Civil de València, al que conocemos gracias al equipo de Krav Maga”, explica López.
Un convoy escoltado
Dice el dicho que ‘hay que tener amigos hasta en el infierno’, y lo cierto es que esta historia lo demuestra de manera casi literal. Llegados a aquel infierno en el que la DANA había convertido a la provincia vecina, “le pedimos un permiso al coronel para poder pasar y llegar al corazón del desastre, pero nos dijo que no nos lo daba… porque se iba a venir con nosotros. Efectivamente, capitaneó el convoy y gracias a eso pudimos pasar sin problema los cuatro controles que nos encontramos”.
Una historia que todavía tiene un último giro poético: “en el último control nos encontramos a dos hermanos de Barcelona que habían bajado con su furgoneta llena de ayuda. No les estaban dejando pasar y querían darnos todo aquello para que lo lleváramos. Lo que hicimos fue meter su furgoneta en nuestro convoy, así que salimos de l’Alfàs con diez furgonetas, pero llegamos con once”.