A espaldas de la iglesia entre barroca y neoclásica de los Santos Juanes, en Catral, ultimada en 1802, aunque proyectada, sobre lo que fue mezquita, por el arquitecto crevillentino Miguel Francia (principios del XVIII-1790), aún respira, y mucho (hasta con Aula Educativa u Obra Social, en un local justo enfrente), la Cooperativa Eléctrica Benéfica Catralense, en la calle Canal de Riego.
Sembrada en 1927, es una de las varias sociedades de este tipo que operan en la Comunitat Valenciana, como la biarense Nuestra Señora de Gracia (fundada en 1924), la Eléctrica de Callosa de Segura (1929), la Benéfica Albaterense (del mismo año) o, la más mediática, con sus publicitadas colaboraciones culturales, la Cooperativa Eléctrica Benéfica San Francisco de Asís de Crevillent (1925).
Al noroeste inglés
¿Pero qué es una cooperativa eléctrica? ¿Quizá una ‘pequeña’ productora y/o distribuidora de electricidad que le hace la competencia a los grandes monstruos empresariales? Hablemos primero de cooperativas, o sea, según la Real Academia Española (RAE), de las sociedades que se constituyen “entre productores, vendedores o consumidores, para la utilidad común de los socios”. Añadamos que, según estatutos y al margen del tipo de gobierno nacional, su poder decisorio se reparte democráticamente entre estos socios.
Fue el esfuerzo conjunto de veintiséis hombres y una mujer de la ciudad de Rochdale, allá por el noroeste de Inglaterra, en el condado del Gran Mánchester, el que permitió que se creara, el sábado 21 de diciembre de 1844, la primera cooperativa tenida como tal: la Sociedad de los Pioneros de Rochdale. El marco era el de la Primera Revolución Industrial, iniciada en la segunda mitad del XVIII y finiquitada en esa misma década.
Su poder decisorio se reparte democráticamente entre sus socios
Lucha de clases
El paso de una sociedad principalmente agraria a otra fundamentalmente urbana, espoleado por invenciones como la máquina a vapor de James Watt (1736-1819), desarrollada entre 1763 y 1775, trajo no pocos problemas por falta de leyes laborales, bajos sueldos, trabajo desde la infancia, viviendas hacinadas, ciudades faltas de higiene. Se finiquita la estratificación poblacional del feudalismo y se sustituía por la llamada ‘lucha de clases’: burgueses y obreros, principalmente.
En ese caldo de cultivo germinaría el cooperativismo a partir de la iniciativa de Rochdale, surgida en las fibras de la industria textil, que abrazó con gran fuerza creaciones como la de Watt, extendiéndose además por todo Occidente. Ahora bien, ¿qué es exactamente una cooperativa eléctrica, o una energética, en la que la anterior queda englobada? Su propia estructura nos dará las claves.
La primera de estas entidades se creaba en 1844 en Inglaterra
Gestión descentralizada
Básicamente, frente a la centralización de producción y distribución de la energía que ofrecen las grandes corporaciones, las cooperativas energéticas proponen una gestión descentralizada y gestionada por los propios socios cooperativistas. En la actualidad, estas sociedades se centran especialmente en las energías renovables, en la llamada economía circular (basada en el reciclaje: lo desechable acaba produciendo nuevos productos), en la sostenibilidad.
Pero, alto, estos consorcios casi -o sin casi- a pie de calle nacieron antes de que estos conceptos siquiera alguien los hubiera intuido. ¿Unos visionarios? Volvamos a nuestras revoluciones industriales: la Primera y, sobre todo, la Segunda (1870-1914). De hecho, sería a partir de la segunda mitad del siglo XVIII cuando la electricidad, desarrollada década tras década desde las primeras observaciones en el Mediterráneo clásico, se utilizase industrialmente.
Estas sociedades llegaban al campo, donde las corporaciones no operaban
La primera corporación
Fue otra ciudad británica, Godalming, en el condado de Surrey, plena área metropolitana londinense, la primera que iba a usar energía eléctrica, desde el 1 de octubre de 1881, con la construcción de la primera central dirigida tanto a lo urbano como lo privado. Pero la pionera corporación eléctrica se fundaría al otro lado del Atlántico: en la litoral y estadounidense Nueva York.
La Edison Electric Illuminating Company, creación de 1882 del ingenioso, pero también monopolista Thomas Alva Edison (1847-1931), trajo la luz a la calle Pearl, donde construyó su estación. La empresa, integrada en el poderoso grupo del industrial americano, extendió sus palpos por todo el país, transformándose en 1936 en la Consolidated Edison (ConEd), aún operativa (otra empresa del primitivo y ya desaparecido grupo Edison, la General Electric, se creaba el 15 de abril de 1892).
En tierras españolas
A España la electricidad ciudadana nos arribó en 1852, con las primeras pruebas en tiendas, plazas y calles. Pero hasta 1907 no se fundaría Hidroeléctrica Española (a partir de Hidroeléctrica Ibérica, nacida en 1901), desaparecida en 1992. ¿Y qué hacían las cooperativas? Pues llegar al campo, a las huertas, donde las corporaciones no operaban, por pura rentabilidad. Aquellas asentaron y arraigaron, participando en la vida social de las respectivas localidades.
Cuando las grandes corporaciones (aquí controladas por el Estado) acabaron por llegar a todas partes, las cooperativas, establecidas en el mundo del agro, comenzaron a operar en el mundo de las renovables siguiendo la misma filosofía anterior. En la Comunitat Valenciana (cuyo cooperativismo en general aglutina el quince por cien del empleo directo nacional en esta modalidad), la Federación de Cooperativas Eléctricas, surgida en 1984, agrupa a buena parte de ellas. Que, fundadas por idénticas fechas, ahí continúan, electrificando.