Los mejores ciclistas del mundo no pueden estar equivocados. Todo el pelotón internacional, desde Tadej Pogacar hasta el último de los neoprofesionales, que el próximo mes de enero dará sus primeras pedaladas en la máxima categoría del ciclismo, eligen cada invierno, entre los meses de noviembre y enero, Altea como punto estratégico para realizar su puesta a punto para una nueva temporada.
Lo hacen a nivel individual, viajando hasta la Villa Blanca para aprovechar el buen tiempo de la zona para entrenar, y también lo hacen de forma grupal, formando parte de las innumerables concentraciones invernales (habitualmente antes y después de Navidad) que realizan en la región los equipos profesionales.
Los aficionados que pedaleen en estas fechas por Altea lo harán acompañados de muchos profesionales
Entrenar con los mejores
Cada año por estas fechas se suele decir que el próximo ganador del Tour, La Vuelta, el Giro y el resto de grandes citas ciclistas del calendario internacional ya han rodado por las carreteras de la Costa Blanca y, en concreto, con Altea como punto de partida, ya que es aquí, en la Villa Blanca, donde muchos instalan su ‘cuartel general’.
Una circunstancia que no pasa desapercibida por los ‘globeros’, esos ciclistas populares que utilizan la bicicleta para hacer deporte, y que buscan a sus ídolos en las rampas de las montañas del interior de la Marina Baixa para tratar de seguir su rueda durante unos pocos metros y, con suerte, poder ‘cazar’ algún selfie junto a esas grandes figuras.
Del mar a la montaña
Y todo, gracias a que Altea, por su estratégica ubicación, se erige como línea de salida ideal para no pocas rutas ciclistas de lo más atractivo. Rutas que, en muchas ocasiones, coinciden en parte o en su totalidad con etapas míticas de eventos como La Vuelta, lo que también convierte a Altea en un destino predilecto para los cicloturistas de media Europa.
Unas rutas que, llegadas las vacaciones de Navidad para muchos, se llenan de ‘globeros’ que, huyendo del frío (y, en muchos casos, la lluvia y la nieve), se convierten en una opción ideal. Rutas cercanas como las que recorren la Sierra de Bernia o la Serra Gelada y otras, más lejanas, que se adentran en el interior provincial por Aitana.
Desde Altea se pueden recorrer diversas rutas por las comarcas de las dos Marinas, con distintos niveles de exigencia
Visita a la Marina Alta
Para los aficionados más en forma, una de las rutas más atractivas es la que se adentra en la Marina Alta. Para ello, tras partir desde Altea por la N-332 hay que buscar el vecino municipio de Calp y, desde allí, por la Cala Fustera, iniciar el ascenso a la ‘cara oculta’ de la Sierra de Bernia por Benissa y el precioso valle de Jalón.
Una vez coronado Bernia, elegir entre regresar por la vía de Calp o poner rumbo directo a Altea completando algo más de 80 kilómetros, con poco más de mil metros de desnivel positivo acumulado.
No menos exigente, y superando en este caso la distancia de los cien kilómetros, es la ruta que, visitando también Calp y Benissa, nos desviará primero a Gata de Gorgos antes de girar de nuevo hacia la Marina Baixa para, a través del alto de Tárbena, devolvernos a Altea tras haber superado con creces los 1.400 metros de desnivel positivo acumulado.
Sin salir de la comarca
Otra opción, sin salir de la comarca, es ‘calentar’ pedaleando hasta Benidorm y, desde la capital turística, iniciar el ascenso hacia Finestrat antes de exprimirse, pasando por Sella, en las rampas de Confrides recuperando fuerzas en el bello Castell de Guadalest y saciando la sed en la plaza de Els Xorros de Polop antes de regresar, tras un centenar de kilómetros, a Altea.
Y, sin duda, la reina de todas las rutas de ciclismo de carretera es la que, con algunas salvedades, copia el trazado de una de las etapas más repetidas y míticas de La Vuelta en la provincia y que, por ejemplo, decidió la edición de 2016 a favor de Nairo Quintana ante Chris Froome.
También los amantes de la bicicleta de montaña cuentan con múltiples opciones con salida en Altea
Sabor profesional
Con 126 kilómetros de recorrido y más de 4.400 metros de desnivel acumulado, tiene como grandes atractivos los puertos de Confrides y de Coll de Rates. De hecho, el tramo más exigente de la ruta lo encontramos entre los kilómetros 20 y 40, desde donde se asciende desde los 200 a los 1.000 metros de altura hasta alcanzar la cumbre de Confrides para, pasando por Gorga o Castell de Castells, afrontar la segunda ascensión fuerte del día, la del Coll de Rates, antes de volver a la Villa Blanca.
Si alguien puede considerar que esta ruta es excesiva, siempre puede optar por las emociones fuertes de la que, partiendo desde Altea, visita La Nucía y Guadalest con un recorrido de ‘sólo’ 57 kilómetros, pero acumulando 1.215 metros de desnivel positivo. El mayor reto de esta propuesta es, de hecho, afrontar la subida a La Nucía, un ascenso con cierta exigencia, antes de bordear el embalse del Castell de Guadalest y regresar a la Villa Blanca por las carreteras de las faldas de la Sierra Bernia.
Paraíso para ‘bikers’
Todas estas opciones son las ideales para los ‘ruteros’, pero Altea y la Marina Baixa también ofrece rincones de lo más espectacular para los ‘bikers’, es decir, los enamorados de la bicicleta de montaña, que pueden optar por los senderos cercanos de la Sierra de Bernia o la Serra Gelada o, incluso, montar su bicicleta en el coche para visitar otros parajes naturales de la provincia.
Se elija la opción que se elija, en todos estos casos es recomendable visitar las webs especializadas o consultar con el Patronato de Turismo de la Costa Blanca para conocer, no sólo los ‘trackings’ de cada una de esas rutas, sino también, y sobre todo, las restricciones que puedan existir para la práctica del ciclismo en los parajes protegidos de la región.