Puede que los Jardines de Monforte se encuentren en una de las zonas más caras de València. También, de las más bonitas. Arquitectónicamente junto a la todopoderosa Pagoda. A nivel de flora, que ya es su propia esencia, rodeado de los Jardines de Viveros y de la larga Alameda. Intelectualmente, junto a la avenida Blasco Ibáñez, plagada de facultades. Deportivamente, junto a la Hípica y el antiguo cauce del Turia.
Da la impresión de que los Jardines de Monforte lo tienen todo. De hecho, algunos festivales artísticos que se han celebrado en la ciudad han decidido hacer sus presentaciones y actos ahí mismo. No obstante, para la mayoría de los vecinos de la ciudad, sobre todo de los barrios alejados del centro, estos resultan un gran desconocido.
Siglo XIX
De corte neoclásico, los Jardines de Monforte vieron la luz en época del movimiento llamado Romanticismo, como no podía ser de otra manera. Así, el siglo XIX valenciano vio nacer por encargo de Juan Bautista Romero, marqués de San Juan, estos espléndidos jardines, que desde mediados del pasado siglo están catalogados como Bien de Interés Cultural.
En su origen se trataba de un huerto de los existentes fuera de la zona intramuros, que pertenecía a José Vich, barón de Llaurí, quien lo vendió en 1849 al citado Juan Bautista Romero Almenar, marqués de San Juan, razón por la cual inicialmente era conocido como l’Hort de Romero (El Huerto de Romero).
Era un huerto de los existentes fuera de la zona intramuros y pertenecía al barón de Llaurí
Familia Monforte
El jardín recibe el nombre de Monforte por haber pasado a la familia de este apellido a la muerte del marqués, en 1872. Los jardines fueron restaurados en los años 1940 por Javier Winthuysen Losada. En dicha década, por cierto, pasó a manos del Estado y sería declarado Jardín Artístico Nacional.
Cinco años antes de la muerte de Franco, los Jardines de Monforte pasarían a propiedad municipal, restaurándose y abriéndose al público en 1973. Desde entonces la entrada y acceso para gozar de su arquitectura, flora, fuentes y estanques son gratuitos para turistas y vecinos, siempre siguiendo los horarios que marca el Ayuntamiento de la ciudad.
Pasarían a propiedad municipal, y se restauraron abriéndose al público en 1973
Neoclásico
Está conformado por 33 estatuas de mármol, caracterizadas por su temática mitológica, tratando todas de escenas y representaciones de dioses y diosas de la antigua Grecia. Esta mirada al pasado heleno representa uno de los rasgos característicos del movimiento artístico en el que nacieron dichos jardines.
Así, la plaza en honor a la diosa Flora, la fuente de Poseidón, la estatua de Sócrates, las estatuas de Baco y Mercurio en la glorieta de los Arcos representan sólo algunos de los múltiples elementos alusivos al periodo de la antigüedad grecorromana.
En consonancia con el carácter señorial del jardín se conserva el pabellón de recreo, una suerte de palacete construido a iniciativa del propio marqués de San Juan, y cuya puerta es paso obligado, y único, al jardín.
Los jardines los conforman 33 estatuas de mármol caracterizadas por su temática mitológica
El ‘rebuig’ de Madrid
Los Jardines de Monforte ocupan una extensión que gira alrededor de los 12.000 metros cuadrados. A lo largo del mismo, el paseante puede gozar de diversas esculturas de mármol, fuentes, estanques, jarrones y árboles. Aunque el jardín destaca por el valor artístico e histórico de sus esculturas y fuentes, muchos curiosos se acercan buscando el ‘rebuig’ (desecho) de la capital de España.
¿Y de qué se trata tal ‘rebuig’? Cuando el paseante atraviesa una plazoleta de forma semicircular, cerrada por un barandal de hierro y adornada con bustos de filósofos, llega a una artística portada neoclásica. La misma, exenta, aparece flanqueada por dos leones de mármol, obra de José Bellver para la escalinata del Congreso de los Diputados, en Madrid, donde no llegaron a colocarse. He ahí su historia.
Perfecto para el ‘book’
Pese a que no son muy conocidos para la mayoría de los valencianos de los barrios periféricos, algunas parejas de cierto nivel adquisitivo y que viven por el centro de València sí que están al tanto de su belleza y el inmejorable marco que arroja para ciertas instantáneas de corte familiar.
De este modo, algunas parejas que realicen un enlace matrimonial, una vez han celebrado la ceremonia, deciden desplazarse con el fotógrafo de boda a los Jardines de Monforte antes de acudir al banquete nupcial con el resto de amigos y familiares.
La flora, las estatuas, las fuentes y todo el entorno neoclásico, tan bien mantenido por parte del Ayuntamiento desde su apertura al público hasta la actualidad, han convertido los Jardines de Monforte en el entorno inmortalizado en los álbumes de fotos de boda de muchas de las parejas valencianas a lo largo de las últimas décadas.