Entrevista > Joan Miquel Llopis / Periodista (Cullera, 16-marzo-1968)
Su nombre es Joan Miquel Llopis, aunque pocos le conocen así. “Desde los seis años me llaman TJ, por el personaje de la serie ‘Los Hombres de Harrelson’”, señala con una sonrisa. Periodista valiente, de raza, en su currículo alberga el haber estado presente en algunas de las peores catástrofes mundiales, véase el huracán Mitch en Nicaragua, el terremoto de El Salvador o la guerra de Kosovo.
Pero nada le tocó tan hondo como lo vivido a partir del 29 de octubre, una DANA -Depresión Aislada de Niveles Altos- que devastó parte de la provincia de València. Junto a su equipo fue el primer reportero que pudo informar desde Utiel, el origen de la tragedia, donde las fuertes lluvias provocaron el desbordamiento del río Magro.
Desde ese momento acudió a casi todas las zonas devastadas para hacer un sinfín de directos, escuchar a los afectados, “era lo que más necesitaban”, empatizar con ellos y prometerles que no dejarán de relatar qué pasa hasta que esta pesadilla haya finalizado, “sean meses o años”. Son muchos los que le ven como un héroe, él no: “simplemente hice mi trabajo”.
¿Siempre quisiste ser periodista?
Por lo que dice mi madre, sí. Además, deseaba serlo de tele, lo tenía muy claro: estando en el instituto sabía que estudiaría periodismo y soy miembro de la primera promoción del CEU Cardenal Herrera de València.
¿Cuáles fueron tus primeros trabajos?
Finalizada la carrera comencé en diversas revistas, como ‘La Voz de la Empresa’, desplazándome a València ciudad. Después pasé al diario ‘Levante’ cuatro años, y tuve la opción de hacer una sustitución en ‘Canal 9’, no lo dudé, era lo que quería.
Poco después me volvieron a llamar, porque ampliaban personal, y entré en ‘Dossiers’, nuestro ‘Informe Semanal’. Fueron nueve años, época en la que más viajé, para cubrir los momentos cruciales del planeta.
«Utiel me impactó mucho por el silencio, tras tantas horas de un ruido infernal, con gente pidiendo socorro»
¿No era una vida muy nómada?
Sin duda. Ya me había casado, no tenía todavía hijos y por supuesto condicionaba mi vida familiar. Mis salidas eran de veinte días, un mes, dos, seguidamente nos volvíamos a ir… Fueron seis-siete temporadas a un ritmo frenético, con más de 200 días al año fuera de casa.
Lo dejé y me nombraron director de informativos fin de semana, antes de hacer el magazine de verano ‘En connexió’; esos tres meses se convirtieron en siete años, hasta el cierre de la cadena. Con la apertura de ‘A Punt’, en 2018, me llamaron y ¡fui de cabeza!
Hablemos del fatídico 29 de octubre.
Los meteorólogos de la casa llevaban varios días anunciando que nos íbamos a enfrentar a un episodio de lluvias extremas, que podía ser muy serio. De igual modo, la dirección de Informativos nos alertó previamente que acudiéramos a la televisión equipados.
A la una de la tarde estaba operativo y nos comunicaron que en la zona de Utiel y Chiva la situación era muy complicada, tras el desbordamiento del río Magro.
¿Cómo llegasteis a Utiel?
Un primer equipo estaba bloqueado en la A-3 y nos pidieron alcanzar la localidad de la forma que fuera. Con mi cámara, Paco Bernabeu, buscamos alternativas y tomamos la CV-35 hasta Tuéjar, rodeamos el embalse de Benagéber, y tras tres horas llegamos a Utiel por la entrada norte.
Solo nos llovió, aunque con mucha intensidad, en la última parte del trayecto. Lo primero que vimos fue la vía férrea, totalmente inundada: ya no se podía pasar y nos quedamos en ese polígono.
«Lo primero era atender a los que lo necesitaban, sin pensar, porque el shock emocional era muy grande»
Continúa, por favor.
Allí hicimos la primera conexión en directo, a las 5 de la tarde, desde una empresa de plásticos. Comenzaba a oscurecer y buscamos la forma de entrar a la población, porque el nivel del agua no paraba de crecer.
Las calles se habían convertido en un río, con la Guardia Civil y la UME intentando rescatar a las personas atrapadas en las casas del barrio de San Isidro. Los directos, hasta la 1 de la madrugada, se centraban en los rescates, muchos de ellos con los tractores de los agricultores.
¿Dónde os quedasteis?
Mientras estábamos en el Especial ni pensábamos en ello, pese a que nos habían recalcado que no podríamos volver a València. Dormimos unas pocas horas en Villargordo del Cabriel, a 20 kilómetros, volviendo a hacer los directos a primera hora de la mañana.
¿El sonido del agua era estremecedor?
Sí, pero también nos impactó seguidamente el silencio, tras tantas horas de fuertes ruidos infernales, en el que además escuchábamos gritar socorro a las personas. Intentábamos hacer una radiografía de lo que nos rodeaba, que era horrible.
«Todos los expertos y especialistas indican que hay un antes y un después al 29 de octubre de 2024»
Momento de adrenalina máxima.
Estaba pendiente de todo, de lo que estaba sucediendo y de tener los protagonistas más adecuados en ese instante. Pero lo primero era atender a las personas que lo necesitaban, sin pensar, porque el shock emocional era muy grande.
En ese momento, tan emocionante, teníamos que informar de la mejor manera posible: muchos necesitaban saber qué estaba pasando, para tranquilizar o alertar.
¿Qué sucedió al día siguiente?
Por la mañana nos pudimos acercar a las casas próximas al río, a pie, obviamente, y apreciamos la verdadera devastación de ese episodio. Íbamos haciendo diferentes falsos directos -piezas de dos o tres minutos- que enviábamos desde Caudete de las Fuentes, pues en Utiel la conexión era muy mala y en un hecho como éste la inmediatez es determinante.
¿De qué forma te afectó?
Mucho. En otros desastres naturales que he presenciado, más joven, como el huracán Mitch, por ejemplo, el impacto es brutal, con numerosos pueblos desaparecidos bajo el barro, y te lo llevas a casa. Pero en este caso no pasa lo mismo, porque ya estás en tu zona, en tu tierra, y te afecta mucho más.
La DANA ha pasado en pueblos que conozco, somos hermanos y tengo allegados que lo han perdido todo. Ya en Utiel me empezaron a decir “no os olvidéis de nosotros, necesitamos ayuda”.
«Los jóvenes nos han dado una lección de vida y han destrozado el concepto que teníamos de ellos»
No podemos hacerlo.
Cuando te hablan se derrumban, y uno no es de piedra. Acabas el directo y agradecen un abrazo, porque lo que querían era que les escucháramos.
La Televisión Valenciana ha puesto a disposición de los afectados un medio de comunicación para que se puedan desahogar, como un vehículo reivindicativo de lo que ellos necesitan. Del mismo modo, la experiencia me permitió tomar una decisión.
¿Cuál fue?
La de no reprimirme en ningún momento. Cuando necesite llorar o respirar, lo haré, sea en directo, en un falso directo o fuera del trabajo, junto a estas personas. ¡Y me ha pasado! He tenido que liberarme del impacto emocional de escuchar tantas historias salvajes: de vez en cuando llorar abrazado a estas personas ha sido, para mí, la mejor terapia.
¿Qué te impresionó más al regresar a Picanya, Paiporta, Catarroja…?
Venía de conocer los destrozos de Utiel, con mucho daño dentro de las casas. En L’Horta Sud me encontré con un territorio totalmente arrasado: coches unos encima de otros -algo que se había visto en contadas ocasiones-, calles con medio metro de barro, con muebles, desechos, todo lo que había expulsado el barranco del Poyo.
Las calles colindantes al barranco eran como una explanada de barro salpicada de casas con destrozos máximos, y la gente funcionando como autómatas. Había ya muchos voluntarios.
«En los pueblos dañados era tanto el terreno que había que abordar que no sabías por dónde comenzar»
¿Pero también mucho desorden?
Era tanto el terreno que había que abordar que no sabías por dónde comenzar. Los voluntarios llegaban ¡y se quedaban en la primera calle!, porque no hacía falta avanzar más, hasta que les decían “aquí ya somos suficientes, seguir más adelante”.
Una semana o diez días después había zonas de muchos pueblos a los que todavía no había llegado nadie y eran los propios vecinos quienes estaban limpiando. Nos decían “aquí no vino nadie, por favor, avisad, estamos en la más absoluta miseria”.
Cada jornada que pasaba ibas alucinando más y en algunas de mis intervenciones indicaba que quizás se trataba de imágenes repetitivas, pero que tenía una historia y una familia detrás que le hace ser única. Nuestra labor, más allá de informar, ha sido darles un altavoz a estas personas y dejarles hablar.
¿Por eso muchos te consideran un héroe?
¡Pues no lo soy! Estaba haciendo mi trabajo, el que he elegido; estas personas no pudieron escoger ser protagonistas de este desastre. Todavía se me pone la piel de gallina al recordar cómo la gente agradece tu trabajo.
He escuchado numerosas veces frases como “no nos abandonéis”, “sois de los nuestros”, “muchas gracias, sois los que estáis contando la verdad”.
¿Sentiste mucha impotencia?
Claro. La empatía con los damnificados, muchos de ellos ahora arruinados, es tan fuerte que te pones de su lado, entendiendo que lo que te dicen es por supervivencia, porque no llegaban las ayudas o eran escasas.
«De vez en cuanto llorar abrazado a las personas afectadas ha sido, para mí, la mejor de las terapias»
¿Qué te sorprendió a nivel solidario?
Los jóvenes. Nos han dado una lección de vida que ha destrozado toda la conceptualización que teníamos de ellos. Les hemos llamado Generación Perdida o de Cristal, y han sido los que realmente han funcionado.
No dicho por mí, sino por las personas que tenían su casa llena de barro y lo han podido sacar gracias a estos adolescentes. ¡Fueron la avanzadilla de la salvación para muchas familias!
Hubo después una segunda DANA.
Días después, por la zona de La Safor. A las siete de la mañana hicimos un directo desde la playa de Gandía, con un arenal lleno de cañas de la primera DANA, procedente de La Albufera y el río Júcar. De ahí nos fuimos a Algemesí, donde no había nadie porque tras las alarmas (veinte horas) todos se habían encerrado en casa, con miedo.
¿Continúas acudiendo a las zonas afectadas?
Si, por supuesto. Regresé, por ejemplo, a Utiel, un mes más tarde, y me topé con otra situación, aunque queda todavía mucho por hacer. Estoy en ‘La vía verda’, programa que se emite a mediodía, y nos estamos centrando ahora en el análisis, con diferentes expertos, y las soluciones que se deben llevar a cabo.
En este sentido, todos los especialistas en ingeniería hidráulica o medio ambiente indican, sin duda, que hay un antes y un después del 29 de octubre de 2024.