Pocas cosas han sido capaces, sobre todo desde la segunda mitad del siglo XX, de evidenciar mejor el choque generacional entre padres e hijos que la música. Primero, fue la llegada del rock and roll y sus ‘efectos satánicos’ sobre la juventud por aquellos movimientos de cadera tan lascivos para la moral del momento. Luego, fueron aquellos cuatro chavales de Liverpool con cara de no haber roto un plato, pero con peinados inasumibles, discursos inaceptables y, sobre todo, una propuesta musical que lo cambiaría todo.
Después de los Beatles llegarían el glam, el punk, el grunge y, en definitiva, todo lo que marcó a la llamada generación X. Una generación que ahora, enfrentada a la paternidad, observa ojiplática como sus retoños se contonean y perrean a ritmo de reggaetón.
Mensajes inadecuados
Esa batalla cultural entre generaciones no sólo es normal, sino que forma parte del proceso propio de la evolución personal de cada individuo. Llega un momento en la vida de cada cual en al que, con mayor o menor intensidad, va a sentir la necesidad de rebelarse contra el poder establecido (que suelen ser los padres) y la música y el arte siempre han sido excelentes vehículos para canalizar esa frustración.
Ahora el problema, al menos así lo entienden muchos padres y también los responsables del Club Voleibol Altea, no es tanto la disparidad de gustos entre una generación para la que el reggaetón es lo más cercano a una tortura y otra que no deja de escucharlo. El problema, y eso es un dato objetivo, es el mensaje. Salvo honrosas excepciones, las letras de los artistas más bailados asustan por su contenido ya no sexual (que de eso ha existido siempre, incluso en algo tan culto como la ópera), sino sexista. En definitiva, misógino.
«Hemos lanzado una campaña para que no se escuche música sexista en el calentamiento ni en los entrenamientos» P. Lloret
Sexismo normalizado
El Club Voleibol Altea cuenta en la actualidad con seis equipos federados, todos ellos femeninos, y sus responsables han decidido silenciar o, usando el neologismo propio de la generación a la que va dirigida la medida, ‘mutear’ cualquier canción con contenido sexista de las ‘playlist’ que se suelen utilizar para animar los momentos previos o los tiempos muertos de los partidos, así como los entrenamientos.
Tal y como explica el presidente de la entidad, Paco Lloret, “hemos detectado desde hace tiempo, no desde ahora, que en nuestro propio club, en nuestros diferentes equipos, esa música está normalizada” y, aunque asegura que no quieren “ser ejemplo de nada”, han considerado que no por estar normalizada “tiene que ser algo que se deba escuchar”.
La entidad cuenta en la actualidad con seis equipos federados, todos ellos femeninos
Contra la música sexista
Es por ello que, como entidad, Lloret y los suyos han decidido tomar cartas en el asunto y “hemos lanzado una campaña contra esa música sexista. En definitiva, para que no se escuche en esos periodos de calentamiento previos a los partidos o entrenamientos”.
Y todo, después de comprobar que se haya convertido en habitual “no sólo por nuestra parte, sino que también lo vemos en los equipos que vienen de fuera; ponen el altavocito con las canciones que más les gustan. Eso está perfecto, pero es que las canciones son ofensivas para la mujer”. En definitiva, concluye Lloret, “es lamentable, pero es algo que se ha normalizado y nosotros hemos dicho ‘hasta aquí’”
Antes de poner en marcha el veto, el club habló con las jugadoras para hacerles ver el problema
Apoyo de otros clubes
Para el presidente del vóley alteano, lo más preocupante de esas letras es que, de alguna manera, pueden llevar a “normalizar cosas como la violación o el maltrato”. Un punto que, antes de poner en marcha la iniciativa, han abordado con las jugadoras. “Ellas mismas han llegado a reconocer que, efectivamente, esas letras que tararean dicen lo que dicen”.
La buena noticia, en cualquier caso, es que parece que el ejemplo ha calado porque “nos estamos dando cuenta de que es algo que también afecta a muchos clubes y, de hecho, la están apoyando y no sé si la van a poner en marcha, pero es algo que hasta ahora nadie había dicho”.
Deporte y educación
Preguntado sobre cómo se ha recibido este veto por parte de las jugadoras, los padres y la afición, Lloret explica que “ha habido de todo; reacciones de gente que lo ha aplaudido, pero que callaba o no decía nada porque, al final, el grupo es mayoritario y acaban imponiéndose las que traen el altavoz, las que ponen la playlist. También hemos tenido gente indiferente, que ni bien, ni mal. Otra gente, incluso ha dicho ¿y por qué?’ Y se la ha explicado”.
Pese a ese veto, el presidente del Club Voleibol Altea, subraya que “no se trata de prohibir nada. Se trata de poner el foco sobre un problema que está ahí, en la sociedad”. Además, Lloret lo vincula a los siempre mencionados valores positivos del deporte. “Lo que nosotros, de alguna manera, estamos haciendo es que las niñas jóvenes estén aprendiendo un deporte. Por ello, también estamos en una faceta educativa y no tiene sentido que en un pabellón, donde hay menores… pues esa música chirría”.