Entrevista > Manolo Candela / Fotógrafo (Crevillent, 13-septiembre-1965)
Estudiante “normalito”, Manolo Candela ha pertenecido al sector textil toda su vida laboral, que ha sabido combinar con la fotografía, de la mano de su gran pasión, la Semana Santa crevillentina, “la mejor del mundo”.
Se fue aficionando, también al visionar la revista en casa de su tía Eulalia, y a mediados de los noventa se decidió. A partir de entonces ha participado brillantemente en infinidad de concursos -algunos incluso ganándolos-, aunque lo que realmente le gusta son los rostros, la persona, sus gestos.
En la última edición del Memorial Alberto Candela finalizó segundo tanto en el apartado de color como en el Premio de Honor. “El nivel ha crecido muchísimo últimamente”, reconoce, satisfecho.
¿Cuándo te iniciaste en la fotografía?
Todo procede de mi amor por la Semana Santa. Recuerdo que siendo niño, cuando llegaba esa celebración, acudía a casa de mi tía Eulalia Candela Belén, muy conocida en Crevillent por su faceta lírica.
Allí me empapé de las tradiciones. Mi tía poseía numerosas revistas de la Semana Santa -especialmente las de los años cuarenta y cincuenta-, y para mí aquello era un tesoro: miraba las fotografías, empezó a gustarme, aunque no me introduje de verdad hasta 1995.
¿Tu mejor foto ya la has hecho?
Nadie ha hecho su mejor foto. Tenemos buenas, que quizás acaban siendo como la mejor, pero considero que en los años que me quedan haré excelentes. Algunas fotos me encantan, han sido galardonadas en certámenes nacionales.
¿Cómo se capta una buena foto?
Debemos buscar el momento, que al mismo tiempo te puede venir. Me fascina la fotografía de reportaje, especialmente el ambiente humano, la persona, sus gestos. Estoy muy cómodo fotografiando zonas marginales (fotos sociales), mucho más que haciendo paisajes.
También a gente mayor, como las que hice al hermano de mi padre, que vivía solo, en una casa antigua. Hablando de su vida, las fotos iban surgiendo y la cámara me permitió empatizar con mi tío y sus estados emocionales. Después, con ellas, gané un concurso celebrado en Petrer.
«De pequeño iba a casa de mi tía Eulalia, veía las revistas de la Semana Santa y me quedaba fascinado»
Ahora todos hacemos fotos. ¿No se ha perdido la magia?
Sin duda. Provengo del mundo analógico, del laboratorio y la diapositiva, y todavía hoy, cuando encuadro una foto, pienso en ello, teniendo en cuenta por ejemplo un cable, que luego obviamente podría eliminar en Photoshop. ¡Si lo puedo evitar, lo hago! Es una buena formación.
Es cierto que ahora todo el mundo se siente fotógrafo, pero realmente lo que importa es la imagen. También se ha perdido privacidad, cualquiera puede hacerte una foto. Por eso prefiero no engañar a nadie, siempre se ve mi cámara y pregunto si es posible tomarla o no.
¿El mundo de la fotografía va a seguir evolucionando?
Claro, ya lo hizo, y mucho, al pasar de lo analógico a lo digital. Ahora me preocupa mucho todo el tema de la Inteligencia Artificial (IA), ¡porque eso ya no es ni fotografía! ¿Dónde estará el mérito del fotógrafo?
«Me preocupa mucho el tema de la Inteligencia Artificial: ¿dónde está ahí el mérito del fotógrafo?»
En los últimos certámenes, ¿cómo fue tu participación?
Acudí al de Semana Santa y al de la San Silvestre crevillentina. En el primero, el llamado Memorial Alberto Candela, que tuvo lugar en octubre, acabé muy contento. Finalicé segundo en el apartado de color, únicamente por detrás de Isabel López Talavera, de Petrer. ¡Me ganó por un único punto!
Ya en el Premio de Honor, la colección de las tres fotografías, volvimos a obtener el mismo resultado: Isabel primera y yo detrás, segundo.
¿Lo has ganado algún año?
Sí, el Premio de Honor lo conseguí en 2008, con una fotografía que titulé ‘Nit de sacs, uno, dos y tres’, centrada en la procesión de penitencia, una de las más austeras de la ciudad, con antorchas. El ambiente en ese acto es muy bonito, sumamente recomendable de ver.
Son muchos los fotógrafos que vienen a trabajar esa noche y se quedan maravillados con lo que ven, sobre todo la primera vez. Es como si me llevaran a mí a los Carnavales de Venecia.
«El Memorial Alberto Candela ha aumentado el nivel desde que acuden profesionales de toda España»
¿El nivel del concurso ha crecido en los últimos años?
Efectivamente. Antaño era más local, pero desde hace algunas ediciones vienen de diferentes puntos de la Comunitat Valenciana o incluso del país. Sin ir más lejos, el segundo mejor premio en blanco y negro se lo llevó José Ramón Luna de la Osa, natural de Tarancón (Cuenca).
También eres un gran deportista.
Me encanta. Empecé con el ciclismo, pasando seguidamente al atletismo, tras el nacimiento de mi hija, en 1993. He participado en un total ocho maratones: València (cuatro veces), Barcelona (dos), Madrid y Sevilla. Ahora compito con los veteranos, y disfruto igual.