Entrevista > Jesús Toscanini / Entrenador de fútbol (Rocha, Uruguay, 11-diciembre-1987)
Pertenecer a la misma generación que Lionel Messi siempre ha sido motivo de orgullo para Jesús Toscanini, así como igualmente ser coetáneo de Luis Suárez o Edinson Cavani, con los que coincidió en las categorías inferiores de la selección uruguaya.
Después de pasar por numerosos clubes de Uruguay, Colombia o El Salvador recayó en la liga finlandesa, antes de llegar a España, donde colgó las botas. Ya como técnico reconoce que es sumamente exigente con sus pupilos.
Se instaló en Elda por capricho del destino y pronto se vinculó con el CD Eldense, primero en infantiles y juveniles. Tomó seguidamente el rumbo del equipo C y ahora dirige el B, consciente de “las dificultades de comandar a unos chavales tan jóvenes, con tanta presión”.
«Entre mis ídolos de juventud, Diego Forlán, ‘El Loco’ Abreu y, sobre todo, ‘El Rifle’ Pandiani»
¿Qué tipo de delantero eras?
Muy guerrero, típico uruguayo del Río de la Plata, aquel que no da jamás el balón por perdido, consciente que el gol es la consecuencia de muchos factores. El sacrificio dependía de mí y nunca se negociaba: esa entrega, lucha…
En mis inicios era un extremo habilidoso y rápido, que me llevó a la Selección, pero con el paso de los años cogí músculo y me empezó a gustar mucho más pivotar y jugar de espaldas.
¿Quiénes fueron tus ídolos de infancia?
Diego Forlán, que triunfó en Villarreal y Atlético de Madrid, Sebastián ‘El Loco’ Abreu y Walter ‘El Rifle’ Pandiani, con sus extravagancias (llegaba a los entrenamientos montado en un camión). Me fijaba mucho en su juego aéreo, tan poderoso.
Tu llegada a Europa fue singular.
En 2015, estando en Colombia, en el Atlético Huila tuve una lesión muy grave, los médicos me diagnosticaron que no podría volver a jugar. Sin embargo, lo intenté de nuevo y cuando estaba cerca de dejarlo, surgió la opción de fichar por un club finlandés, el Oulun Palloseura.
La adaptación al país fue complicada, por el idioma, la cultura, el clima, pues eran los seis meses que prácticamente las 24 horas son de día.
«Me gusta exigir al jugador, que respete y dignifique una profesión que pasa muy rápido»
¿Fue mucho más fácil España?
Sin duda, me pidieron jugar dos-tres temporadas más, hasta que dije basta, porque había meses que casi no podía ni caminar. Estoy a gusto y muy contento, pese a las constantes mudanzas.
¿Te imaginabas como técnico?
Siempre estuvo en mi mente, porque en los equipos donde jugué, no por imposición, el grupo me hizo un líder de vestuario, ‘peleando’ con directivos o entrenadores o arengando en los instantes más complicados.
El clic definitivo fue al retirarme: deseaba seguir vinculado a este deporte, el que me ha hecho tan feliz. Me empecé a preparar, primero en Uruguay, aunque tuve que convalidar el carnet desde cero en Barcelona.
¿De qué forma te gusta entrenar?
Ni autoritario ni democrático, busco un punto medio. Tomo como referencia los buenos ejemplos que tuve a lo largo de mi trayectoria, aprendiendo también de los malos. Pienso que tengo un buen manejo del vestuario, de la gestión del grupo, porque me preparé para ello.
Me gusta exigir al jugador, que respete y dignifique una profesión que pasa demasiado rápido. Sé igualmente que los jugadores se equivocan, que tendrán días buenos y malos, aunque conmigo el sacrificio y la entrega son innegociables, sobre todo en una generación -la del mínimo esfuerzo- donde, condicionados por las redes sociales, todo es tan fugaz.
«Debo seguir aprendiendo, sabiendo de dónde vengo y mis capacidades; aspiro a ir a más»
¿Cómo se produjo tu incorporación al Eldense?
Llegué a Elda en 2021 de casualidad, sin conocer a nadie, tras retirarme en Jerez de los Caballeros (Badajoz). Me puse en contacto con el club, me abrieron las puertas y comencé como segundo entrenador del Juvenil A.
Me ofrecieron entonces un infantil, pasando poco después al Eldense C. Quedamos campeones el primer año y el segundo, la temporada pasada, finalizamos a cuatro puntos del play-offs.
El siguiente paso estaba claro.
Debo seguir aprendiendo, sabiendo de dónde vengo y mis capacidades. Aspiro a ir a más, con los pies en la tierra, primero sacando al filial de la situación que está, en descenso.
Un objetivo, con el tiempo, sería entrenar a un equipo profesional, volver a revivir aquello con lo que tanto disfruté como jugador: viajes, partidos, convocatorias…
¿Cuál es tu propuesta de juego?
Me gusta combinar, construir con el balón, pero me tengo que adaptar a los chicos que dispongo. Identifico primero las carencias del equipo, saber las virtudes de cada uno y a partir de ahí vamos mejorando, para lograr un juego más efectivo.
Somos asimismo muy conscientes que estamos supeditados al equipo A, que todas las semanas nos pide jugadores para entrenar o completar una convocatoria. ¡Es normal, debemos seguir formando a los pibes!