“¡Acho, pijo!, ¿nos hacemos unos paparajotes?”. Sí, quien habla es “murcianico”, y el postre también. Pero nos lo podemos encontrar (a ambos, la persona y el condumio, pero hablamos ahora de este último) prácticamente en toda la orografía provincial alicantina. Básicamente, se trata de una hoja de limonero cubierta con una masa de harina, huevo y leche. Se fríe y se espolvorea con azúcar y canela.
Si el azúcar es ‘glass’ o glasé, o sea, en polvo, molido, ya es de vicio. Es cierto que por estos lares, especialmente por l’Alacantí, el valle del Vinalopó o la Vega Baja, además de por su nombre original, paparajotes, se les denominan también otros bautismos, como torrijas de hojas de limón, tal que en Rojales (Vega Baja). En todo caso, patentizan la huella murciana en la gastronomía alicantina.
Fuentes cruzadas
Eso sí, en ocasiones existen serias dudas de si se trata de cocina originalmente alicantina o murciana. O manchega que llegó a Alicante vía Albacete, que antes fue murciana, como veremos; o quizá alicantina trascendida a las vecinas tierras murcianas, puede que incluso por la vía manchega. Así, además se habla de ‘paracotes’, que en realidad es un postre de Xixona (l’Alacantí).
Está basado también en harina y fritura, pero en este caso sin hoja de limonero (por el Delta del Ebro, contienen higos secos). Como, por cierto, también se prepara en otros lugares de la Vega Baja, sin hoja. Postre quizá mozárabe (cristianos practicantes en tierras bajo dominio árabe), o judío sefardí, las primeras referencias a él se dieron a lo largo de las vegas del Segura.
Los paparajotes fueron postre quizá mozárabe o judío sefardí
Un poco de historia
La cercanía, ya se sabe. Hemos comenzado por el postre, tomémonos ahora un poco de aperitivo histórico. Es obvio que la contigüidad con Murcia y la de esta con la hoy Castilla-La Mancha han hecho mucho. Más cuando, por ejemplo, la ahora manchega Albacete fue murciana prácticamente desde tiempos de la Reconquista española (722-1492), aunque como provincia no nacería oficialmente hasta el Real Decreto de 30 de noviembre de 1833.
En 1982, con la creación de Castilla-La Mancha, Albacete dejaba la que iba a ser la Comunidad de Murcia, también de ese año. Pero el puente con tierras manchegas ya había enraizado allí y en el sur alicantino, donde, por ejemplo, el municipio de Caudete se iba con Albacete. Orihuela (que era tanto como decir entonces la Vega Baja), por su parte, fue murciana desde 1822 hasta precisamente 1833, con lo del Real Decreto.
Orihuela fue población murciana desde 1822 hasta el año 1833
Platos del Segura
No habrá de extrañar, pues, que en tierras oriolanas, se usen palabras en panocho (variedad lingüística, a estas alturas prácticamente idioma, típico de la huerta murciana, aunque también puede escucharse en la albaceteña y la vegabajense, casi siempre orillando el Segura). Así, el término ‘escorrata’ (canal de agua), que borbotea por la interminable huerta de Orihuela.
Por ello, no echaremos en falta el encontrarnos, en el amplio (desde la costa hasta el pico Agudo, y un poco más allá) municipio oriolano, un plato autóctono que sabe a Murcia: los pasteles de carne. Con esta picada, más chorizo y huevo duro, cubierto todo con hojaldre pintado con huevo batido, se elabora la recia versión, producto de confitería que también puede tornarse marinera, con merluza, guisantes y el preceptivo huevo duro.
La gachamiga arraigó en Murcia, Alicante y parte de Albacete
Legumbres hervidas
Y no pueden faltar los michirones, tapa, entrante o producto principal. Aunque también se le llama a la murciana, con esa palabra de origen árabe (‘misrum’, que, según donde consultes, significa Egipto o pequeños egipcios) para designar a las habas hervidas con chorizo, jamón o su hueso, pimienta, sal y lo que la gracia de cada cual pueda aportar a la simple receta original.
También se los conoce, por la provincia alicantina, como habas (‘faves’) o habitas (‘favetes’) hervidas (‘bullides’ o, más popular, ‘bulliés’). Por Alicante ciudad se vendían así, en la variante autóctona del valenciano: “Que porte la fava calenta! Les favetes de Barrachina tenen la especialitat, sense prende aspirina llevan el mal de cap. El caldo el done debaes, debaes done el paper, no mes vos cobre les faves, mes barat ja no pot ser”.
Arraigo paralelo
Vamos: “¡Que traigo el haba caliente! Las habitas de Barrachina tienen la especialidad (de que) sin tomar aspirina quitan el mal de cabeza. El caldo lo doy de balde, de balde doy el papel, nada más que os cobro las habas, más barato no puede ser”. Pero no acaba aquí la influencia murciana en las mesas alicantinas. Hemos obviado el gazpacho manchego, pese a las similitudes entre varios de aquí con los de allí.
El nombre ya nos habla de su origen desde epicentros manchegos, como quizá ocurra con la gachamiga, aunque esta especie de tortilla, con harina, aceite, agua, ajo y sal en su versión más sencilla, arraigó con parecidas mimbres en Murcia y buena parte de Alicante, sobre todo a orillas del Vinalopó, así como parte de Albacete. Las hay andaluzas, pero con patata. Las murcianas y las alicantinas, como dos gotas de gachamigas.