Entrevista > José Rubio / Urólogo (València, 7-marzo-1968)
La mayoría de nosotros, está en la condición humana, únicamente va al médico cuando siente alguna molestia, ha notado un bulto extraño o se ha producido una herida. Solemos pensar ‘estoy bien, sano’, o que aquello de cáncer de próstata va con otros, no conmigo. Pues no.
El urólogo José Rubio nos detallará a partir de qué edad debemos acudir con frecuencia y desmontará muchos mitos sobre esta especialidad, como que sea solo para hombres. “Es un error muy común: las mujeres tienen muchos problemas urológicos”, matiza.
“Sí es cierto que ellas presentan una menor incidencia de cáncer de vejiga”, apunta, aunque ese dato se está equilibrando por el hecho de que fuman igual o más. Muestran problemas de incontinencia, infección de orina y hay cánceres comunes, véase uretra o de vejiga.
¿Al empezar medicina querías ser urólogo?
No tenía claro qué ser, pero la urología me interesaba porque es una especialidad médico-quirúrgica preciosa y variada que ha crecido mucho en los últimos años. Pienso que acerté en mi elección.
«Los hombres tenemos que acudir al urólogo con frecuencia a partir de los 45-50 años; antes en raza negra»
¿En qué estás especializado?
La urología es la especialidad que trata todas las enfermedades del árbol genitourinario, tanto en el hombre como en la mujer. Es decir, siete órganos (riñones, glándulas suprarrenales, uréteres, vejiga, uretra y, exclusivo en el hombre, próstata y testículos).
¿A partir de qué edad deberíamos ir?
En los hombres, para el cribado o diagnóstico precoz de cáncer de próstata, desde los 45-50 años. En el caso de tener familiares con este tipo de cánceres -también de mama, que están relacionados, o son de raza negra-, a partir de los cuarenta. La raza negra tiene una incidencia mayor de cáncer de próstata.
Háblanos del cribado de cáncer de próstata.
No está tan establecido, de forma institucional, como el de cáncer de mama, cérvix o colon, pero se va a hacer en el plazo de un año, como ya ha aprobado la Comisión Europea. Consiste en un análisis de sangre, de orina, una exploración de la próstata por la vía rectal y una ecografía.
«Un examen de próstata consiste en un análisis de sangre, de orina, exploración por vía rectal y ecografía»
¿Qué pasos debemos seguir al detectar una anomalía?
Habitualmente acuden a nosotros por síntomas: dolor en un cólico renal, muy frecuente, o al orinar, en las infecciones. Asimismo, sangrados urinarios (hematuria), que puede ser por enfermedad de piedra, tumorales o traumatismos urológicos.
Es igualmente común consultar por disfunción eréctil o, en mujeres, por incontinencia. Sin duda, la especialidad es muy amplia.
¿Cada cuánto debemos hacernos un examen de próstata?
Eso es variable, dependiendo de la primera visita, de si el paciente sea sintomático o no, cómo tenga el nivel de Prueba del Antígeno Prostático Específico (PSA)…
¿El tacto rectal es doloroso, como muchos piensan?
Es otro mito y una estupidez. Puede llegar a molestar mínimamente, pero se hace en dos-tres segundos y puede incomodar de la misma forma que se realiza un tacto vaginal a una mujer, poco. Además, dependiendo del nivel de PSA muchas veces no es necesario.
«Fumar provoca disfunción eréctil, porque la nicotina y derivados obstruyen las arterias del pene»
¿De qué modo afecta el tabaco?
Fumar se asocia a muchas patologías urológicas, siendo la más prevalente la disfunción eréctil. Al igual que aumenta el riesgo de infarto de miocardio -al obstruir las arterias pequeñas-, también produce una obstrucción de las arterias del pene, provocando impotencia.
Una segunda causa-efecto la hallamos con el cáncer de vejiga, porque los tóxicos que arrastra el tabaco (nicotina y derivados) se eliminan por la orina. El contacto con el urotelio, que recubre la vejiga, es muy dañino y produce cáncer.
¿Los síntomas se aprecian en la forma de orinar?
La enfermedad más prevalente en la urología masculina es la hipertrofia benigna de próstata, que la padecen uno de cada cuatro a partir de los cincuenta. La próstata crece, obstruye la uretra -que pasa por el medio de ella- y empezamos a tener un chorro más flojo, un peor vaciado (haciendo que tengamos que ir muchas más veces), orinar por la noche, que se infecte la que no se expulsa…
En mujeres se da que tengan prolapso genital y vesical, haciendo que no vacíen bien la vejiga y se produzcan infecciones de orina.
¿Vuestras operaciones son sumamente complicadas?
La cirugía urológica es muy amplia, como indicaba, uno de los aspectos más bonitos de mi especialidad. Contamos, por ejemplo, con una rama de cirugía abierta; otra -muy relevante- endoscópica, a través de la uretra; una tercera laparoscópica y ahora, últimamente, robótica, mediante el llamado robot Da Vinci.
Pero hay muchas más y los grados de dificultad son muy cambiantes. Sí es cierto que la medicina en este campo ha avanzado enormemente en las últimas tres décadas.