Entrevista > Juana Gallar / Directora del Instituto de Neurociencias UMH-CSIC (Hellín, Albacete, 19-junio-1960)
El instituto de Neurociencias adscrito a la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) y al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) tiene nueva directora. Se trata de la investigadora Juana Gallar Martínez, catedrática en Fisiología y primera mujer que ostenta este cargo en los 35 años que tiene esta institución, ubicada junto a la facultad de Medicina de Sant Joan.
El principal objeto de estudio de esta científica ha sido el dolor, tanto para definir sus causas como a buscar herramientas para combatirlo. Con este fin se doctoró en la Universidad de Alicante (UA), obtuvo un postdoctorado en Harvard y lleva vinculada al Instituto CSIC-UMH desde su creación. Hablamos con ella sobre ésta y otras cuestiones relacionadas con nuestro cerebro.
«El principal departamento del Instituto se dedica a estudiar el cerebro en la niñez»
¿Cómo te surgió lo de ser investigadora?
Cuando estaba estudiando segundo de carrera de Medicina en la Universidad de València me di cuenta de que me gustaba mucho más generar conocimiento que aplicarlo. Me inspiró mucho el profesor Federico Gallardó para decidirme a dedicarme a explorar cómo funciona el cuerpo humano. Luego me trasladé a la UA, donde también tuve la suerte de coincidir con otro fisiólogo como Carlos Belmonte, que terminó de inspirarme.
Al final toda mi carrera se ha desarrollado en la universidad, y mi especialización es estudiar el sistema sensorial. Es decir, saber cómo percibimos ciertos aspectos del mundo que nos rodea, y cómo nuestro sistema nervioso utiliza esta información para regular determinadas funciones. Y esto se basa en algo tan importante como es el dolor.
He leído que tenéis unos 350 investigadores en el Instituto. ¿Me puedes decir algunas investigaciones interesantes que tengáis ahora mismo entre manos?
En realidad esa es una cifra un poco conservadora… somos aún más personas. Ahora mismo superamos los cuatrocientos, contando también los estudiantes e invitados que vienen de forma transitoria.
No quisiera destacar ninguna investigación concreta para que nadie piense que he obviado la suya. Sí que te puedo hablar de grandes campos, y el que siempre ha sido más potente en el seno del Instituto es la Neurobiología de desarrollo. Es decir, estudiar cómo se desarrolla el sistema nervioso durante las primeras etapas vitales hasta que el cerebro llega a la adultez. La mayoría de los grupos de investigación siguen perteneciendo a este departamento, donde hay nombres muy potentes.
«Es muy positivo haber roto el tabú de las enfermedades mentales en la sociedad»
¿Y a qué se dedican los demás departamentos?
También hay otra sección en la que estudiamos el cerebro ya constituido en las etapas más adultas. Por ejemplo, en mi grupo de neurobiología en células del sistema estamos investigando el envejecimiento.
Luego la tercera gran división del Instituto es un departamento más enfocado a patologías concretas como el infarto cerebral, el autismo o el Parkinson. Es decir, cuáles son los mecanismos que producen estas patologías, ya sean hereditarias o adquiridas.
Cada vez se habla más de enfermedades mentales en la sociedad, a pesar de que se supone que la investigación contra ellas está avanzando. ¿Realmente hay más casos en la población que antes?
No estoy segura de que haya mayor prevalencia, tal vez sea sencillamente que se diagnostican más que antes porque les prestamos más atención. Ten en cuenta que esto siempre ha sido un tabú, yo recuerdo la época en la que las familias incluso escondían los casos que pudiera haber. Al final esto no deja de ser como cualquier enfermedad, y es muy importante romper esta vergüenza que todavía existe en muchas sociedades, aunque afortunadamente va a menos.
Todo esto no quita que sea cierto que ahora estamos expuestos a un ambiente social que está generando ansiedad a muchas personas desde jóvenes. Por ejemplo con aspectos como la necesidad continua de estar expuestos en redes sociales. Aunque yo creo que en realidad esto ha sucedido toda la vida, pero con otras circunstancias. Realmente la necesidad de reconocimiento cuando eres adolescente es algo intrínseco, solo que ahora todo es más visible.
«Debemos de luchar contra el dolor crónico porque no lo necesitamos para nuestra supervivencia»
Algunas asociaciones de discapacitados nos han comentado en otras entrevistas que han notado un aumento de niños con autismo en estos últimos años. ¿A vosotros os consta así?
No te sabría contestar a esta pregunta con una opinión profesional. Creo que hace unos años solo se diagnosticaban los casos más extremos de autismo, y en cambio ahora se conoce muchísimo más la amplia variedad de trastornos existentes. Así que se diagnostican algunos casos más cercanos a la normalidad, que en mi generación pasarían simplemente por niños tímidos.
Te pregunto también por tu especialidad. El dolor es algo terrible para el ser humano, pero también necesario para la supervivencia. ¿Hasta qué punto hay que luchar contra él? ¿Dónde ponemos la barrera?
Aquí también ha habido un cambio social positivo en nuestra sociedad. Antiguamente el dolor era algo que había que sufrir porque de alguna manera era redentor desde el punto de vista religioso. Sin embargo ahora sí se concibe como una cosa a combatir.
El dolor efectivamente es una señal de alarma que necesitamos de manera continua. Aunque no seamos conscientes, este trabajo del sistema sensorial nos evita muchísimos pequeñitos accidentes que podríamos tener a lo largo del día y que en su conjunto podrían ser graves.
Sin embargo no hay ninguna necesidad de experimentar cualquier dolor que no esté asociado a la función de avisarnos de un peligro. Por ejemplo, el dolor crónico no es necesario y puede ser muy incapacitante, dado que nos impide desarrollar con normalidad nuestro trabajo o mantener relaciones sociales.