Suenan los tambores de guerra en el subconsciente de los europeos como un Pepito Grillo que no aconseja, sino que alerta. Advierte de lo que puede venir, de los peligros que acechan la paz europea en la que muchos proyectan paradójicamente su perdición.
Un Occidente humillado para evitar los enfrentamientos, que quizá no eviten la guerra, invocando a Winston Churchill en aquella frase memorable sobre las consecuencias de tomar como estrategia el amansamiento por encima de la contundencia.
Alicante ya fue el punto neurálgico de la industria militar en la Guerra Civil
El salto y oportunidad tecnológica
Esos vientos bélicos, unas ráfagas que intentan aplacarse con los veladores de un rearme que provoca cierto pudor o complejo a algunos dirigentes, hasta el punto de que son capaces de deconstruir la terminología preparando un aparente salto tecnológico con el aumento del gasto en defensa.
La expresión que evoca a un presunto avance tecnológico no va desencaminada, más allá del peligroso paternalismo políticamente correcto con el que dirige el presidente del gobierno sus palabras hacia la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, la guerra mundial.
Esa que invoca el tercer gran conflicto moderno de nuestros tiempos, se lleva fraguando en las trincheras infinitas de la red, con ciberataques y con amenazas comerciales que en la era postcapitalista en la que vivimos suponen un mayor impacto en la línea de flotación que cualquier obús.
La industria militar en la Guerra Civil
Según iba avanzando posiciones el ejército sublevado, las logística e industria militar del gobierno republicano tenía que ser trasladada a otros rincones de la península con el fin de no perder la ventaja comparativa que suponía tener la sartén por el mango de la capacidad gubernativa industrial.
Con el desarrollo del conflicto, tras la conquista de Madrid se produce el avance del bando nacional hacia el sureste peninsular y la trasmisión de los recursos presentes en la capital hacia el mediterráneo.
A España, que ni ahora ni antes era China, que no somos capaces de levantar un hospital en quince días como hicieron los asiáticos en la pandemia, no nos quedó más remedio que tirar de la maña patria para reconvertir otras industrias para que fuesen útiles para el cometido bélico que se necesitaba.
Así, diferentes cadenas productivas que antes del conflicto se encargaban de otras áreas, se dedicaron en cuerpo y alma a producir desde munición hasta sacos con los que se protegían esas trincheras finitas, que parecía que encontraban su final cuando fallecía el soldado que estaba tras ellas.
La inteligencia artificial, con gran implantación en la provincia, será elemental en la industria
Fabricación de elementos armamentísticos
Como destaca el historiador militar Juan Arráez en su libro ‘La industria militar en el Valle de Elda durante la Guerra Civil’ (Centro de Estudios Locales del Vinalopó), en la provincia de Alicante hubo un gran desarrollo industrial en torno a la fabricación de elementos armamentísticos dada la situación de bastión republicano y gubernamental durante los últimos compases del conflicto.
Circunstancia de urgente necesidad que decretó la obligación existencial de que empresas que acometieron trabajos diversos en el pasado, desde la fabricación de zapatos en Elche a la producción de alfombras en Crevillent, centrasen su estrategia en aportar sus recursos a la situación guerracivilista. Destacan en el ecosistema logístico militar diferentes fábricas repartidas por toda la provincia alicantina.
En Ibi, la compañía juguetera, Payá Hermanos, dejó de hacer de su oficio un juego de niños y se puso manos a la obra para producir munición. En Villena se establecieron diferentes fundiciones destinadas a la producción de ese acero elemental de los conflictos armados.
Tras la caída de parte de la meseta, la Charcutería de Toledo se trasladó a Novelda. En Elche algunas fábricas produjeron munición y en Alicante, en Rabasa, se repararon y construyeron los aviones Polikarpov I-16, más conocidos como ‘los mosca’. Tuvo también un papel preponderante la Industria Metalúrgica Alcoyana, de la que se han encontrado en los últimos años vestigios de la época.
La decadencia posbélica
Tras la victoria del bando nacional y la instauración del régimen franquista, los polos invirtieron y apostaron por fortalecer la industria en el norte por delante de las regiones del sureste, hasta el punto de que nuestro territorio sería gravemente perjudicado en la transformación nacional industrial.
El peso de la industria armamentística no ha cambiado mucho tras los tiempos pasados, y pese a que en nuestra provincia existen elementos enfocados en esta industria, el peso logístico permanece en Madrid y en el norte.
Tendrá repercusiones en otros sectores de manera indirecta
Inteligencia artificial y su uso en defensa
Sin embargo, en estos nuevos tiempos, es el periodo en el que los conflictos armados no sólo los ganarán quienes tengan un mejor armamento, sino un uso más sofisticado de las nuevas tecnologías o de la aplicación de la Inteligencia Artificial (IA) en el desarrollo de las misiones y campañas bélicas.
Así, con la irrupción de nuevos recursos, se deberá establecer un mejor uso de la información y la aportación de datos a los mandos militares con el fin de la apuesta de una aplicación tecnológica de la industria militar. En este sentido, Alicante se ha convertido en uno de los referentes en España y Europa en la inversión y en el avance del conocimiento en la Inteligencia Artificial.
Del mediterráneo a la IA
En mayo de 2020 se creó la fundación ELLIS Alicante, con el fin de profundizar en la investigación de la IA, y se colocó al frente a Nuria Oliver, una de las mentes más conocedoras del mundo que se avecina, o como ha escrito Mustafa Suleyman, ‘La Ola que viene’ (Debate).
No podemos olvidar a otros entes como el Instituto de Inteligencia Artificial, dirigido por María José Peral o el CNID -Centro de Inteligencia Digital-, a cargo de Manuel Palomar, ex rector de la Universidad de Alicante.