Miraba fijamente a la cámara, en realidad al público, y comenzaba a continuación rápida perorata, algo así como: “De todo al ribenei, autobuses en una hora, rubiná y todo lo más pequeño, aj ej yei ashea, a’tá, a’tat, asunei, ¡no hija, no!”. Continuaba así un rato, paraba, tomaba aire y, serio, ceremonial, clamaba: “¡Y por fin ya somos europeos!”. Posiblemente queda esto hoy como el recuerdo más mediático de Antonio Ozores (1928-2010).
Al menos para los televidentes del concurso ‘Un, dos, tres… responda otra vez’ (1972-2004, con amplios ‘descansos’ en medio), del también cineasta Narciso Ibáñez Serrador (1935-2019), en el que participó desde 1985 hasta 1987, repescado en 1991 y 2004. Pero Antonio Ozores Puchol, con natalicio registrado en Burjassot, en plena zona metropolitana del ‘cap i casal’, poseía ya una enorme carrera cinematográfica y teatral. Y el asunto le venía de herencia.
Natalicio burjassotero
En realidad, buena parte del hoy conocido como ‘clan Ozores’ se apunta gentilicio madrileño, pero no hay que olvidar que tanto él como sus hermanos, el actor, realizador y escritor José Luis (1923-1968) y el director y guionista Mariano, nacido en 1926, eran hijos de una actriz internacional y cantante cómica valenciana, Luisa Puchol Butier (1894-1965), casada, eso sí, con el actor y director, también caricaturista, Mariano Ozores Francés (1890-1976), madrileño.
Se extendía mucho más allá el ‘clan’, con toda una familia dedicada a la farándula, pero recordemos que el abuelo materno de Antonio, Mariano y José Luis, el padre de Luisa Puchol, era nada menos que el prestigioso director musical de zarzuelas valenciano, además compositor, Antonio Puchol Ávila (1872-1929). Venía de casta, pues. Ahora bien, ¿por qué precisamente el nacimiento de Antonio en Burjassot?
Era hijo de Luisa Puchol, actriz internacional y cantante cómica valenciana
Teatros donde recalar
Aunque es cierto que, antaño, existió una costumbre bastante extendida por España de que las madres debían dar a luz en tierra paterna o materna, no nos sirve mucho aquí, en principio, pese a la conurbación de la población metropolitana con la València capitalina. Sí en cuanto al oficio escénico de sus padres, que lo llevaban de aquí para allá. Y por la época en que nacía Antonio Ozores, además, Burjassot contaba con salas disponibles.
Como el Teatro (luego Cinema) Novedades, cuya construcción había finalizado en septiembre de 1895; el Pinazo (que también sería con el tiempo sala cinematográfica), de 1921; o el Teatro del Círculo Católico San Roque, inaugurado a principios del pasado siglo con un telón, ahora restaurado, del artista plástico torrentino, y escenógrafo, Francisco Rodríguez Cabanes, ‘El Pintoret’ (1880-1957). Y Luisa Puchol no era ajena a aquello de volver a la tierra oriunda.
Cuando nacía Antonio Ozores, Burjassot contaba con salas disponibles de teatro
Debut zaragozano
Efectuó, de hecho, la actriz y tiple (soprano, con voz de registro más agudo) cómica casorio en la capital del Túria, en la iglesia parroquial de Santa Catalina y San Agustín, el 22 de marzo de 1921. Estaba claro que no olvidaba para nada de dónde procedía. Quizá por ello, Antonio Ozores siempre se consideró un actor, y ocasional director, valenciano-madrileño.
Lo de la patria chica le tiraba, aunque, claro, en aquellos centralizados tiempos, tocaba marchar hasta donde estuviera el pan. Debutaba sobre las tablas a los diecinueve años en el Teatro Real de Zaragoza, protagonizando una versión del ‘Don Juan Tenorio’ para la compañía Puchol-Ozores. Obviamente, la de sus padres. Y llegó al cine en 1950 con ‘El último caballo’, hoy un clásico del casi alfafarense Edgar Neville (1899-1967).
Al principio, aprendía el libreto palabra por palabra para luego improvisar
Construyendo un personaje
Versátil actor, de los que se aprendían, al menos por entonces, el libreto palabra por palabra para luego, a partir de ahí, improvisar con conocimiento de causa, Antonio Ozores iba a tardar en componer digamos que su ‘personaje’, el que lo famoseó mediáticamente, con esa peculiar manera de hablar basada en trabar las palabras, ese recurso ya clásico conocido en los escenarios como ‘escafurcios’ o ‘escaforcios’.
Asomó esquinadamente tal personaje por vez primera en una cinta del hoy reivindicado y todoterreno Pedro Lazaga (1918-1979), ‘Los tramposos’ (1959), sobre las aventuras, desventuras y final ascenso, en el Madrid de la época, de dos golfos (el otro era Tony Leblanc, 1922-2012). No obstante, lo armará en las colaboraciones para su hermano Mariano tras la cámara. En concreto, desde la primera película rodada por este.
Mujer, hija, sobrina
‘Las dos y media… y veneno’ (1959), con el otro hermano, José Luis, al frente del elenco, fue el título que iba a iniciar esta mutua cooperación. Mariano, consciente de las capacidades de su hermano Antonio, empezó a darle una gran libertad, largo tras largo, permitiéndole improvisar y construir este personaje que, para cuando llegó al ‘Un, dos, tres’, formaba ya parte del imaginario colectivo.
Casó en 1960 (aunque se separó en 1969) con una actriz, Elisa Montés (1934-2024), presencia habitual en el cine hollywoodense rodado aquí y hermana de Emma Penella (1931-2007) y Terele Pávez (1939-2017). Con ella tuvo una hija, Emma, nacida en 1961, prima de Adriana (1959), hija de José Luis. Un buen pico del ‘clan Ozores’, del que Antonio fue orgulloso, notable y ‘escafurcio’ representante.