València ha sido tradicionalmente una provincia castigada por las aguas. Desde la conocida riada (la ‘riuà’) de 1957 que asoló la ciudad de València, hasta la reciente DANA del pasado mes de octubre en distintos puntos del área metropolitana del ‘cap i casal’, pasando por tragedias de similar índole que el botánico Cabanilles recoge en sus escritos del pasado.
Estas devastaciones ocasionadas por desastres naturales ha provocado que algunos municipios tuvieran que reconstruirse kilómetros más allá de su ubicación original. Es el caso de San Isidro de Benagéber, creado en 1948 por el Instituto Nacional de Colonización (INC) a fin de instalar de forma urgente a las familias que residían en Benagéber, tras la inundación de su término municipal por el desborde del pantano.
Inicio de las obras
En 1947 se iniciaron las obras del pueblo, que fue el primer asentamiento del INC en la Comunitat Valenciana. El sitio se ubicaba en el lugar denominado Granja de Moroder, en la zona de Moncada, en el término de Bétera.
El proyecto urbanístico y los edificios públicos, obras y viviendas, fueron diseñados por el arquitecto Pedro Castañeda Cagigas, a excepción de la iglesia. Mientras se terminaba la construcción, los futuros vecinos vivían en edificios improvisados o, en el mejor de los casos, en edificios destinados a instalaciones agrícolas o en casas rurales propiedad del INC.
En 1947 se iniciaron las obras del que sería el primer asentamiento del INC en la Comunitat
Veinticinco familias
Hasta 1948 se había construido casi sesenta viviendas para veinticinco familias que tuvieron que ser reubicadas urgentemente para la activación del embalse. Fueron los técnicos José Rafael Jiménez Calasins y Federico Ausina March quienes dividieron los terrenos en sesenta hectáreas de finca familiar, con una parcela de terreno para los colonos.
Entre 1957 y 1972 San Isidro recibiría la calificación de ‘Entidad Local Menor’, lo que le confería cierta autonomía de Moncada, contando durante ese periodo con su correspondiente alcalde pedáneo. En la actualidad, gran parte de sus vecinos son descendientes de aquellas familias que se desplazaron de la catástrofe de Benagéber.
Podría decirse que en sus calles se marca casi el límite entre l’Horta Nord y el Camp del Turia
CV-315
La carretera CV-315 supone el camino natural para llegar a este núcleo poblacional dependiente del municipio de Moncada. Este pueblo, que alcanza los 22.000 habitantes, dispone de otros grandes barrios y pedanías que conforman su gran estructura perimetral, tales son los casos del Barrio de los Dolores, el Barrio del Pilar, el Barrio San Miguel, la enorme extensión de Masías o el citado San Isidro de Benagéber.
Saliendo desde el antiguo edificio universitario del CEU, junto a la parada de Metrovalencia ‘Seminari’, la CV-315 se estira en busca del cambio de comarca una vez alcanza Náquera, perteneciente ya al Camp del Turia. Así pues, diríase que San Isidro de Benagéber marca el límite entre l’Horta Nord y ésta última comarca.
Entre sus pocos servicios hay una farmacia, una discreta biblioteca y un consultorio auxiliar
Autobús municipal
Desgraciadamente para los vecinos de San Isidro de Benagéber, no disponen por trazado de parada de metro para ellos. En Masías sí que existe, y la más próxima en dirección a València se sitúa frente al seminario de Moncada. Así pues, los vecinos de este núcleo poblacional se ven obligados a coger un autobús municipal con parada en la plaza, frente a la Iglesia.
Esta población está segmentada en dos por la carretera. En el lado más próximo a las vías del metro existe una espectacular pasarela en forma de espiral, que permite a los vecinos de este lado de la carretera alcanzar las calles de Masías y, con paciencia, también su parada de metro.
Pocos servicios más aparecen en sus calles, y casi todos entre la plaza de los Olmos y el carrer de la Creu Rulla. A saber; un pequeño estanco, una farmacia, la cooperativa cítrica, una discreta biblioteca y un consultorio auxiliar. En el tablón de anuncios frente a la iglesia apenas algún reclamo deportivo.
Oferta gastronómica
No son muchos los vecinos que viven todo el año en San Isidro de Benagéber. Es más bien zona de paso para todos aquellos que acuden desde la A-7 en dirección a Moncada (fundamentalmente estudiantes que acuden al CEU). Quizá por ellos la oferta gastronómica no resulta demasiado amplia para un lugar muy transitado en vehículos, pero en el que casi nadie detiene su marcha.
Un puñadito de bares y un par de restaurantes muestran un horario de apertura que no resulta sencillo de acoplar fuera del horario laboral. El fin de semana, de las pocas ofertas que mantiene sus puertas abiertas, es un bar en la plaza de los Olmos (la misma donde se haya la entrada de su iglesia y también la parada del autobús municipal). Y poco más.
Algo más allá, próximo al barranco del Carraixet, en la zona de Moroder aparece alguna vistosa granja y varias innovadoras masías. Por lo demás, San Isidro de Benagéber se encuentra bien flanqueada de naranjos y mantiene el silencio y la calma de una población de escasas calles, de viviendas de dos alturas y hogares que aún ilustran con sus nombres las entradas de los hogares.