Entrevista > Carmelo López / Ciclista (Beasain, Guipúzcoa, 23-septiembre-1967)
Cada primavera, en algún rincón inhóspito del desierto marroquí, cientos de ciclistas se enfrentan a una de las pruebas más exigentes y fascinantes del mundo: la Titan Desert. Más allá de los kilómetros, el calor, el polvo o las dunas interminables, lo que realmente distingue a esta aventura es la mezcla de desafío físico, navegación, estrategia y, sobre todo, compañerismo. No es sólo una carrera, es una experiencia vital que marca a fuego a quienes la completan.
Carmelo López lo sabe bien. Lleva ya siete Titan Desert en sus piernas y este año ha cruzado el umbral simbólico de los 3.500 kilómetros acumulados, lo que le ha valido el reconocimiento como Titan Legend 3500K. Pero si algo queda claro al conversar con él es que lo suyo no va de títulos ni marcas, sino de sensaciones. Y esas sensaciones son las que lo empujan, año tras año, a volver al desierto.
Cada año, una nueva aventura
“No hay dos Titan iguales”, asegura con una sonrisa. Y lo dice con conocimiento de causa: ha vivido etapas con temperaturas extremas de casi cincuenta grados y otras bajo la lluvia, con caminos intransitables por el barro. Pero si algo no cambia nunca es el espíritu de superación que impregna cada jornada. Ya sea siguiendo el track del GPS o improvisando atajos entre dunas, la Titan Desert exige todo lo que tienes… y a veces más.
En su equipo ha compartido vivencias con ciclistas anónimos y leyendas del ciclismo español. Nada menos que Luis León Sánchez y Miguel Induráin han sido compañeros de aventura. De hecho, su entrada en este mundo se dio por casualidad, acompañando a su sobrino (hijo del pentacampeón del Tour) en una edición especial celebrada en Almería por culpa de la pandemia. Lo que nació como un plan familiar terminó siendo una pasión imparable.
«Cuando llegamos al final de la última etapa y nos dan esa preciada piedra de finisher, soltamos dos lágrimas y pensamos ‘ya está, ya no vuelvo más’»
He de decir que una cosa que me sorprende es que no traes el moreno de piel que esperaba tras varios días en el desierto.
(Ríe) El desierto es un poco impredecible. Hemos tenido años en los que hemos pasado temperaturas límite de 47 grados, como en 2023, donde hubo personas que tuvieron golpes de calor. Este último año y el anterior hemos sufrido lo que no pensábamos nunca que íbamos a sufrir: agua. El calor no ha estado tan presente.
¿Llevas mejor el calor que estas condiciones?
Sí, bastante mejor, porque de lo único que tienes que preocuparte es de hidratarte bastante, sobre todo con sales y electrolitos junto con el agua. Este año, las circunstancias han sido muy diferentes. Con las lluvias hemos tenido que desplazarnos de la zona de Marruecos a otras zonas por el tema del barro. No se podía ciclar tantos kilómetros e, incluso, en una etapa nos llevaron 70 kilómetros neutralizados.
«Pero para vivir lo bonito de las dunas hay que pisarlas. Es como en el mar: ahí hay que mojarse…»
Con siete ediciones de la Titan Desert a tus espaldas así que, para quien no conozca esta prueba, ¿qué es eso?
Es una prueba que conocí en el año de la pandemia. Mi sobrino quiso hacer con su padre esta carrera y al final, por circunstancias, fuimos los tres y en vez de ir a Marruecos, fuimos a Almería. Cuando fui por primera vez a Marruecos, después de la pandemia, me enamoró.
¿Por qué?
Porque vengo del deporte del mar, el deporte de los rumbos, y es una carrera que, en mi caso, no es que me llame competir en ella; sino que, como para la mayoría, el principal reto es terminarla.
Me encantó ir rodando por el track, por la ruta, que tiene establecida con un GPS la organización y en la que te obligan a ir a unos puntos. Eso sí, de un punto a otro, puedes recortar en línea recta.
Es increíble lo que se siente cuando vas en un grupo y, de repente, no sabes qué está pasando y ves que grupos enormes de corredores se salen fuera del track. Esto quiere decir que algo está pasando, están haciendo un recorte y es muy bonito.
La línea recta siempre es la más corta entre los dos puntos, pero, el menos en la Titan Desert, no es necesariamente la más rápida.
A veces es evidente que sale mal. Es más, hay veces que crees que sale bien, que has recortado en distancia; pero nunca llegas a saber si en tiempo hubiera sido mejor o peor. Esa es la satisfacción de la carrera.
Se trata de vivir la aventura. Los que están en el top10 o en el top20, los que tienen piernas para ganar la carrera, no necesitan los atajos, pero también para ellos es una opción B para cuando han tenido una avería y han perdido tiempo. Pero esto es más para los que van a vivir la aventura de terminar la Titan Desert y lo que es la navegación, que es lo que realmente a muchas personas nos enamora.
Vuestro equipo estaba formado por veintidós ciclistas y, entre ellos, destaca la figura de uno de los mejores corredores españoles de los últimos años: Luis León Sánchez. Él, precisamente, estuvo muy cerca de ganar la carrera. A la hora de rodar en equipo, ¿es de los que os decían ‘bueno, nos vemos en la meta’?
Todos los días nos juntamos para el ‘briefing’. Es entonces cuando nos dan las coordenadas de cada punto de paso y nos dejan un control de paso fantasma. Eso nos lo dan a las seis de la mañana. Lo hacen, precisamente, para lidiar con las estrategias de distintos equipos, para que no sepan realmente dónde están todos los puntos hasta ese ‘briefing’. Pero como te decía, no es lo mismo la aventura que la competición.
«De mi primera edición en Marruecos me traje un tarro de arena de las dunas de Erg Chebbi»
Desde el punto de vista del aficionado al ciclismo, ¿cómo es eso de estar compartiendo equipo con figuras como Luisle?
Es que Luisle y esta gente van ‘sobraos’. Mi sobrino y su padre, también.
Quizás, para que la gente lo sepa, deberíamos decir quién es el padre de tu sobrino.
Sí, claro. Miguel Induráin.
Ganador, entre otras muchas cosas, de cinco Tours de Francia, dos Giros de Italia, campeón olímpico en Atlanta, campeón del mundo… un palmarés inabarcable. Habéis ido juntos en alguna ocasión a la Titan…
El hecho de que haya ido Miguel a Marruecos fue porque el equipo le animó muchísimo. Son personas de allí, de la zona de Pamplona, que se conocen. Quiso vivir esta aventura con su hijo, el cual, tras la experiencia de Almería, no ha podido venir aún a Marruecos por cuestiones de trabajo. Todavía le estamos esperando. Ya le he dicho que iba porque era él el que quería hacerlo y el que se ha enganchado soy yo.
En el polo que vistes hoy se puede leer ‘Titan Legend 3500K’. Tradúceme eso, porque tiene que haber una historia detrás.
Bueno, en la Titan Desert, cuando cumples los 3.500 kilómetros, te dan un dorsal de otro color. Hay Titan Legend de 3.500, Titan Legend de 5.000 y Titan Legend de 10.000.
¿Cuándo cruzaste ese Rubicón de los 3.500 kilómetros?
Esta es de este año. En el último kilómetro de la segunda etapa sumé los 3.500 kilómetros.
Necesitas siete para alcanzar los 3500 kilómetros. Haciendo una cuenta muy rápida, los 5.000 andarán en las diez u once ediciones. ¿Andas con ese objetivo ya?
La verdad es que es algo que no me he planteado todavía.
«Para preparar la Titan Desert hay que hacer, como mínimo, cinco mil kilómetros en el año»
Al llegar a casa, ¿vienes con ganas de volver directamente o tienes la sensación de que esa ha sido la última vez y que no quieres volver a pasar por ello?
Siempre cambia algo. Creo que casi todos, cuando llegamos al final de la última etapa y nos dan esa preciada piedra de finisher de la Titan Desert, soltamos dos lágrimas y pensamos ‘ya está, ya no vuelvo más’. Pero no sabes qué pasa, y cuando ya estás en casa no te deshaces de ciertas cosas. Guardas los GPS, guardas algunas cosas que necesitas para Marruecos… y aunque has decidido no ir, las tienes ahí.
¿Cuál es el ‘souvenir’, por llamarlo de alguna manera, más bizarro que has acumulado en estas siete ediciones?
Tengo piedras, dorsales… y una vez, en la primera edición de Marruecos, guardé, en un tarrito de cristal muy típico de allí, arena de las dunas del Erg Chebbi.
¿Son las dunas lo más complicado de este tipo de carreras?
A mí me encantan. Soy ligero, peso poco y cuando pesas poco y tienes un poquito dominada la técnica, deshinchas la rueda y te pones tus botines para que no te entre arena en las zapatillas, ciclas las dunas bien. Pero hay personas que pesan más y esa experiencia en las dunas se les hace ‘bola’.
Pero para vivir lo bonito de las dunas hay que pisarlas. Es como en el mar: ahí hay que mojarse… pues allí pasa lo mismo.
¿Has pasado miedo alguna vez?
No.
¿No ha habido ninguna situación comprometida?
Me sabe mal decirlo, pero hasta incluso la primera edición me aventuraba a hacer recortes yo solo.
Para ir a la primera Titan Desert, ¿se puede hacer sin experiencia previa o es conveniente correr citas similares antes?
La Titan Desert realmente puede afrontarla cualquier persona que haya entrenado. Hay que entrenar un poco. Te podría decir que hay que hacer mínimo unos cinco mil kilómetros en el año.
«He aprendido que si sigues, puedes, que hay que perseverar siempre en el esfuerzo. Ese es otro de los grandes valores del deporte»
¿Y en la parte técnica, para no perderse?
Lo bueno sería empezar por Almería que no tiene navegación, son cuatro días y es un poco la filosofía de lo que es el tipo de carrera. Es una buena introducción.
En tu caso, ¿cuándo empiezas a hacer entrenamiento específico de cara a la próxima edición?
Entrenamiento específico para esa carrera, como un mes y medio antes. Ahí empezamos a hacer ya unas sesiones de fondo de una semana o diez días.
¿Bici de carretera o mountain bike?
Cada vez más con carretera, porque lo hacemos con Miguel y a él le va más la carretera y a mí cada vez también me gusta más. Hacemos fondo, pero hay que rodar con la bici de montaña.
«Este último año y el anterior hemos sufrido lo que no pensábamos nunca que íbamos a sufrir: agua»
Otros participantes de la Titan Desert me han hablado mucho del valor del compañerismo en pruebas de este tipo.
El compañerismo es tan grande que cuando vas en carrera y ves a una persona parada, que parece ser que tiene una avería, siempre le preguntas si está bien, si necesita algo. Aunque no la conozcas de nada, muchas veces sabes si está bien o si está mal sólo con la mirada. Y si lo precisa, le ayudas y te sientes bien.
Además, es una carrera en la que también te conoces mejor a ti mismo.
¿Cuál es el mayor aprendizaje que has sacado de tus siete ediciones?
Que si sigues, puedes. Que hay que perseverar siempre en el esfuerzo. Ese es otro de los grandes valores del deporte.