Entrevista > Luci Mendoza / Humorista (Palma de Mallorca, 29-junio-1974)
El humor cotidiano, el del día a día, jamás pasará de moda como bien sabe Luci Mendoza, un balear-extremeño instalado desde hace ya doce años en Burjassot. Natural de Palma de Mallorca, siendo adolescente se trasladó a Orellana La Vieja (Badajoz) por un problema de salud de su hermana menor.
En tierras pacenses comenzó a hacer monólogos, primero de un modo amateur, hasta que comprobó que sus frases, gestos y miradas gustaban mucho. Desde entonces hacernos reír es su principal objetivo: “todo lo que cuento son situaciones que me han pasado, llevadas al extremo, claro”, expone.
Aunque no es su estilo, porque no le gusta ofender, sí considera que “se puede hacer humor de todo hasta de las peores tragedias, como el ataque a las Torres Gemelas ahora que han pasado años”. Muchos, agrega, ven en los chistes y la comedia una cura, “hace que no se tomen las cosas tan en serio”.
¿Ya eras el gracioso de clase?
En Palma, donde viví hasta los doce años, sin duda lo era, y mis amigos -que todavía conservo- no paraban de pedirme que imitara la característica voz del Pato Donald. Seguí siéndolo en Badajoz y fue en el instituto, espetado por un profesor, cuando comencé a subirme a los escenarios.
Hacía una actuación para el centro todos los cursos, e incluso varios años después continué haciéndolo.
«Fue en el instituto, espetado por un profesor, cuando comencé a subirme a los escenarios»
¿Cuándo la afición se hizo profesión?
Acudí al programa de TVE ‘El Rey de la Comedia’, presentado por Edu Soto y del que salieron muchos cómicos. Tuve la suerte de llegar a la final y eso me animó a tomármelo más en serio, mientras seguía gestionando mi negocio.
Me presenté a diversos concursos de la zona, como ‘Traviata’, en Villanueva de la Serena, que gané, igual que otro en Badajoz ciudad.
¿Por qué te trasladaste a València?
Había finalizado el contrato del bar que regentaba, mi mujer también estaba en paro y sabíamos de València por mi cuñado, que es de Burjassot. Sinceramente los inicios aquí fueron complicados, ¡no conocía a nadie!; resultó clave Open Mike y toparme con personas como Patricia Espejo, Diego Varea, Claudio Sabetta, ‘El César’ o Ramón Guamá.
Lo petaste entonces con una imitación de Mario Vaquerizo.
Hacía primero un stand up clásico y en la segunda parte del show me disfrazaba de Mario, ¡era idéntico! Se trataba de algo distinto que me permitió girar años por toda España con éxito, pero acabé dejándolo porque era un número que me exigía mucho.
«’Con el alma en vilo’, mi último show, está funcionando muy bien, manteniendo mi estilo»
Relacionado con este espectáculo, ¿qué te pasó en León?
Uff, un espectador se creyó realmente que era Vaquerizo y se ofreció a llevarme al pueblo cercano donde actuaba, pero quiso primero pasar por ‘La Lola’, el bar que regentan los hermanos Quijano.
Llamó al dueño del local, el tío de los hermanos, para decirle que iba para allí “junto a Mario Vaquerizo”. Al llegar el señor nos estaba esperando con una guitarra y me anunció a bombo y platillo: todavía me rio cuando lo recuerdo.
¿Cuáles son tus shows más representativos?
‘Esto es otra cosa’, ‘¡La última y nos vamos!’, en honor a la postrera copa que nos ‘queremos’ hacer en los bares, y que normalmente no lo es (ríe) y ‘Con el alma en vilo’, espectáculo que llevo en cartel desde hace un año.
¿Cómo está funcionando?
Genial, porque va muy en mi línea, sin salirme de mis anécdotas, de las cosas que nos pasan a todos… Para mí y los demás humoristas es básico las redes sociales, donde cuelgo numerosos sketches o imitaciones.
«Durante años imité a Mario Vaquerizo y fueron muchísimas las anécdotas que me sucedieron»
¿No hay demasiados humoristas ahora?
Siempre ha habido, pues el nuestro es un país alegre. Hace treinta o cuarenta años, cuando era adolescente, solo conocíamos a los que aparecían por la tele, como ‘Martes y Trece’ o ‘Cruz y Raya’. Ahora, gracias a las redes, sabemos de la existencia de muchos más.
¿Notas diferencias entre los respectivos públicos?
No muchas, también porque intento siempre basarme y escribir sobre aspectos muy genéricos. Por ejemplo, el público del norte -calificado a veces como frío- me encanta, es extremadamente respetuoso.
En otros lugares se tiene por costumbre interactuar con el showman e intento adaptarme a ellos de un modo natural, sin forzarlo, contestando a uno u otro, me agrada… Al inicio sí busco hablar de temas locales, como el ‘esmorzaret’ tan típico de València.
Eres un Hombre del Renacimiento.
Me apasiona igualmente el cine y no me importaría participar en una película. Además, he publicado dos novelas de piratas, ‘Oro en la piel’ y ‘Relato de un corsario’, porque los corsarios siempre fueron otra de mis debilidades (ríe).